“¡Culpa 'e Chávez”!, exclama un ama de casa furibunda o un irónico “¡Viva la revolución!” cuando se va la luz en su casa u oficina. Evidentemente, no le falta razón para su queja, ya que la ausencia del fluido eléctrico te lleva en segundos a la era de las cavernas y en estos tiempos de total dependencia tecnológica hasta el más simple y cotidiano de los actos es imposible o al menos incómodo sin este suministro energético.
Sin embargo, la satanización de la revolución Bolivariana por parte de la llamada clase media y por algunos elementos de las clases más pobres, aunque evidentemente no la mayoría,es digno de un análisis un poquito más profundo que la banal reacción de molestia ante un súbito apagón. Y digo “profundo” con toda intención, porque en mi punto de vista gran parte del problema de no saber de qué lado del pan está la mantequilla radica en la banalización como una manera de interpretar al mundo y nuestra relación con él. Cuando dejamos de preguntarnos cosas y nos conformamos con lo que nos manifiesta nuestro sistema límbico, cuando abandonamos la racionalidad entonces somos susceptibles de ser manipulados y conducidos de manera emocional, con lo que razones y principios quedan reducidos a consignas y queda el terreno abonado para fascismos y otras calamidades.
Recuerdo haber escuchado el cuento, no sé si real o ficticio, de una tribu que ignoraba la relación entre el coito y nacimiento de los bebés, siendo este acontecimiento entonces algo que simplemente “sucedía” sin otra causa que no fuese el deseo de dioses o demonios. Por supuesto, con otros acontecimientos cuya relación “causa-efecto”es aún menos evidente se acudía a las mismas “explicaciones”. Como dije antes, al carecer de un marco “causal” o natural y sujetarnos a otro donde la razón de las cosas, sus causas, obedecen a fuerzas sobrenaturales o mágicas, nuestro destino no es sino lo que caprichosos dioses dibujan en un lienzo inescrutable, no tenemos ningún dominio sobre él. Eventualmente aparecen los sacerdotes o chamanes, quienes si somos “buenos”, nos portamos de tal o cual manera o les “mojamos la mano” cambiaremos el humor de los dioses y nos irá mejor en la vida. Pare de sufrir, pues.
Luego de toda una vida de vivir siendo blanco del mercadeo de los llamados medios de comunicación cuya razón de existir era venderte sus baratijas, la capacidad de análisis y de pensamiento causa-efecto de generaciones quedó afectada. Si compras lo que dice la TV o la revista, serás “de pinga”, de “éxito”, tendrás pareja y serás feliz. El nuevo chamán te bendice con tu compra. Los chamanes del marketing mediático no te venden un carro, una loción, un frasco, sino lo que eso te “ convierte”, y eso o sabe cualquier vendedor novato, ni hablar de un publicista. No compramos un perfume, un aroma: compramos “status”, admiración, jeva buena, novio con carro, etc.: el favor de los dioses. Los predicadores evangélicos de la TV actual lo que han hecho es acortar el camino, te venden de una vez la bendición prescindiendo del amuleto o convirtiéndolo en algo espiritual; es decir, te cobran como si te vendieran un carro nuevo, te hacen sentir como si te compraras un carro nuevo, pero no te dan el carro.
Yo escuché a un defensor del “libre mercado” decir que se crió viendo TV, que buena parte del día estaba solo en su casa viendo la TV, como diciendo “y no me pasó nada”, mientras yo pensaba “eso lo explica todo” . Y eso pasó con millones de personas en el mundo, durante décadas. Los padres trabajando mientras el chamán mediático condicionaba al pichón para que adorara a los dioses correctos. Desaprender esto cuesta una vida, en el mejor de los casos. Cuando le quitas al creyente su chamán o sacerdote, reniega, se siente solo, desnudo. Decirle que hay otras explicaciones y maneras de trascender, que el que le vende cosas lo está estafando y que es simplemente un borrego al cual esquilan lo pondrá muy mal. Esto me recuerda la recontra citada y reinterpretada película – parábola de los hermanos Wachowski llamada “The Matrix”. En ella, como seguramente sabes por haberla visto, se muestra a una humanidad en un horrible futuro en que no es ni siquiera esclava de las máquinas, sino sus “Duracell”. Para que los humanos se mantengan vivos en un estado vegetal produciendo energía para las máquinas, éstas los dotan de unas vidas virtuales, donde se desarrollan, relacionan, crecen y mueren, mientras sus cuerpos realmente nunca abandonan una especie de capullo eléctrico. Esta realidad virtual es la llamada “Matrix”. Fuera de ella el planeta es un yermo sin luz, un Hades. Algunos logran salir de este estado semi vegetal y luchan contra las máquinas dentro y fuera de la “Matrix”, creando una especie de célula de resistencia. En una parte de la película, uno de estos “resistentes” harto del horrible mundo real, sus terribles limitaciones y condiciones semi infernales traiciona a sus compañeros a cambio de una vida de lujos y excesos en la Matriz. Una “vida” de mentira, puede ser, pero la única que a este personaje le parece que vale la pena. El paralelismo que intento establecer es obvio en muchos sentidos: una Revolución no es cambiar a un chamán por otro, ni a un Dios por otro, sino a la manera de entender al universo. El rechazo que vemos al proyecto Bolivariano es una suma del terror de los chamanes del mercado transferido a sus creyentes que ven que su modelo-escala de valores es cuestionado y por supuesto, de la negativa de los viejos dioses (mercados, corporaciones) a ser sustituidos por conceptos tan prosaicos como “bienestar colectivo”, “paz”, “equilibrio natural”, etc.
Cuando se culpa a Chávez por un apagón, pero no se lo “culpa” porque millones de personas abandonaron la pobreza, por ejemplo, se cae en esta manera de “ pensar”, que no es tal, sino reaccionar. No es un pensamiento, sino un tropismo, una reacción donde lo que menos interviene es la conciencia. Pero durante décadas se nos ha condicionado a no pensar, sino a reaccionar, a responder a condicionamientos, como el perro de Pavlov. Suena la música de Disney y me da nostalgia y quiero salir a comprar regalos navideños a un centro comercial. Cuando Chávez dice que “ser rico es malo” porque la riqueza obscena de pocos condena a inmensas mayorías a la exclusión, los condicionados actúan con odio contra Chávez, aún no siendo ricos, pero tienen en su mente ese hueso al final del palo que es la “ oportunidad” de serlo. Por eso es usual en los discursos de la derecha escuchar en vez de la palabra “derechos”, la palabra “ oportunidades”: no hablan de “igualdad de derechos”, sino de “ igualdad de oportunidades”. El capitalismo es un Kino donde sólo unos ganan y viven en una obscena opulencia mientras los demás están condenados a una vida que apenas merece ese nombre. Un mundo de derechos para todos es antagónico a él, pero también lo es un mundo con moral, ética. Las últimas manifestaciones de “indignados” y “ocupantes” en buena parte del mundo “desarrollado” son una reivindicación a Chávez: ser rico es malo. Los manifestantes dicen con orgullo “somos el 99%, somos los pobres, no tenemos ni medios de comunicación ni trabajo, son ustedes, el 1%, los ricos los responsables de este desastre”.
Decir a estas alturas, por ejemplo, que en Venezuela no se ha reducido de manera notable y constante la pobreza no es ni siquiera falta de análisis, de razonamiento, de información, sino negar una realidad que se palpa en la diferencia de la Venezuela del “Caracazo” y sus fosas comunes a la declarada “ libre de analfabetismo”, con la mayor tasa de matrícula en educación superior en el hemisferio después de Cuba y al país menos desigual de América Latina según la CEPAL. Igual de locos es decir que no hay libertad o que “está amenazada”, cuando el auge de todo tipo de medios es evidente, internet llega gratis a todos mediante un programa premiado por la UNESCO (Infocentros), hay más medios comunitarios que en toda la historia, etc. Quienes dicen lo contrario son quienes secuestran a la gente y la meten en campos de concentración sin ningún tipo de derechos a nombre de la libertad, o quienes detienen a centenares de personas luego de golpearlas por manifestarse en las calles contra el capitalismo sin que aparecieran en los medios corporativos durante meses.
¿Significa esto que como dice la oposición, “el chavismo quiere hacer ver que Venezuela es el país de las maravillas donde todo es perfecto”? En absoluto. Hay infinitos problemas y desafíos. Moverse, vencer la inercia, es una victoria, pero no La Victoria. Como dice Benicio del Toro como el “ Ché” en la película de Soderbergh cuando un miliciano lo felicita al caer Batista y le dice “¡Ganamos la Revolución!”, y el Che-Benicio contesta “No, lo que ganamos fue la guerra, ¡la Revolución comienza hoy!” O algo así, que mi memoria no es perfecta. Lo importante es el cambio de filosofía, de la religión de los chamanes del mercadeo, del tener y del comprar al de Existir con paz, justicia y bienestar para todos. No es poca cosa.
Una de las cosas que me desagrada de las religiones es ese poner en manos de uno o varios dioses la explicación y razón de todo. Eso permite la existencia de intérpretes de los misteriosos designios divinos. Por extraño que parezca, para mucha gente de la oposición en Venezuela Chávez es un Dios, o mejor dicho, un Demonio, cuyas acciones son incomprensibles sino en el marco de una maldad sobrenatural. A sus ojos,sus acciones son incomprensibles, arcanas, y sobre todo, aterradoras. Encarna todos sus temores (creo haber proporcionado una explicación a esto en los párrafos anteriores, seguramente una tan buena como cualquier otra pero explicación al fin). Como en cualquier tribu, necesitan y tienen sus chamanes que les dicen qué deben hacer para conjurar ese espíritu maligno y caprichoso que ejerce un inmenso poder sobre sus vidas: estos chamanes los mandaron a marchar vestidos de negro unas veces, con antorchas otras, colina arriba, colina abajo, a trancar calles, poner la bandera de Venezuela al revés, etc. Por supuesto, hay que tener fe y, sobre todo, pagar. En el caso de la oposición venezolana es particularmente notable cómo esta dependencia de sus chamanes les ha hecho oponerse a su propio bienestar, protegiendo a quienes les perjudican mediante la estafa o el robo vulgar de una manera patológica (protegen a quienes los estafaron con viviendas que se cobraron y nunca se construyeron, a quienes los condujeron al matadero de Puente Llaguno el 11 de abril de 2002 y dispararon contra ellos, a quienes dejaron sin gasolina al país para forzar un Golpe de Estado, a los accionistas de bancos que se llevaron sus dineros a Florida y un interminable y penoso etc.)
Pero en esta “Matrix” en que viven metidos, les vale madres que millones de compatriotas sepan leer ahora, o que ya no sean pobres, o que estén mejor alimentados, o vayan a las escuelas, o lo que sea: total seguro eso es una “ mentira del rrrégimenn”. “Yo lo que quiero es que no se vaya la luz nunca, pueda ir a “Mayami” todos los años a ver al ratón Mickey y la ballena en el Seaquarium, o ser CEO de Google en Sillicon Valley y no puedo por culpa'e Chávez” “No consigo mis Clarks importados, ¡culpa'e Chávez!” Y lo peor, aunque no hayan hecho nada de esto jamás en su vida, creen que es “culpa'e Chávez” que no lo puedan hacer. Cualquier consideración que pase por pensar en razones, por qués, bienestar colectivo, etc., les vale madres. Sólo les afecta Chávez negativamente, sin importar que la electricidad, gasolina, educación, alimentos, etc., sean subsidiados “culpa'e Chávez”, entre innumerables medidas del gobierno de Chávez que ha permitido el crecimieto sin precedentes de la clase media. Por supuesto que si se entera de eso, sólo servirá como “argumento” de la maldad de Hugo Chávez: “por culpa del subsidio de la gasolina es que estamos jodidos....”, o “claro, ahora estoy rodeado de chusma”, etc. Como decía Groucho cantando en una de sus películas, “sea lo que sea, estoy en contra”.
A diferencia del gusto o disgusto por un tipo de música, un carro, o una bebida, creo que cosas más profundas se juegan en la política. Cuando alguien me dice “no me gusta Chávez” le podría responder: “Bueno, yo no le he probado” ¿Qué quieren decir con “gustar”? ¿Es que se quieren casar con él? Porque yo no quiero eso, yo lo que quería era una propuesta que no beneficiara a los mismos de siempre, que redujera la pobreza y la desigualdad, que dejáramos de ser el patio trasero de USA, que pudiéramos tener acceso a buena educación, que se acabara la corrupción,que la justicia y las leyes fueran iguales para todos, y un sin fin de cosas menos o más utópicas. Algunas de estas metas están más cerca, otras tan lejos como siempre, pero hablando en sus términos de mercado, es la mejor oferta y la mejor oportunidad hasta ahora de llevar nuestra Patria por un camino cercano a lo que considero correcto, justo. Yo sospecho que cuando muchos dicen “no me gusta Chávez” en realidad están diciendo: “no es blanco, ni de Caracas, ni clase media, ni estudió en Harvard, ni siquiera en la UCV, y peor, es militar, del interior y ordinario”. Es decir, no habla la razón, sino los condicionamientos, los prejuicios. Y yo creo que en algo tan importante como la política, nuestro presente y el futuro de nuestros hijos, el futuro de la Patria y hasta del mundo si me aprietan mucho, creo que debemos ser un poco menos ligeros, un poco más concienzudos, cuidadosos, profundos. Hacernos preguntas: “es esto verdad? ¿esto es cierto?” Como los medios de comunicación son cada vez más parte del problema, hace ya algunos años que aprovecho las facilidades de Internet y busco datos de diferentes fuentes, por ejemplo de la CEPAL, la UNESCO, de organismos diferentes sobre nuestro país. Y, como era de esperar, el panorama es diametralmente opuesto al que pintan los medios. La reducción de la pobreza, el aumento del nivel de vida es algo que nadie puede negar hoy en Venezuela. El problema viene cuando a la gente no le interesa eso, sino “sacar al tirano”. Miren el holocausto (como les gusta usar esa palabra) que ocasionaron en Libia en nombre de la “libertad”.
Por supuesto que del otro lado ocurre otro tanto: Chávez es un Dios que jamás se equivoca y, si osas insinuarlo, tu herejía se castiga con los señalamientos de “ contrarrevolucionario”, “burgués” en el mejor de los casos, o “ apátrida” y “traidor”, si la cosa es mayor. También hay los chamanes que se suponen intermediarios entre el Dios y sus creyentes, y comercian con ello. Yo personalmente creo que Chávez ni promueve ni es responsable de esta situación, propia de la dicotomía maniquea en que se ha convertido la confrontación política dentro y fuera del país. Un indicio de que el chavista promedio no es un “fanático religioso” han sido los procesos electorales: cuando la población percibe que hay fallas en la gestión, que las cosas podrían estar mucho mejor, el respaldo electoral baja: la pérdida de la Reforma Constitucional y el casi emparejamiento de la oposición en la Asamblea Nacional son muestras evidentes de ello. Pero también son muestra del profundo condicionamiento de buena parte de los venezolanos que no le gusta Chávez o su proyecto, lo que no es nada objetable, pero se conducen y votan por proyectos y personas que cuando han tenido el poder han empobrecido y entregado al país a lo que los indignados llaman ahora “el 1%”, y cuyo objetivo evidente es hacerlo de nuevo si tienen la oportunidad, lo que sí encuentro muy objetable.
De igual manera que ignorar la relación entre el acto sexual y la preñez nos hace incapaces de planificar y nos hace creer en dioses que gobiernan nuestro destino como la tribu de mi ejemplo anterior, ignorar la relación entre el capitalismo y la obscena desigualdad, el liberalismo y el totalitarismo que ejercen gobiernos controlados por corporaciones, gobiernos que tienen ejércitos que invaden y matan y roban, y policías que persiguen y aplastan y leyes que favorecen enormes corporaciones mientras hombres mujeres y niños son sacados de sus casas hipotecadas y mueren por falta de medicamentos y alimentos en todas partes del mundo (incluyendo en los países que tienen esos gobiernos) nos hace vulnerables. Hay una Revolución en marcha porque la gente, poco a poco, se va dando cuenta de que el Capitalismo es una “Matrix”. Venezuela es parte de ese nuevo mundo que se puede vislumbrar fuera de la Matriz: por eso la intención de pintarlo horroroso, deformarlo: decir que en Venezuela “no hay libertad”, ni comida, que la gente se mata en las calles como moscas, etc. es una manera de aterrorizar, de decir “no hay otra vía”. Y si no pueden hacer que “se vea” así, créanme que lamentablemente intentarán que se “convierta” en un horror, como hicieron con Libia. Así que no nos engañemos, desafiamos al Monstruo. Y debemos estar preparados.
Christian van der Dys
Valencia 9 de noviembre de 2011
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