En general, entendemos que los virus son fragmentos de información capaces de reproducirse al alojarse en un organismo huésped. Esto es válido tanto para sistemas biológicos como informáticos, es decir, para seres vivos y para las computadoras. En el proceso de autorreplicarse, obligan al sistema huésped a alterar su funcionamiento, muy a menudo poniéndolo en riesgo e incluso terminando su funcionamiento para cumplir el papel de infectar a otros sistemas y perpetuar el ciclo. En informática algunos virus son creados exclusivamente para obtener control remoto de las computadoras, de modo que un operario a distancia puede hacer que una máquina infectada trabaje para su interés criminal. Por la similitud con las viejas (y no tanto) películas de las leyendas de los zombies haitianos , se denomina así a las computadoras infectadas con este tipo de virus. A medida que la tecnología avanza y nuestros artefactos antes eléctricos o mecánicos ya procesan datos (como los teléfonos o automóviles), entran al club de los susceptibles de ser atacados por virus informáticos .
Nuestro organismo es obviamente biológico, susceptible a estas infecciones, y de hecho si eres adulto al leer esto es probable que hayas pasado por decenas de infecciones virales, asociadas con gripes, eruptivas, etc. Otros muchos son bastante más graves e incluso pueden llegar a ser mortales. Los mecanismos infecciosos de los virus son bastante conocidos en general, pero la especificidad de cada uno de ellos hacen extremadamente complejo detenerlos o anularlos. No todos los virus producen enfermedades en los organismos infectados. Algunos provocan en los animales respuestas inmunes que evitan padecer nuevamente la misma enfermedad.
No hace falta tener mucha imaginación para suponer que siendo nuestro cerebro un prodigioso equipo de procesamiento de datos, la mente (“software”) pueda ser objeto de un ataque de este tipo, como de hecho lo está siendo. No pretendo que este enfoque sea original ni mucho menos, sino ponerlo en evidencia ante el momento que vive la humanidad. Ya el conocido divulgador Richard Dawkins ha tratado el fenómeno de las creencias religiosas, sobre todo al cristianismo católico, como una especie de virus, en su acepción rigurosa , así que nada original hay en el enfoque. Sin embargo, hay numerosos hechos en nuestro particular espacio-tiempo (para hablar en el lenguaje de la física) que me traen a la mente insistentemente esta asociación:
El bombardeo incesante que hacen a nuestras mentes los medios de comunicación para que aceptemos ciertos hechos como “naturales” y trabajemos por nuestra propia destrucción (adoctrinamiento “zombie”)
La actuación en consecuencia de los “ organismos contaminados” en su autodestrucción
La replicación de este esquema de conducta: infección de otros individuos
El primer punto es tan notorio y omnipresente que se ha vuelto norma, y por tanto invisible. El constante adoctrinamiento a través de los medios para hacernos creer en la "justicia" de el mundo al revés donde mil millones padecen hambre mientras una minoría dilapida recursos limitados, donde los invasores genocidas son los “salvadores” y quienes defienden su tierra “terroristas”, quienes se hacen ricos a costa de las miserias de otros son “modelos” mientras sus víctimas unos “ perdedores”, y un infinito y lamentable etcétera, ha logrado sobre todo durante los últimos cien años gracias al avance de las tecnologías de la información, y me refiero a la prensa, radio y televisión sobre todo, lavar cerebros con una notable eficiencia. Este proceso de adoctrinamiento ha producido una especie de ganado que no sólo consume con avidez lo que se le proporciona a través de estos mismos medios de comunicación, sino que está dispuesto a defender no sólo a su explotador, sino al sistema que hace de él un “ganado” con su miserable vida si fuera necesario.
Este punto hemos tenido la lamentable ocasión de corroborarlo a lo largo de la historia muchas veces. En la Venezuela contemporánea he podido ver a quienes han sido víctimas de los banqueros y su usura financiera atacar al gobierno que los defiende, y es tristemente famoso el caso de la señora que le tira en la cara el contenido de una bolsa de arroz al entonces Presidente de INDEPABIS (Instituto Para la Defensa de las Personas en el Acceso a Bienes y Servicios) Eduardo Samán , arroz producto del decomiso de esta mercancía a un automercado que lo vendía con sobreprecio al consumidor. La señora de marras atacó a quien la defendía defendiendo a quien la atacaba. Es decir, actuaba en contra de sus propios intereses, contra su propio bienestar, como alguien que consume drogas que afectan a la mente, o como las máquinas afectadas por virus informáticos terminan destruyendo su disco duro o provocando daños que impiden su funcionamiento. El diario “venezolano” de corte neonazi “El Nacional” registró así el suceso en su edición del 19 de Agosto de 2008 :
De manera similar, cuando se intervino para regular los aumentos unilaterales de las tarifas por parte de los dueños de los institutos privados de educación, muchos de los padres cuyos hijos estudian en ellos, es decir sus clientes, se opusieron a la regulación y se cuadraron con los dueños de los colegios, cuyo capo, un tal señor apellidado de Lamo amenazó con desobedecer la Ley de regulación . Cuando los padres cuyos hijos son condiscípulos de aquellos que defendían el aumento de las tarifas fuera de la regulación les advirtieron que no iban a poder pagar estos aumentos, la respuesta fue de antología: “si no puedes pagar sácalos de este colegio y mételos en una escuela chavista”. Así de facha es una parte de la llamada “clase media”: el virus del capitalismo los hace actuar en contra de sus propios intereses y, de paso, de manera antisocial, e incluso sociópata. Cuando el fascismo se hizo cuerpo y poder en la Alemania Nazi , una de sus “bases ideológicas” fue el supremacismo, basado en la supuesta primacía de la “raza aria” y, en obvia consecuencia, la inferioridad de las demás. A pesar de que el nazismo apoyó numerosos “estudios” que avalaran esta tesis, realmente no era importante que fuera o no verdad, sino que lo pareciera, que sus seguidores se creyeran superiores y sirvieran a los fines de conquista y dominio absoluto del 3er Reich. Entre estos estudios o “ ideologías”, se sirvieron de una extrapolación absurda de las teorías de Darwin de la Selección Natural al campo humano y social, haciendo ver que el “más apto” es quien tiene derecho a sobrevivir y dominar, y que los demás sólo pueden y deben desaparecer, siendo el “más apto” aquél que de hecho y por fuerza dominaba ya, claro. No tengo ni que mencionar el profundo abismo moral que existe en esta abominación de tesis; mientras absolutamente lógica y demostrada en el campo biológico, justifica las mayores barbaridades al intentar ser llevada de manera forzada al campo de lo humano. Es evidente que la afirmación de algunos padres en el caso de los colegios o en muchos otros apunta en esta dirección: “si no tienes dinero como nosotros (para pagar a nuestros amos) ¡jódete!” Quien se molesta porque no puede pagar tarifas abusivas o lo encuentra ilegal o injusto y denuncia, no está exigiendo el cumplimiento de un derecho: es un “resentido social”, frase por cierto que admite a las claras que la sociedad es tan injusta que fabrica resentidos, pero que en la mente de los “ exitosos” descalifica cualquier pedido de justicia o denuncia.
Otro de los tantos antecedentes de este neofascismo de la clase media fue denunciado por mí en un video en el que se muestra cómo sobre la base de un rumor, se teje una corriente de opinión conspiranoica y fascistoide, en aquella ocasión por la supuesta elaboración de una “Ley Inmobiliaria” que iba a confiscar las propiedades de la clase media y llenar de “ cubanos y marginales” las habitaciones que la gente tuviera “ desocupadas”. Ni qué decir que semejante estupidez era falsa de principio a fin, pero servía, como la supuesta “supremacía Aria”, para arrastrar a la gente al odio, al exterminio y al dominio supremo de algunos a través del miedo. Las nuevas tecnologías, como el correo electrónico y las llamadas “redes sociales” han servido para difundir estos virus de odio y supremacismo fascistas deificadores del capitalismo a ultranza, mucho más que para difundir el conocimiento liberador, lo que es penado por las llamadas leyes de “derecho de autor”. Es decir, si difundes un mensaje falso hecho para producir terror y odio entre sus destinatarios, no pasa nada (aunque haga que alguien en un ataque de odio mate a otro), pero si difundes un libro protegido por el “ copyright”, puedes ir preso. Es la “lógica” del mundo capitalista.
La más reciente manifestación del virus capitalista, que como vemos en última instancia se revela con sus connotaciones claramente fascistas, vino con las expropiaciones a las empresas inmobiliarias por las estafas cometidas. Para quien no esté al tanto, a fines de octubre de 2010 el Presidente Chávez anunció la expropiación de varias empresas inmobiliarias por estafar a sus compradores . En seguida salieron en defensa automática a los estafadores no sólo los medios de comunicación empresariales, cómplices habituales de cuanto desmán perpetra cualquier capitalista que suela anunciar en ellos y defienda sus mismos intereses (o mejor dicho, su único interés: ganar cada vez más dinero sin importar cómo); sino también sus propias víctimas: Muchos fueron a hacer “ vigilias” en unas propiedades que las inmobiliarias jamás les habían entregado (y que no tenían intención de hacerlo a menos que pagaran dos o tres veces el valor convenido inicialmente) para defenderlas de la “invasión chavista”, es decir, contra unos pobretones desgraciados o, como el mutante Miguel Henrique Otero , editor del diario fascista “El Nacional” nos describió alguna vez, “el mismo lumpen de siempre con la carterita de ron y el pan bajo el brazo” . Así de bajo ha caído un sector de la clase media venezolana, que sucumbió a décadas de adoctrinamiento por parte de los medios de comunicación, que le enseñaron a ser “buen ganado”, a consumir todo el pienso que se le suministre a través de estos medios y cuanta porquería se les venda, ya que para ellos la única trascendencia del Ser está en Poseer, y Poseer cosas no por necesidad y justicia, sino por Poder, por la satisfacción misma de adquirirlas. El “buen ganado” ha sido inoculado exitosamente con el virus del capitalismo desenfrenado en su versión fascista, que es: “ si no puedes consumir como yo, ¡jódete!”, y que no permite que se cuestione este “modo de vida”, su versión latina de comedia del “ American Way of Life”. Si no estuviera al tanto de todo esto, me hubiese sorprendido un artículo publicado por la periodista Luz Mely Reyes en el diario “Últimas Noticias” del 7 de Noviembre de 2010 , en el que a pesar de que reconoce haber sido afectada por las estafas inmobiliarias de estos “empresarios” (léase sin ambages “ gángsters”) declara “No apoyo las expropiaciones” , así, sin mayor explicación. Es decir, como decía la canción de “Trigo Limpio”, “Rompeme, mátame” , pero no me ignores... (se me cayó la cédula, lo sé. Para aquéllos muy jóvenes para saber de qué hablo se trata de una canción muy de moda por los 70 de corte “machista-masoquista”). A una afectada no le gusta la acción del Estado destinada a restituirle su propiedad y su derecho. Quizá prefiera que le hubieran puesto una multa a la constructora, lo cual no habría impedido que rescindieran su opción a compra y revendieran su inmueble, como ha sucedido innumerables veces, lo que de hecho ha justificado la medida. La complacencia de las ovejas es la principal razón de la audacia de los lobos. Quieren un Estado Pastor, como el “Buen Jesús”, cuando es evidente que, a diferencia nuevamente con el mundo natural, aquí lo que hay que hacer es acabar con los “lobos”, lo que terminará con la existencia de “ ovejas”. No hay peor víctima que la que se sacrifica a sí misma, y el virus del capitalismo inoculado a la clase media “zombie” le hace ser un “buen ganado”, manso y obediente; si no va el carnicero al matadero, como buena oveja va y se degüella sola. Es una imagen espantosa, pero es lo que está pasando con un importante sector de la sociedad venezolana. Es una lucha de amos y esclavos, pero no “ entre” amos y esclavos, sino entre unos esclavos y otros que favorecen a los amos, porque por aquello que se ha denominado “ Síndrome de Estocolmo” algunos han llegado a identificarse tanto con sus captores que no imaginan la vida sin ellos. El American Way evidentemente no es una liberación, sino una esclavitud cuyos subproductos son la degradación moral, el neofascismo basado en la supervivencia del más “billetúo” por el medio que fuere, la pobreza invisibilizada, y el consumo desenfrenado que acaba al planeta pero hace millonarias a las corporaciones, entre muchos otros.
Este virus se viene difundiendo desde hace siglos, pero con el advenimiento de los medios de comunicación de masas se ha dispersado con mayor rapidez y peligrosidad. Infecta las mentes de nuestros jóvenes y los hace consumidores insensibles a otra cosa que no sea poseer la marca del pantalón o zapato que les confiere status, y es de todos conocido cómo se matan unos a otros por tener los más caros zapatos como símbolo de rango, nuevos “ cazadores de cabezas”. Ahora parece que han sustituido los zapatos por los celulares de última generación, precisamente desde los cuales puedes ver las películas y comerciales de tus héroes y productos favoritos, (como si hubiera diferencia entre unos y otros, héroes de TV y productos). El medio es el mensaje, ya lo han dicho. Los mensajes de “solidaridad” o “compasión” son desdeñados como señales de debilidad: quienes no logran alcanzar el Santo Grial del éxito monetario, merecen ser pobres, lo que es lo mismo que decir: “merecen desaparecer”. “Tuvieron su oportunidad”, o como diría Susanita la de Mafalda , “si son pobres es porque quieren, no supieron o quisieron hacer como nosotros y ser exitosos y adinerados. Si no pueden pagar su casa, que vivan donde puedan o se mueran. Que no estén cerca de mí...”, etc. etc. ad náuseam. Si esto no es fascismo, no sé lo que es.
Así que desmontar este virus, requiere mucho más que unas inyecciones o “correr” un antivirus. Este virus genera odio, guerras, y amenaza con acabar con el planeta por agotamiento de recursos, catástrofes nucleares, o convertirlo en un "1984" llevado a términos que asustarían al propio Orwell. Desactivarlo es entonces una necesidad urgentísima. Ignoro en este momento de qué manera podamos lograrlo, pero sólo se me ocurre seguir escribiendo, haciendo videos, seguir denunciando este virus que amenaza nuestra paz y la existencia del planeta mismo. Ahora recuerdo la película “Los ladrones de cuerpos”, el remake de 1978 , en la que unos extraños seres extraterrestres suplantan los cuerpos de los humanos en una invasión silenciosa. La versión original de plena guerra fría (1956) y el miedo al extraño, a la “ invasión comunista”, no es tan terrorífica como esta con esa inolvidable imagen de Donald Sutherland como en el cuadro de Edvard Munch “El Grito” denunciando a su ex compañera terrestre:
Así nos trataron el 12 de abril de 2002, y así lo harían de tomar de nuevo el poder: nos señalarían por “rojos”, por “resentidos sociales”, por lo que sea. Tenemos que demostrar que el capitalismo es inhumano, que su consecuencia lógica es el fascismo, la destrucción del planeta. Y más que demostrarlo, tenemos que anular la propagación del virus capitalista, educando a nuestros hijos en valores que no son consumir cosas, sino el amor y el valor de la vida propia, del congénere y de todas las criaturas, de la belleza terrible del universo, de su diversidad, de lo frágil de este momento de la eternidad en que tu lees estas líneas, del derecho de todos a vivir una vida agradable, etc., y no a ser “ ganadores”, a “yo a tu edad ya estaba explotando a alguien” , o “puede ser que especule, pero damos empleo” , etc.
Mientras escribo esto, Globovisión transmite con total impunidad su señal fascista, supremacista, de mayoría blanca y “bienvestidita”, glorificando criminales, narcotraficantes, explotadores, especuladores, vendedores de veredictos, asesinos y otras joyas, a pesar de los llamados del Presidente de la República a aplicar la Ley, y últimamente, a tomar las acciones del prófugo Zuloaga en este canal, como parte compensatoria al Estado que ha tenido que responder ante sus víctimas de lo estafado por sus empresas. Sin embargo, pasan los meses y nada sucede. Así, veo el panorama de nuestro triunfo mucho más complicado, si mientras yo apenas puedo escribir en este blog, los transmisores del virus capitalista tienen el casi total monopolio de los medios de comunicación. O nos definimos, o nos rendimos; o tomamos los medios de los transmisores del odio, o abandonamos toda pretensión de triunfo. Y también mientras escribo, el Alcalde “socialista” de Valencia, la capital del Estado Carabobo, paga la publicidad en uno de los medios que más transmite el virus del odio: el diario “Notitarde”. Mientras, millones de dólares del Departamento de Estado llegan a periodistas y medios de comunicación para difundir el virus capitalista vía USAID, NED, etc., ante la inacción del Estado. Eva Golinger denuncia y denuncia esta situación desde hace años, pero nada pasa tampoco. ¿Como podemos ganar así esta batalla?
Sin respuesta, sólo podemos seguir adelante, aunque lluevan cocodrilos, como decía Henry Miller.
Christian van der Dys
23/11/2010