Eso que nos hemos acostumbrado en llamar oposición en Venezuela tiene consistentes analogías con un mecanismo descompuesto. Claro, algo mal diseñado y peor construido. A veces pienso que es como un reloj descompuesto, pero eso es atribuirle mucha complejidad.
En nuestros pueblos pequeños, en sus modestas plazas Bolívar, suele haber una pequeña iglesia, en mejor o peor estado según los amigos que tenga el cura. Algunas, cuya modestia no impide la pretensión, ante la imposibilidad de exhibir un reloj en su campanario o estructura equivalente, optan por pintarlo, cumpliendo de este modo un fin artístico y decorativo y ahorrándose unos reales. Sus agujas señalan todo el tiempo la misma hora, a veces congelada en números romanos, y su realismo y capacidad decorativa varía según la capacidad del artista y el dinero invertdo.
Para mí, las similitudes de estos relojes pintados con la oposición venezolana son obvias. Su falsedad, su bidimensionalidad, su objetivo puramente mediático y su parálisis, además de su absoluta inutilidad son las primeras similitudes que me vienen a la mente. En lo que no se parecen es en que algunos relojes pintados tienen indudable valor artístico y que al menos dos veces al día tienen la hora exacta.
Sin embargo, como un reloj pintado, a veces la oposición también apunta hacia una verdad momentánea, circunstancial, aunque con menos frecuencia que dos veces diarias. Así, a veces, cuando señalan problemas como por ejemplo la violencia y mafias en las cárceles, la ineptitud de la burocracia estatal para dar respuesta a los ciudadanos, la llamada “ inseguridad”, etc., que son problemas reales, aunque no sólo nunca hayan hecho nada para resolverlos sino que sus propios líderes y la ideología que defienden sean sus máximos promotores, salen con festivo escándalo como los relojes cucús de las comiquitas anunciando la hora. Como la fábula del burro flautista, celebran su “acierto” diciendo: “miren, nosotros sí sabemos, ellos son todos unos inútiles, el socialismo está muerto”, etc.
Así, para “tener razón”, para justificarse, la oposición depende de los errores, olvidos y omisiones de la Revolución.
Por otro lado, es algo más que un mero símil decir que la oposición es un reloj parado. Señala un tiempo que se no existe, que no fue ni será. Su defensa a todo cuanto ha arruinado a la humanidad y al planeta y su incapacidad de responsabilizarse por ello la inhabilitan para integrarse a un rol productivo en la política, hacer al menos eso que llaman “crítica constructiva”. Ese movimiento que en Venezuela se ha dado en llamar oposición es un movimiento suicida, autodestructivo e inmoral. Digan qué causa criminal no apoya la oposición: el corporativismo devorador del planeta, el imperialismo asesino, el capitalismo esclavista y fabricador de miseria, el supremacismo fascista, etc. Defensores de la muerte.
Desde la vida, hay que procurar que ese reloj parado se quede sin nada que señalar. La Revolución en su movimiento produce errores, cómo no. Ellos desde su universo estático, muerto, son un error.
Este movimiento, con sus errores, ha permitido a millones de compatriotas salir de la pobreza y mejor aún, tener esperanza. Es una señal interesante observar que, muy a menudo, en su afán de señalar errores en la lentitud u omisión de la Revolución en solucionar problemas, la oposición sin advertirlo pide la profundización del socialismo. En ese punto, podemos estar de acuerdo. Hasta un reloj pintado tiene la hora exacta un par de veces al día, aunque no sirva más que de manera decorativa.
Nosotros tenemos el asunto bastante más complicado que la oposición. Siguiendo con el símil, un reloj parado tiene la hora dos veces al día, un reloj atrasado, nunca. La Revolución sólo lo será si funciona, si responde a tiempo, si mejora el nivel de vida, si nos abre la puerta de un futuro de vida y realización. Del mismo modo que un reloj por muy inspirado que sea su diseño, por ingenioso que sea su mecanismo, por bello que sea su arte será inútil para lo que debe servir, para lo que define su nombre si es incapaz de medir el tiempo correctamente, la Revolución sólo será tal si mejora nuestro nivel de vida, si nos permite felicidad, futuro. Así que no hay nada más “revolucionario” que señalar, con la intención de que sean corregidos, los atrasos, desperfectos y omisiones de la Revolución. Del otro lado, sólo cabe esperar el sabotaje, la intriga y el festejo por cada uno de esos errores.
Nosotros tenemos el asunto bastante más complicado que la oposición. Siguiendo con el símil, un reloj parado tiene la hora dos veces al día, un reloj atrasado, nunca. La Revolución sólo lo será si funciona, si responde a tiempo, si mejora el nivel de vida, si nos abre la puerta de un futuro de vida y realización. Del mismo modo que un reloj por muy inspirado que sea su diseño, por ingenioso que sea su mecanismo, por bello que sea su arte será inútil para lo que debe servir, para lo que define su nombre si es incapaz de medir el tiempo correctamente, la Revolución sólo será tal si mejora nuestro nivel de vida, si nos permite felicidad, futuro. Así que no hay nada más “revolucionario” que señalar, con la intención de que sean corregidos, los atrasos, desperfectos y omisiones de la Revolución. Del otro lado, sólo cabe esperar el sabotaje, la intriga y el festejo por cada uno de esos errores.
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