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lunes, 2 de diciembre de 2013

Medidas recientes de Maduro en Venezuela exponen guerra sucia económica y apartheid de la oposición contra el pueblo pobre

“Entre el débil y el fuerte, es la libertad la que oprime y la ley la que libera”. Jean-Jacques Rousseau 


                      apartheid:

  1. 1.Sistema legal de segregación racial implantado en Sudáfrica por los colonizadores holandeses y que estuvo vigente entre 1948 y 1990. 
  2. 2.Por extensión, cualquier tipo de diferenciación social dentro del contexto de una nación, mediante la cual un sector de la población tiene plenos derechos y otro sector queda relegado a un estatus de marginación. 
  (Wiktionary)

Atecedentes


Luego de padecer en lo que va de año una inflación que apunta a rebasar el 50%, el 6 de noviembre de 2013 el Presidente venezolano Nicolás Maduro ordenó un conjunto de acciones para controlarla, partiendo de la premisa de que se trata de una “inflación inducida”. Esta conclusión, simplificando bastante, puede ser obtenida analizando las muy particulares circunstancias de la economía venezolana, monoproductora y por tanto, importadora de buena parte de lo necesario para satisfacer las necesidades y gustos de su sociedad. El 96% de los ingresos de divisas provienen del petróleo, y en 2003, luego del sabotaje económico y el golpe de 2002, se creó la Comisión de Administración de Divisas o CADIVI, que administra esas divisas y mantiene un tipo de cambio fijo en 6,30 Bs./$ desde febrero de este año. Si prácticamente todas las divisas para importación vienen del petróleo que administra el Estado y son entregadas a los importadores a tasa fija, ¿cómo explicar los continuos y geométricos incrementos en bienes y productos importados en Venezuela? Si algo se le puede achacar al gobierno de Maduro (por lo que en efecto pidió disculpas el 13 de noviembre) es haber demorado tanto en llegar a esta obvia y simple pregunta, mientras millones de venezolanos se encontraban indefensos ante este aumento descontrolado de precios.

En efecto, apenas comenzaron las primeras inspecciones quedó en evidencia una gigantesca operación especulativa, que por un lado servía para socavar la popularidad del gobierno y por otra era un magnífico negocio para sus operadores. El pueblo venezolano todo pudo comprobar esta situación al ser informados por los medios de comunicación de los resultados de estas intervenciones. Resultaba que mientras por un lado el Estado entregaba a los importadores divisas a 6,30 Bs. por dólar, los productos llegaban a “disposición” de los consumidores como si lo compraran a diez e incluso cien veces ese precio. Esto era y sigue siendo muy fácil de comprobar al ver el precio de cualquier artículo vendido en Venezuela y comparar al mismo producto con su precio en el exterior mediante una conexión a internet. La diferencia es escandalosa e inexplicable. Ante esta situación,la actuación del Estado al comenzar a intervenir en importadoras y comercios se tradujo en multas, e incluso detenciones, ya que la Constitución Bolivariana prohíbe expresamente la usura, especulación, cartelización, etc. bajo penas severas (artículo 114). En total respeto a la propiedad privada y a la disponibilidad equitativa y para todos de bienes y servicios, la intervención Estatal, al eliminar la usura, se tradujo en notables reducciones de los precios finales de los productos en relación a los valores especulativos vigentes hasta el momento, lo que la prensa con su piquete habitual tradujo como “rebajas forzadas”, cuando no tildó de esquilmo, usura o estafa lo que aplicaban los comerciantes contra el público apenas horas antes. Se produjeron entonces avalanchas de personas para comprar los productos que apenas el día antes estaban por completo fuera de su alcance, interminables colas se hicieron día y noche ante las llamadas “hiper tiendas”, pero nada diferente a lo que podamos ver en el llamado “Black Friday” estadounidense. Pero si en la Meca del capitalismo se permite que durante un día y para beneficio del propio sistema la gente tenga la idea de que todos tienen acceso a las compras, eso es demasiado para la ultraconservadora oposición venezolana y su prensa, que enseguida quiso tachar de “saqueadores” y ladrones a la gente que incluso siendo de su mismo signo político hacía cola para comprar a precio justo. Se hizo famoso el caso de la señora Clotilde Palomino, cuya foto sonriente cargando unos pocos productos apareció en la prensa mundial con el peyorativo y acusador calificativo de “saqueadora”, cuando en realidad había adquirido con el dinero de su trabajo como empleada doméstica sus enseres. El caso está documentado ampliamente y fue comentado por el propio vice presidente de la República venezolana



Pero no solamente fue a través de la usura como algunos empresarios se apropiaban del dinero de los venezolanos, sino también del fraude: solicitaban divisas al Estado para importar, digamos, mil computadoras, para lo que recibían, siguiendo en un supuesto, cien mil dólares, por los que pagaban 630 mil bolívares. Pero lo que hacían era revender parte de las divisas en un “mercado paralelo” creado y alentado por ellos mismos a, digamos, 50 mil, y con lo que les quedaba, para guardar las apariencias de legalidad, importaban chatarra o, si eran muy “honestos”, unas computadoras de verdad que vendían a diez veces lo que les había costado. Así, según el ejemplo, si de esos hipotéticos cien mil dólares vendían 70 mil a 50 Bs., los convertían en Bs. 3.500.000,oo , y los 30 mil restantes los “invertían” en equipos que revendían decuplicando su valor, convirtiéndolos en Bs. 1.890.000,oo para un gran total de Bs. 5.390.000,oo, ahorrándose riesgos e impuestos, pero estafando a la Nación. Una ganancia de 755.56% en una sola operación y seguro que lo que sucedía en la realidad era mucho más jugoso. El negocio redondo, pues.

Se le vieron los alambres al mago


El otro “detalle” es que al investigarse quiénes eran los dueños de las empresas que exprimían los bolsillos de los venezolanos, aparecieron nombres vinculados a la “sufrida y desinteresada” oposición venezolana: el capitalismo especulador va de la mano con sus operadores políticos. El caso más emblemático es el de la empresa Maderas Imeca, propiedad del diputado opositor y candidato a alcalde de Valencia Michele Cocciola, en la que se encontró que vendía productos vencidos a precios de usura y contaminados. Una joyita pues.

Supremacismo a la venezolana


Al incidente de la señora Palomino, hay que agregarle la persecución que sufrió en un supermercado la esposa del actor Roque Valero, reconocido activista del chavismo, quien junto con su bebé de seis meses fue acosada por una turba por cometer el error de comprar en un sitio que cierta gente considera de su uso exclusivo. Y aquí llego a donde quería llegar: lo “exclusivo”.

DRAE dice:
exclusivo, va.
1. adj. Que excluye o tiene fuerza y virtud para excluir.
2. adj. Único, solo, excluyendo a cualquier otro.
3. f. Privilegio o derecho en virtud del cual una persona o corporación puede hacer algo prohibido a las demás.
4. f. Noticia conseguida y publicada por un solo medio informativo, que se reserva los derechos de su difusión.
5. f. desus. Repulsa para no admitir a alguien en un empleo, comunidad, cargo, etc.

Durante décadas, la industria de la publicidad nos ha bombardeado con la palabra “Exclusivo”. Todo producto o servicio que “vale la pena” debe ser exclusivo: nada para todo el mundo, sino cosas que nos diferencien de los otros de los perdedores como se dice en EE.UU., del “perraje”, como se decía muy gráficamente en Venezuela. Este continuado condicionamiento ha surtido efecto, más aún en quienes piensan que lo que diferencia a una persona de otra son sus posesiones o capacidad de tenerlas. Más aún, se preguntan qué va a hacer “el perraje” con una computadora x, un teléfono o cualquier cosa si no lo “sabe disfrutar”. Por supuesto, lo que llaman “perraje” es la “otredad”, los demás, cualquiera que no sea mi grupo, que no comparta mis valores, etc. Para los blancos sudafricanos eran los negros, para los japoneses los chinos, para los fascistas los comunistas. Los Nazis eran más parecidos a nuestra oposición de derecha, cuya visión del “despreciable otro” era lo suficientemente flexible como para meter en ella todo el que no les guste, más allá de su apariencia física: comunistas, judíos, homosexuales y otros, a pesar de que externamente eran indeferenciables de los “arios”, eran segregados, excluidos, perseguidos y exterminados. Cualquier coincidencia...

La inclusión es una palabra muy frecuentemente citada en el campo chavista como objetivo de su accionar político, reflejado en la repetida frase inclusión social. De hecho, los avances en este tema son reconocidos por prácticamente todos los organismos multilaterales internacionales como CEPAL, UNESCO, FAO, PNUD, OPS, etc., tan así que ni siquiera esto es puesto en duda por la oposición. Por el contrario, es probable más bien que sea la causa  de su oposición: ver perder su carácter “exclusivo”, que el apartheid social imperante de hecho actualmente se desvanezca y se permita al perraje ese que vaya a los mismos sitios que yo, a comprar las mismas cosas, que sus hijos estudien en los mismos sitios. Porque el temor es ¿cómo los voy a distinguir para poder odiarlos si usan y les gustan las mismas cosas que a mí? Al igual que la mayoría de los terrores y fobias al prójimo como p. ej. la homofobia, el antichavismo basa su odio irracional no en lo que desprecian del otro, sino en lo que temen encontrar en sí mismos.

Para apoyar lo anterior basta pensar en los millones de personas que ahora saben leer y escribir gracias a la Revolución, los millones que han dejado la pobreza y hecho de Venezuela el país menos desigual de América Latina según CEPAL, la solidaridad manifestada por el pueblo y su Revolución en las casas de alimentación, Mercal, PDVAL, etc. ¿es que acaso no son la solidaridad y la exclusión valores con los que la mayoría de la personas pueden identificarse? ¿y acaso la inclusión,la solidaridad y la justicia no son valores promovidos por el chavismo? Yo estoy convencido de que mucha gente teme sentirse identificada por estos valores y “traicionar” a sus condicionamientos y “entorno de clase” a la que pretenden pertenecer al darse cuenta que los principios de la exclusión y el individualismo sólo conducen al caos, la violencia y la destrucción social y ecológica de la humanidad y el mundo, y por eso rechazan sin siquiera argumentar cualquier propuesta o debate.

El programa de aplicación de la Ley del Presidente Maduro para combatir esta guerra económica contra el país ha puesto al descubierto como nunca el apartheid socio económico reinante en Venezuela, y con ello las “costuras” supremacistas y neonazis de algunos, pero sobre todo, las motivaciones vulgarmente comerciales de quienes en nombre de la “libertad” intentan justificar sus abultadísimos, grotescos e inmorales beneficios económicos. Mientras la “libertad” de los poderosos exprime por igual a chavistas y opositores, la democracia Bolivariana beneficia por igual a chavistas y a opositores: no he visto a ningún antichavista siendo rechazado de un CDI o un PDVAL, y espero no verlo nunca. Aunque hay que admitir que los capitalistas antichavistas extremos también son muy “democráticos”: no rechazan el dinero de chavistas ni del Gobierno Bolivariano, lo que por supuesto no les impide ejercer su oposición al Gobierno. Lástima que ni sus actividades comerciales ni políticas estén dentro de la Ley.

Impacto social y político de las acciones contra la especulación del Gobierno de Maduro


Si bien aún es temprano para medir el impacto social real de las medidas contra la guerra económica, es notable su impacto en el “ambiente” político nacional. Hoy 30 de noviembre de 2013 escribo esto desde una de las urbanizaciones más notoriamente antichavistas de Venezuela, escenario de “guarimbas”, barricadas y demostraciones de odio encendido el pasado 15 de abril. A pesar de que la oposición había convocado movilizaciones para hoy, hay total normalidad. Es decir, creo que, muy a pesar de ese sector que se ha apropiado de la oposición venezolana y ocupa el lugar de su dirigencia, se ha producido una distensión, un relajamiento en los resortes que movilizan a la muchas veces pavloviana y violenta reacción venezolana. ¿Por qué? Las razones exactas escapan a mi capacidad de análisis, pero sin duda lo que expuse anteriormente juega su papel: también los opositores compran, y tampoco les gusta sentirse estafados, utilizados, y peor aún, por la misma gente que han apoyado hasta en las calles, muchos de ellos creyendo que “arriesgaban su vida y su libertad frente al rrrégimennn” mientras  sus dirigentes simplemente facturaban y “vivían la vida loca”. Supongo que cando miran su TV plasma o su smartphone y piensan que lo compraron a diez veces su valor gracias a quien dice representarlos, la molestia debe ser mucha. La gran mayoría de la oposición, al igual que el resto del pueblo al que pertenece, no es sino asalariada o pequeños empresarios, que también se han visto favorecidos con la reciente regulación de los alquileres. En cualquier caso tendremos una más clara medición este 8 de diciembre en las elecciones municipales.

Por supuesto que de inmediato los medios se hicieron eco del rechazo de los sectores empresariales a las acciones del gobierno, pronosticando nuevamente y por enésima vez catástrofes y apocalípticos escenarios que sólo han tenido lugar cuando ellos mismos han intervenido, como durante el golpe o el paro de 2002 o la posterior crisis bancaria. También han intentado escudarse en la "libertad de mercado" o comercial, que pretenden les serviría de escudo para estafar. Y es que la desregulación, la Ley de la Selva, sólo favorece a los depredadores: a los débiles les queda sólo la "libertad" de ofrendarse como víctimas en el altar del sacrificio neoliberal. Pero eso lo dejamos atrás ya en Venezuela y en buena parte de América Latina, lo que pasa es que algunos sectores no se dan cuenta de que el mundo está cambiando. Por ello la cita de Rousseau al principio de este texto y que le era tan querida al Comandante Chávez, quien comprendió a cabalidad este hecho y actuó en consecuencia para proteger a los más débiles tal y como hoy hace el Presidente Nicolás Maduro: “Entre el débil y el fuerte, es la libertad la que oprime y la ley la que libera”.

Las puertas giratorias de la oposición venezolana

 

En Venezuela, como en muchos otros países, defender los privilegios de la clase empresarial dominante es un gran negocio. Lo ha sido siempre, pero hoy puede que esté dejando de ser algo “bien visto”, sobre todo cuando a través de los medios globales vemos las miserias que padecen los pueblos griegos, el español e incluso el de los propios EE.UU., cuyo nivel de vida es uno de los peores de la OCDE.
El dinero de los empresarios, que como he dicho en Venezuela proviene mayoritariamente de la inmensa teta petrolera estatal, reparte una generosa tajada entre los medios de comunicación mediante la “inversión publicitaria”, destinada a modelar la percepción de las masas y a comprar conciencias, si queda alguna en el mercado. Pagados con este mismo dinero salen los protagonistas de los anuncios comerciales, quienes “casualmente” son las mismas caras que nos presentan las noticias “imparcialmente” en el noticiero estelar. Sin olvidar que a través de partidas accionarias indirectas o abiertamente, muchos medios son propiedad de los mismos empresarios cuyos interesen podrían sentirse afectados por un gobierno que ponga límites a su lucro, o mejor dicho, que ponga en práctica las leyes que ya existen para proteger al pueblo llano (también conocido en el mundo del marketing como consumidores). 

Doble propósito de la especulación en Venezuela: más rentable que traficar drogas mientras se le serrucha el piso al gobierno socialista 

 

Desde hace más  un siglo, primero en la prensa escrita, luego en la radio, la TV y ahora a través de Internet, la publicidad ha moldeado el comportamiento de la gente, quebrando desde su misma base el sistema de valores y relacionamiento social para sustituirlos por otros más acordes con la “cultura” del consumo programado, el “bien común” fue sustituido por el individual, basado en el consumo, así como el relacionamiento: ya la gente no se relaciona por ser vecinos, ser amistosos o solidarios, sino por cómo y qué se consume: es común que relacionemos más nuestra infancia con un programa o jingle de un comercial de TV que con alguna actividad social o cultural local o con nuestros vecinos. Es que la masa ve la TV, pero esta se sienta individualmente dentro de sus casas a recibir pasivamente el mensaje. Igualmente, las personas en las ciudades viven en apartamentos, trabajan en oficinas, van en carros particulares, y entre una caja y otra se suben a ascensores en los que miran al piso o al techo. Y una vez en su casa, ven “el mundo” a través del filtro de su TV. No es sorprendente para nada que precisamente en estos lugares habite la gente que es más resistente a la propuesta socialista del chavismo o cualquier otra que se aparte de la “ortodoxia consumista”. Es muy parecido a la película The Matrix. O a cualquier sistema industrial de cría de animales. Por eso me he referido muchas veces a lo que nos proporcionan los medios como “pienso barato”, un alimento para que el ganado sea más dócil y se haga adicto a consumir. Así, al igual que el engorde de los cerdos perjudica al animal pero beneficia al granjero, el consumismo deteriora a las personas y beneficia a las corporaciones, aunque el cerdo y el comprador se sientan “de maravilla”.
No hay que hacer mucho esfuerzo para recordar cuando en nuestras calles se mataban los jóvenes por un par de zapatos. Hoy lo hacen por un celular. Por un lado la media corporativa enseña que se es lo que se tiene, y por otro las mismas empresas hacen que un artículo que en el mundo cuesta 50 dólares lo vendan en Venezuela como si costara 10 mil, y luego se rasgan las vestiduras porque hay mucha violencia. Si siembran codicia, desigualdad y consumismo, cosecharán violencia.
El sistema de propaganda ha logrado hacer, como vemos a diario, que mucha gente actúe directamente en contra de su propio bienestar, protegiendo a quienes los explotan y ataquen a quienes los defienden, como el famoso caso de la señora que atacó al Presidente del Indepabis por hacer que el arroz se vendiera al precio legal y no con sobreprecio, o cuando defienden a priori a individuos señalados de corrupción. Así, vemos a gente que apoya a la oposición venezolana haciendo colas para comprar artículos que el gobierno de Maduro ha permitido que estén a su alcance.  

Conclusión 

 

Las últimas medidas del gobierno venezolano, inspecciones y regulaciones que no son más que la aplicación de leyes ya vigentes pero que eran (y en buena parte siguen siendo) ignoradas tanto por quienes deben obedecerlas como por quienes están obligados a hacerlas cumplir, han dejado al descubierto la podredumbre y explotación en la que medra y prospera el capitalismo especulativo, de la misma manera que al abrir un tronco podrido se encuentra un ecosistema de alimañas operando en la sombra. La explotación de los  dueños de locales y centros comerciales a los comerciantes, la estafa a la nación trayendo contenedores con chatarra, el fraude del “dólar paralelo”, trabajo esclavo, evasión tributaria, contrabando, las compañías de maletín, las tramas de empresas que se venden y revenden productos encareciéndolos en cada paso y que terminan siendo de los mismos propietarios, y toda una serie de mecanismos y maneras para hacer trampa cuya enumeración requeriría varios tomos en una enciclopedia de la inmoralidad y el delito, todo ello probado y recomprobado in situ por los agentes gubernamentales cuyas inspecciones han sido incluso transmitidas en vivo por los medios de comunicación, no han dejado margen de duda de que había y sigue manteniéndose una operación de ataque contra la moneda para inducir una espiral inflacionaria ascendente de manera intencional, para socavar la base de apoyo del gobierno socialista y al mismo tiempo obteniendo más dinero que vendiendo drogas ilegales sin los riesgos.
A su vez, la indignación de los sectores opositores ante las colas de gente comprando electrodomésticos, ropa y artículos no de primera necesidad, deja al descubierto un apartheid socio económico que en la práctica mantenía al margen a la mayoría de las personas de ciertos bienes y servicios, manteniendo aquéllo de la “exclusividad”,que es la eufemismo del mercadeo para exclusión. Por supuesto que no es un progreso que toda la población sea víctima del virus del consumismo, pero indudablemente una sociedad donde la usura y la especulación no sean modos de vida aceptable como tampoco la extrema desigualdad para acceder a bienes y servicios, será una sociedad menos violenta y más cohesionada, sobre todo, más moral.
A pesar de lo que algunos macartistas y meolodramáticos quejidos que señalan que las medidas del gobierno son un preludio al comunismo (que tienen tres lustros anunciando),es evidente que son apenas parte de una regulación del mercado, lo cual de ninguna manera implica comunismo o socialismo. De hecho, basta recordar que la falta de regulación, la especulación y el laissez-faire ocasionó la debacle mundial de la implosión de la burbuja inmobiliaria de las sub prime en 2006 que buena parte del mundo, especialmente aquella ligada al FMI y sus mafias, continúa padeciendo. Así que a nadie conviene un mercado especulativo y desregulado, ni a los capitalistas ni mucho menos a un Gobierno elegido bajo la promesa de ir construyendo el socialismo. Bueno, no conviene a nadie más que a los criminales que se benefician directamente de ella lucrando con la especulación y estafando al pueblo y a quienes esperan que con ello se produzca un abrupto cambio de régimen que, por los vientos que soplan, se van a quedar esperando mucho tiempo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Venezuela: Ni costo de reposición ni confiscación. Algunas precisiones sobre la guerra económica en Venezuela

Algunos mucho más brillantes e informados que yo han derramado ya sus ideas sobre nuestras pantallas acercad de la "guerra económica" y sus últimos rounds, pero me interesa poner en tela de juicio algunos puntos que ni la brutal campaña mediática corporativa ni la errática y descoordinada "política" informativa del Estado venezolano han aclarado.

Lo primero es que, como ya muchos han terciado desde hace rato, toda guerra es económica. Nuestra guerra de independencia intentaba que los locales tuvieran el dominio de las riquezas y no el Imperio español. Visualicemos en nuestras mentes un mapa donde en vez de flujos de petróleo o migratorios grandes flechas dibujaran los flujos de capital. Las cifras de la CEPAL que avalan a Venezuela como el país menos desigual de la región nos dicen que la renta petrolera (básicamente la única fuente de divisas existente en nuestro país monoproductor) ha sufrido un monumental aunque aún insuficiente cambio en su distribución desde el arribo de Chávez al poder, lo que es en sí mismo una Revolución. De igual modo, en el plano internacional, el incremento por un lado de los aportes de la explotación petrolera al Estado mermando así los desproporcionados beneficios de las empresas transnacionales energéticas, así como la nacionalización de empresas básicas (CANTV, la actual CORPOELEC, etc.) y el fortalecimiento del sector público en áreas antes cotos cerrados de capitales predominantemente extranjeros, han cambiado progresivamente la dirección del chorro de dinero que antes se iba a Wall Street o a paraísos fiscales; los millones de dólares de dividendos de CANTV o del Banco de Venezuela que ahora se destinan a inversión social y que antes iban a accionistas privados en el exterior son muestra de ello. ¿Por qué creen si no que los grupos mediáticos ligados a grandes consorcios económicos mantienen una guerra de propaganda contra la Revolución Bolivariana? De igual modo, a lo interno la redistribución de la renta ha originado una batalla, un recrudecimiento de la lucha de clases que parafraseando a Clausewitz ha tomado a a política como la guerra por otros medios. En la Venezuela post petrolera, la clase dominante creció de la intermediación y del comercio, regada con las divisas que dejaba la monumental exportación petrolera, especie de piñata que una vez reventada y en virtud de esa Ley de la selva que es el capitalismo su contenido era acaparado por una minoría cada vez más poderosa, dejando a millones en la casi indigencia. Y no es un decir: 1998, el último año de la "Venezuela puntofijista", uno de los mayores exportadores de petróleo del siglo encontraba a la mitad de su población en pobreza. Si esto sólo no es suficiente para condenar por inmoral a un sistema, entonces nada lo será. Así que lo que sucede hoy es lo mismo: la batalla de unos pocos por acaparar las riquezas que deben ser de todos.


Los mitos de la derecha sobre las recientes acciones del Gobierno de Maduro para garantizar el acceso de la población a bienes y servicios



  • "Esos dólares son míos para hacer lo que yo quiera"
Como cualquier estudiante de primaria sabe, Venezuela es un país monoproductor y monoexportador, lo que quiere decir que en la práctica su única fuente de divisas es el petróleo, que por Ley administra el Estado para el beneficio colectivo. Recientemente, el Ministro de Energía y Presidente de PDVSA Rafael Ramírez aclaró que el 96% de las divisas del país provienen del aporte petrolero, y con ellas cuenta el Estado para satisfacer las innumerables necesidades de la población que tienen mucho que ver con la dependencia petrolera, por lo que hay que gastarlos en importar alimentos, medicinas, tecnología e incluso muchos productos de lujo que son para la los más poderosos. Y también, por supuesto, para que los más afortunados puedan viajar y hacer sus compras en el exterior, etc. En fin, no existe eso que claman los derechistas que "esos dólares son míos" y que deban disponer de ellos a su antojo.


  • "Las alzas son por el costo de reposición"
En Venezuela no sólo el Estado tiene las divisas, sino que luego del fracaso de las acciones de la "oposición  democrática" que incluyeron un golpe de Estado, el Sabotaje a la industria petrolera y el intento de un Paro General, intentaron secar al país comprando divisas en la nación para venderlas o depositarlas en paraísos fiscales en el exterior. Por ello, en febrero de 2003 se instaló un tipo de cambio controlado de divisas y regulaciones para acceder a ellas. El último "ajuste cambiario", molesto eufemismo (como todos) para no decir devaluación, se realizó en febrero de 2013. Si el Estado maneja todas las divisas, y si las vende al mismo precio desde esa fecha, es evidente que no existe ninguna justificación más alá de la vulgar codicia para elevar los precios de ningún artículo hasta 20 veces su valor. Eso sin duda constituye usura y es penado en todo el mundo. Por otro lado, la Ley del INDEPABIS establece la prohibición de remarcaje de precios a artículos que el comerciante tenga en almacén, es decir, si lo recibiste en enero y lo etiquetaste para su venta al público en Bs. 100, no puedes llegar cada mes y doblarle el precio y acabar ofertándolo en Bs. 10.000 porque la amante del comerciante quiere un Jaguar. Lo que pasa es que durante demasiado tiempo las leyes sólo metían presos a los pobres, y buena parte de los "negocios" se hacían al amparo de la impunidad, la corrupción y la usura.

  • "Maduro mandó a saquear, confiscar, expropiar, robar", etc.
Las razones para querer controlar el flujo de capitales no son las mismas en los bandos en conflicto en Venezuela. Por un lado, los de siempre, los llamados "Amos del Valle", familias con cierto "pedigrí" y poder desde tiempos coloniales, junto con los "nuevos ricos", toda clase de oportunistas  que aprovecharon sus "conexiones" para enriquecerse con mucho esfuerzo pero ajeno (con excepciones, como siempre), están dominados por algo sencillo: la codicia. "Negocio es negocio y lo demás es mariquera", y "todos los días sale un pendejo a la calle y es de quien se lo encuentre" eran frases usuales para despojar al prójimo de lo que fuera para "bien del negocio".
Es evidente que a este grupo de llamados empresarios, pensar en el "bien común" es algo que es superior a sus capacidades, o también que atribuir al bando contrario motivaciones altruistas equivale a confesar que el propio no las tiene. Como sea, jamás van a admitir que alguna regulación en sus operaciones sirva para "el bien común", porque evidentemente éste se contrapone al "bien privado": los miles de bolívares que el asalariado Juan Pérez deja de pagarles por algo que vale menos de la mitad, lo consideran dinero perdido, es decir, "un robo". Así nos vemos con otro ejemplo casi salido de Groucho Marx donde el universo se voltea, y el ladrón se convierte en héroe y la víctima en criminal. 
En el caso de Daka y los demás negocios intervenidos, el Estado lo que ha hecho es hacer obedecer la Ley, que impide el reetiquetaje y la usura, ésta prohibida expresamente en nuestra Constitución:
Artículo 114. El ilícito económico, la especulación, el acaparamiento, la usura, la cartelización y otros delitos conexos, serán penados severamente de acuerdo con la ley.
Y sigue:
Artículo 117. Todas las personas tendrán derecho a disponer de bienes y servicios de calidad, así como a una información adecuada y no engañosa sobre el contenido y características de los productos y servicios que consumen, a la libertad de elección y a un trato equitativo y digno. La ley establecerá los mecanismos necesarios para garantizar esos derechos, las normas de control de calidad y cantidad de bienes y servicios, los procedimientos de defensa del público consumidor, el resarcimiento de los daños ocasionados y las sanciones correspondientes por la violación de estos derechos.
Estos artículos, junto con la Ley del INDEPABIS otorgan sustento jurídico amplio a  las acciones recientemente realizadas por el Estado.
No ha habido confiscación alguna. Se ha conminado a las empresas infractoras a obedecer la Ley, que los obliga a retirar el remarcaje. Cuando un usuario adquiere un producto en Daka, se lo está comprando a esa empresa, que debe además cumplir con pagar sus impuestos, empleados, garantías al comprador, etc. No es el Estado el que vende, sigue siendo la Empresa infractora quien le vende al cliente pero ahora obedeciendo la Ley del Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis),vigente desde 2009.

  • "Maduro está acabando con el libre mercado"
Es evidente que el libre mercado no existe desde hace décadas en Venezuela, si es que alguna vez existió. Lo que hay desde hace tiempo es una cartelización criminal de precios, ya que ofrecen los productos sólo a quienes puedan proporcionar una ganancia máxima, marginando a la mayoría de la población del acceso a ellos. Este hecho por sí mismo justifica ampliamente la existencia del INDEPABIS y de las regulaciones y medidas del Presidente Chávez antes y de Maduro ahora.  Contradictoriamente, páginas como mercadolibre.com , tucarro.com , tuinmuebe.com etc., en vez de servir como alternativas de mercadeo y ampliar la base de ofertas, se convirtieron por obra y gracia de la codicia más escandalosa es los medios para la cartelización perfecta: se usaban las páginas como referencia de cuánto provecho se podía obtener de la venta de un bien determinado, en otras palabras, se cartelizaba el precio al máximo posible de cualquier artículo. Pero sin duda esto no habría tenido resultado si no fuera por dos factores: que gracias a la Revolución Bolivariana que subsidia los servicios públicos, alimentos, controla las tasas de interés de las tarjetas de crédito y otras bancarias, entrega viviendas, computadoras, educación gratuita en todos los niveles y pare usted de contar para no necesitar otro artículo, todos estos beneficios le permiten a la ahora creciente clase media tener un poder adquisitivo que antes no tenía. El otro factor, lamentablemente, es la codicia. Esa sed constante de cosas que realmente no necesitamos y que ha sido alimentado por los medios que nos han condicionado por décadas y por nuestro rentismo petrolero que nos hizo al modelo del American Way. Por ello, a la vez que me alegra que más gente tenga acceso a lo que antes se consideraban privilegios de la gente bien, por otro me entristece ver esas colas interminales de gente bajo el sol para comprar otro, otro TV, pero hiperrealista, de plasma o o sé cómo se llame. Cada vez que se gana una batalla, cien más tocan a nuestra puerta. Como he dicho muchas veces, el principal campo de batalla de una Revolución es la mente.

Ver también

Más de mil 300 ventas ha realizado Daka de Boleíta tras colocación de precios justos



Ver videos:

viernes, 8 de noviembre de 2013

Venezolano opositor al chavismo: no dejes que te "autoconvoquen" nuevamente a la violencia neonazi

Lamentablemente no sé cómo hace más daño la oposición en Venezuela, si cuando gana o cuando pierde.


Escribo esto más por salvar mi propia conciencia que con alguna verdadera esperanza de que nadie me haga caso alguno, pero tengo que poder decirme a mí mismo que "al menos intenté" apelar a algún rescoldo de racionalidad que pueda quedar en la mente de los radicales opositores al chavismo en Venezuela, no para que dejen de ser opositores, sino para que asuman su activismo con alguna responsabilidad. Ya sé que soy un soñador, pero no el único.

Lo primero que podría pedirles es que no voten por quien es abiertamente facha, amigo de uribistas, pinochetistas y franquistas, porque ser antichavista no debiera significar ser afín a estas macabras corrientes. Pero seré más modesto y les pediré simlemente que no se conviertan en patoteros y criminales.



El pasado 14 de abril padecimos la violencia ejercida por una oposición que jamás ha reconocido los resultados de alguna elección cuyo resultado favorezca al chavismo excepto cuando eran gobierno y por esa obvia razón. Esa violencia ocasionada por la irresponsabilidad y delirio de quien se supone es su cabecilla y la lenidad de nuestras instituciones ocasionó muertos, heridos y daños considerables a bienes públicos y privados en todo el país. Esos hechos recuerdan demasiado a lo que sucedió en otro abril, en 2002, cuando los mismos personajes también pretendieron desconocer la democracia y la Constitución. Mal puede tomarse como "demócrata" a quienes en 2002  inmediatamente se pusieron al servicio de una dictadura que no tardó en abolir la Constitución, al Estado, sus instituciones electas y persiguieron a funcionarios y militantes del "régimen chavista", pero hoy pretende desconocer a un gobierno cuya legitimidad no ha sido puesta en duda por ningún otro actor político o institución nacional o internacional que no sea de ellos mismos. Lo peor de esta actitud absolutamente desconocedora de la institucionalidad democrática nacional, regional e internacional es que aplica una violencia indiscriminada, que usualmente comienza en las zonas llamadas "pudientes" (porque este extraño rrrégimennn empobrecedor tiene "zonas pudientes" y gente que cacerolea desde las ventanas de sus quintas o apartamentos o por el "quemacoco" de sus Audi), efectuando lo que denominan "guarimbas", que no son más que bloqueos de calles en sus propias urbanizaciones (como si Maduro viviera en La Boyera, por ejemplo), secuetrándose a sí mismos en un ejercicio absurdo y arbitrario de la protesta, ya que niños, viejos, tirios, troyanos y ni-ni son atrapados en ese gueto instantáneo y autoimpuesto. Pero lo peor viene después, cuando comienzan a salir los más gritones y volentos, muchos de ellos armados, y se constituyen una especie de "Comisarios de cuadra" al estilo Stalin, los camisas negras de Mussolini o los Nazis camisas pardas, actuando al lado de las hogueras de las barricadas de cauchos y basura en llamas. Éstos "autoconvocados" y autonombrados líderes deciden quién pasa y quién no, y te puedes imaginar lo que sucede si intenta pasar algún sospechoso de ser "rojo". Bueno, no hay que imaginar mucho, basta recordar que todos los asesinados luego del llamado a "arrechera" de Capriles el 14 de abril eran chavistas, cosa que por supuesto no le llamó la atención a la prensa corporativa. 

Ver: 

Pero la cosa no para allí. Ahora además van a los hogares de funcionarios del Estado, militantes o sospechosos de serlo a acosarlos, amenazarlos y atormentar con cacerolazos a ellos y a sus familias (sin importar si hay niños, ancianos o lo que sea) con gritos tan "pacíficos" como "¡Muéranse malditos chavistas!", "¡No van a poder salir de aquí más nunca!", y otras lindezas por el estilo. Y si esto no fuera ya bastante malo, también se les ha ocurrido (con alguna auda de ciertos criminales amparados por la supuesta condición de "periodistas") sitiar y destruir (o al menos intentarlo) cualquier oficina que se relacione con "el rrrégimen", pero no sólo las casas del partido político oficial, el PSUV, por ejemplo, sino centros de salud, como los CDI, por la simple razón de que allí atienden cubanos. Así que además del odio político y de clase, hay que añadir la xenofobia. Bueno, las anteriores son variantes de esta última.


Es claro que todo esto no es sino para una cosa: amedrentar, intentar causar terror en la población chavista. Perdón, pero ¿no era lo mismo que hacían los Nazis contra los judíos, comunistas y todo lo que les pareciera diferente? Yo hasta ahora no he visto al primer chavista o grupo de chavistas acosando el hogar de un vecino opositor, pero créeme que si lo viera me opondría activamente, porque no se trata de una cuestión de fines y medios, sino de principios.

En las pasadas elecciones el Estado lamentablemente fracasó en garantizar la paz, y todavía están libres quienes azuzaron como perros a algunos venezolanos contra otros en el intento miserable de convertir a Venezuela en una nueva Siria, porque ¿alguien puede pensar que de verdad esperaban tumbar al gobierno con guarimbas en Chacao, La Boyera, Piedra Azul, Guaparo, etc.? Evidentemente que no, el objetivo es caotizar, violentar, azuzarnos como si fuésemos animales de pelea en una jaula, para justificar una intervención o las famosas "sanciones" unilaterales de Washington para minimizar o neutralizar la influencia de Venezuela en la región, lo que causaría miseria y empobrecimiento general, con las subsecuentes olas de hambre, mortalidad infantil, violencia y todo tipo de calamidades como ya hemos visto que sucedió en Irak, Libia o Siria. Me pregunto, ¿en qué ayudará eso a mi compatriota opositor "de a pié"?



Vienen unas nuevas elecciones, esta vez "apenas" para decidir cuáles van a ser las próximas autoridades municipales, es decir, Alcaldes y Concejales. Ya la oposición perdió casi todas las gobernaciones, conservando apenas 3 y perdiendo todos los Consejos Legislativos excepto el de Amazonas, creo. Es bueno recordar que Henrique Capriles ganó la Gobernación de Miranda con apenas 45 mil votos de diferencia sobre el chavismo, escasos 4 puntos de diferencia. Sin embargo, nadie en el "rrrrégimennn dictatorial" puso en duda su reñida victoria a medias, porque aquí también perdieron el Concejo Legislativo que pasó a mayoría chavista. Es decir, reconocen cuando ganan, pero no cuando pierden. ¡Qué grandes demócratas! Supongo que por esa vocación son amiguitos de joyitas democrátias como Álvaro Uribe y sus narcoparacos, Jovino Novoa y sus pinochetistas en Chile, Aznar el invasor de Irak y sus recortantes y corruptos amigos del PP, etc. Puras joyitas.
 En cualquier caso, no estar de acuerdo con el Gobierno, ser de derecha, conservador o como se quieran llamar no les da derecho a sitiar, amedrentar, asfixiar con humo, aturdir con ruido, acechar, amedrentar y aterrorizar a quienes simplemente tienen la desgracia de ser sus vecinos, piensen o no como ellos, porque entonces ya dejan de ser opositores, conservadores, de derecha, etc., y pasan a ser una vulgar horda neonazi.

jueves, 7 de noviembre de 2013

El "pasado feliz" y las plegarias atendidas de la oposición venezolana

Todas las madrugadas en La Candelaria en Caracas se repetía la misma indignante escena. Los muchos bares y restaurantes trataban de sacar la basura momentos antes de que pasara el camión del aseo para que los perros, gatos, ratas y otras alimañas no tuvieran tiempo de romperlas y regar por la acera su contenido repugnante mientras buscaban alimento. Aún más temidas eran las legiones humanas, los harapientos, los miserables.

No eran dos o tres "recogelatas", alcohólicos, "loquitos" o drogadictos. Eran hombres, mujeres y niños en el más absoluto abandono, a veces familias enteras, envilecidos por la penuria, la humillación, la violencia y la calle. Yo los ví, mientras buscaban su sustento en los desperdicios.

Eran mediados de los 90, yo vivía muy cerca de la Plaza La Candelaria, y muchas veces me quedaba hasta tarde en los bares y tascas, y al terminar la parranda y salir a la acera, ése era el espectáculo. Y como el balcón de mi apartamento daba hacia la calle se les podía ver, y escuchaba también los ruidos y voces ahogadas del indescriptiblemente degradado grupo de gente intentando sobrevivir ante la indiferencia total de los más afortunados. Así que yo dormía "arrullado" por el concierto de los miserables, las sirenas de las patrullas y el plomo que todas las noches zumbaba y cobraba por toda Caracas. Supongo que de no importarme estos "pequeños detalles", yo también habría sido "razonablemente" (o irracionalmente) feliz. El capitalismo te pide como requisito para ser feliz que ignores las penurias de millones de personas y la destrucción del planeta por el lucro y la codicia, lo que para algunos no es posible. Por ello la frase "felicidad social" es para quienes se etiquetan como "oposición" en Venezuela una contradicción en términos, ya que consideran la felicidad como algo absolutamente individual, como si viviéramos aislados en cápsulas, como en The Matrix. Y peor aún si alguien les dice que el Estado tiene algo qué ver con la felicidad, eso les parece herejía. Está claro que el Estado que en los 80 masacró con ametralladoras a los hambrientos y en los 90 dejaba en total abandono y buscando comida en la basura a millones de su propio pueblo consideraba que no tenía nada qué hacer por su felicidad, para empezar porque Estado y Pueblo eran sujetos absolutamente antagónicos.

Hace muchos más años aún, estando en la escuela Domingo Faustino Sarmiento de Maripérez, la pelota con la que jugábamos se nos fue por el agujero que habían abierto en el patio los habitantes del barrio vecino para poder buscar en la escuela el agua que no tenían. Yo fui a buscarla y la miseria que vi no la olvidé nunca más.

Se me escapa la razón por la cual muchos de mis contemporáneos, en un ejercicio de ilusionismo digno de uno de estos magos famosos de TV han "desaparecido" estos hechos de su memoria, y cuando ven (o tienen que hacer) una cola en un Mercal o un Bicentenario para comprar comida se inspiran para decir las frases más melodramáticas que Delia Fiallo jamás hubiese podido escribir acerca de cómo sufre el pueblo venezolano actualmente con este comunismo. Es completamente inútil que les refieras cifras de pobreza, de hambre, desempleo, etc.: cualquier prueba objetiva le es por completo invisible, su absoluto abandono a lo subjetivo y al cliché les ciega y es uno de mis motivos para no debatir con ellos, porque "argumentar" no existe en su dicionario. Si intentas recordarles cómo era la pobreza antes de Chávez o esgrimes algún estudio científico al respecto te expones a que te "decarguen su arrechera", porque quien prescinde de argumentos, datos y razonamientos para defender sus posiciones sólo se queda con la violencia para ello, como han demostrado lamentablemente en lo individual y colectivo ya demasiadas veces.

Por mi parte, desde niño siempre le he tenido estima a la ciencia como método confiable para formarse opiniones, por lo que no puedo dejar de citar que según el INE llegamos al año 1997 con 6.277.601 pobres extremos, sí, ¡más de 6 millones de personas en competo abandono, el 30% de la población total de Venezuela! Para 2012 sigue siendo inmoral la cifra con dos millones de personas (7% de la población), pero hay que tener mucho desprecio a la realidad para no darse cuenta de que estamos en el camino para la erradicación de este inadmisible pecado social de permitir la existencia de esta criminal desigualdad, y de hecho el Presidente Nicolás Maduro ha relanzado la propuesta de Chávez de estar libres de pobreza extrema para el 2019 (objetivo 2.2.2.2 del Programa de la Patria 2013-2019 de Hugo Chávez).

Yo no olvido a esos niños, mujeres y hombres envilecidos y abandonados, que gracias a Chávez y su hercúlea tarea de mover lo inamovible e iniciar esta modesta y humanitaria Revolución son cada vez menos. Quien se opone a la Revolución Bolivariana (y latinoamericana en general) debe asumir en su conciencia, poner en el debe de su contabilidad moral que se está oponiendo al único proceso que ha permitido revertir la degradación y empobrecimiento de la mayoría del pueblo, devolviéndole la esperanza y dignidad a millones. Ojalá que puedan poner en su haber moral razones suficientemente elevadas y válidas para hacerlo, aunque lo dudo.

La reversión hipotética de la Revolución Bolivariana sólo puede significar la reproducción de las legiones de marginados y su regreso a las calles, pero esta vez dudo que sea para buscar en la basura. La gente tiene hoy una conciencia mucho más clara de lo que son sus derechos, que lo que reza en la Constitución no es letra muerta. La oposición debe analizar muy bien sus deseos, ya que como decía Santa Teresa y se demostró con la muerte de Chávez tan suplicada a algún Dios perverso por la retorcida derecha venezolano-mayamera, "más lágrimas se derraman por la plegarias atendidas que por las no escuchadas". Rezaron por la muerte de Chávez, y su alegrón efímero e inhumano dió paso a las lágrimas de ira tras ver cómo el perturbado mental que tenían como candidato era derrotado por un obrero chavista. De igual modo, una posible caída de la Revolución Bolivariana podría engendrar otra mucho más radical y determinada, y en cualquier caso no hay motivos lógicos para suponer que ningún escenario implique la vuelta a un "pasado escuálido" imaginario de "felicidad y armonía" en la que sucesos tan catastróficos y notorios como el "Caracazo" simplemente no sucedieron jamás. Bien lo dijo Kafka con lúcida sencillez: "No es lo mismo liberarse de, que liberarse para". La Revolución Bolivariana tiene perfectamente claro de qué quiere liberarse y para qué, mientras que la contra sólo tiene clara su compulsión de erradicar la Revolución a cualquier precio, y eso nos hace diferentes en principios, medios y fines.

La consigna aparentemente superficial de "no volverán" no es sencillamente que no volverán los adecos y los copeyanos (que por otra parte y como ellos mismo han dicho, no se han ido), sino que no volverán las legiones de desesperanzados, miserables, envilecidos, a buscar en la basura. Los pobres que quedan, como los más afortunados conscientes y moralmente equilibrados siempre buscaremos justicia. No somos como el empobrecido pueblo español, para el que el "Estado de Bienestar" fue como una primavera que "no se merecían" por "vivir por encima de sus posibilidades" y ahora sí están en "lo real" y se lo tragan. No. No imagino al pueblo venezolano aguantando mansamente un intento de reversión y "domesticación" de esas características. De hecho en abril de 2002 se dio una clara muestra de ello. Pero nuestra derecha no es muy brillante que se diga y jamás aprende nada. Lo malo es que su soberbia y patanería la pagamos caro todos los venezolanos, como lo hicieron 11 inocentes asesinados por fascistas en abril de 2013, y hoy vuelven a subir las apuestas. 

Yo les repito: cuiden lo que deseen, porque a veces los deseos se cumplen, las oraciones son escuchadas... y se derraman las lágrimas.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Latinobarómetro y Venezuela: "¿A quién le va Ud. a creer, a mí o a sus propios ojos?"

El insólito Marxismo Grouchismo de la manipulación informativa contra la Revolución Bolivariana


"¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"
  • Nota: Esta cita es popularmente atribuida a Groucho, pero en realidad la dijo Chico Marx disfrazado de Groucho en "Sopa de ganso."
Groucho Marx - Wikiquote
http://es.wikiquote.org/wiki/Groucho_Marx 


 

El descaro de la manipulación mediática llega a veces a un nivel de absurdo que hace palidecer los geniales disparates de los más citados que conocidos Hermanos Marx.
El día 2 de noviembre de 2013, el portal lainformación.com publica la noticia:
Venezuela y Ecuador los que más incrementan apoyo a la democracia en A.Latina
Donde indica:
“Venezuela y Ecuador son los países en América Latina en los que mas se ha incrementado el apoyo de sus ciudadanos a la democracia, al subir más de 10 puntos porcentuales respecto del promedio del periodo 1995-2013, según un informe difundido hoy.”
Continúa:
“Éste destaca que la elección de Nicolás Maduro en Venezuela no sólo consolidó el porcentaje que dejó el extinto presidente Hugo Chávez en su segundo gobierno (80%) sino que llegó a un máximo histórico de un 87 %.
Según el análisis, el aumento en ese país respecto del promedio del periodo 1995-2013 fue de 16 puntos porcentuales.”

Y luego, sorprendentemente, matiza:
"Un fenómeno difícil de comprender dado la cantidad de evidencia de que las instituciones en Venezuela no garantizan todos los derechos de una democracia a la oposición", precisó.
La socióloga Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, que entregó este viernes detalles del informe 2013 sostuvo que "Venezuela permanece así en el ojo de la controversia como el país donde hay mayor distancia entre lo que dicen sus ciudadanos y lo que dice la comunidad internacional de su democracia".

 

Es decir, el estudio se descalifica a sí mismo al insinuar que a pesar de lo que diga el pueblo venezolano según el propio Latinobarómetro, puede ser desmentido por una no citada “cantidad de evidencia” en contra. En resumen, no importa así lo que el estudio afirme que sea la opinión del pueblo venezolano, sino lo que interpreta la directora de conspicuo apellido de la ONG de marras.
En fin, en esta comedia del absurdo que los medios y operadores nacionales e internacionales de opinión tejen alrededor de la Revolución Bolivariana desde hace años, lo único que nos sorprende es que se tomen con tanta naturalidad sus contradicciones que a veces, como ésta, llegan a incurrir en la autodescalificación, una especie de salto mortal de la lógica que se podría resumir así: “si alguna vez lo que digo puede ser tomado como un alegato a favor de la Revolución Bolivariana, entonces es que estoy equivocado”.
Definitivamente, Chávez (y la Revolución Bolivariana) los tiene locos.

lunes, 28 de octubre de 2013

Otra patología de la derecha venezolana: querofobia, miedo irracional y enfermizo a la alegría de la gente



Ante el anuncio realizado recientemente por el Presidente Maduro de crear un vice ministerio que coordine las Misiones denominado “viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo” (Ver: Oficializan creación del viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo | Correo del Orinoco http://www.correodelorinoco.gob.ve/politica/oficializada-creacion-viceministerio-para-suprema-felicidad-social-pueblo/ ), no tardó (como es costumbre) en crearse un gran revuelo mediático. Es revelador que armen tanta alharaca con la palabra “felicidad” mientras pasan bajo la mesa el uso y consecuencias de la palabra “arrechera”.

¿Por qué a la oposición venezolana le molestan tanto las referencias chavistas a la palabra “felicidad”? ¿Por qué ese nerviosismo que se disfraza con comentarios burlones pretendidamente mordaces ante la propuesta de que un ente gubernamental coordinador de las Misiones de Chávez lleve en su nombre la palabra “felicidad”?
No es la primera vez que esto sucede, ya recordamos el cataclismo (léase "agudas puntadas de culo") que produjo en algunos sectores de ultraderecha la frase de Chávez de que Venezuela y Cuba iban hacia el "mar de la felicidad". 

No nos sorprende, ya que desde la particular visión de nuestra derecha gringo-católica venezolana, la felicidad es un estado de pecado al que sólo se llega a través de otros como la codicia, la ambición y la avaricia, por ejemplo, porque en el capitalismo la única manera de ser feliz es ignorando las penurias de las mayorías, lo que a la luz de una ética cada vez más extendida en nuestro mundo social interconectado aunque profundamente hipócrita, es éticamente inadmisible.

Desde sus múltiples lecturas, Chávez nos acercó al socialismo con la búsqueda de la utopía posible, pasando por Jesús, Erasmo, Bolívar o Simón Rodríguez, leyéndonos y recomendándonos libros como “Fuegos bajo el agua” de Isaac J. Pardo, y dando todo un sustento ético, filosófico e histórico a la búsqueda de la felicidad. 

En su “Plan de la Patria” Chávez afirma que la felicidad individual no es posible en un mundo que necesita de la participación colectiva inmediata para apenas librarnos de la destrucción global y poder tener la esperanza de que nuestros hijos puedan construir un mañana donde esa felicidad sea posible. Por contraste, la oposición venezolana se limita a repetir los clichés que durante años nos machacaron los Chicago Boys (devenidos localmente en IESA Boys), que ensalzaban las bondades y beneficios del libre mercado y el american way que tuvieron un contundente y cruento mentís a finales de los 80 con la masacre burguesa del “Caracazo” y los infelices años 90 de privaciones, privatizaciones, emigraciones y pobreza extrema de más de 20% con que el primer exportador de petróleo mundial durante un siglo terminaba la centuria pasada, hasta que llegó Chávez.

Desde el comienzo de su monumental y particular campaña libertadora, Chávez nos citó a Bolívar en su “Discurso de Angostura” de 1819: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política” Once veces se repite en este documento la palabra “felicidad”, lo que no deja de ser muy revelador, así como sorprende la introducción del término “seguridad social”.  Por supuesto, para los liberales a ultranza, el simple hecho de mencionar en una misma frase las palabras “gobierno” y “felicidad” es anatema.  Pero, ¿cuál debe ser el objetivo del Estado sino el de garantizar las condiciones para que el pueblo todo pueda ser feliz?
Quienes abogan por un “Estado mínimo” que permita a los poderes máximos de siempre hacer lo que les dé la gana, no pueden estar de acuerdo con este enunciado, ya que en el modelo del capitalismo es imposible que existan ni las mínimas condiciones de felicidad del pueblo en general, como ya lo hemos comprobado amargamente en América Latina durante la negra noche neoliberal como la denominó el Presidente ecuatoriano Rafael Correa esa nefasta etapa de liberalización y privatización, y se verifica hoy también en la creciente desigualdad y pobreza de la sociedad “desarrollada” de Europa y EE.UU. 

El proyecto social neoliberal capitalista es absolutamente incompatible con la felicidad social y hasta individual, al tener como modelo de éxito al individuo egoísta y sin escrúpulos. De hecho, la felicidad es su enemigo, ya que su subsistencia se basa en la competencia salvaje  por la supervivencia y el dominio, en la codicia, la avaricia y la lucha permanente (elementos absolutamente hitlerianos). Una sociedad estable, feliz, no acosada por la codicia consumista, es la muerte para el capitalismo, tan cierto como el caso opuesto: una sociedad consumista, de individuos enfermos de codicia es la muerte para el género humano y el planeta en que habita, que motivó el compromiso para salvar al planeta que también rescata el "Plan de la Patria" de Chávez. Por ello la incomprensión, repulsión y miedo ante el concepto de "felicidad social" enunciado por Bolívar y rescatado por Chávez. De hecho existe un término para este rechazo: querofobia, miedo irracional y enfermizo a la alegría de la gente (querofobia – Wikcionario http://es.wiktionary.org/wiki/querofobia )

El énfasis de Chávez en la palabra felicidad contrasta también con la gris imagen del socialismo tras la llamada “cortina de hierro” que la propaganda pro capitalista propagó durante décadas, y ciertamente el modelo soviético no logró convertirse en el “manto protector” y productor de felicidad para su pueblo, por lo que éste asistió impávidamente a su derrumbe, cuando no festivamente, actitud que contrasta notablemente con la decidida lucha del pueblo venezolano por su Revolución en las innumerables veces que ésta ha sido amenazada: durante el sabotaje a PDVSA, el golpe de abril de 2002, la reciente intentona del 15 de abril de 2013, etc., lo que revela claramente que el pueblo mayoritariamente asocia su bienestar con la Revolución Bolivariana y está dispuesto a defenderla a cualquier precio.

La palabra felicidad es el norte de toda utopía, el horizonte, la estrella Polar inalcanzable que nos señala constantemente la dirección a seguir, y por ello no debemos tenerle miedo, así como tampoco a las palabras “amor” y “libertad”, ya que forman elementos básicos de esa utopía posible y necesaria a la cual pretendemos dirigirnos mediante esta nave de sueños que llamamos Revolución Boivariana y de la que somos todos tripulantes navegando, como bien lo dijo Chávez, hacia el mar de la felicidad. Por ello me agrada por un lado constatar que los revolucionarios, el pueblo llano que se expresa en las calles, en los medios o en Internet no duda en usar esas palabras al momento de explicar el por qué de su militancia, al tiempo que me amarga y asusta verificar que en el campo de quienes nos enfrentan los términos que se reivindican son “arrechera”, “cobrar” (en el sentido de “venganza”), “tener” (codicia), etc. Es evidente que muchos de nuestros compatriotas han sido mentalmente afectados, ya que pretenden ridiculizar que usemos la palabra “felicidad” mientras justifican que roben y maten en nombre de la “arrechera”. Muy preocupante.

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