No es de extrañar que comunicacionalmente nos tengan contra las cuerdas, o más bien nos estén masacrando mediáticamente, si nuestro Sistema Nacional de Medios Publicos (o “Bolivariano”, como también lo he oído nombrar, aunque seguramente también le dirán luego “Socialista”) reacciona con la agilidad de un extinto brontosaurio ante el ataque de de los medios privados, que como una gigantesca invasión de ratas todo lo roe y contamina, y vence por la rapidez, cantidad y poder infectocontagioso.
Sabido es que algunos paleontólogos tienen la teoría que más que un colosal cataclismo universal, fue la superioridad de los primeros mamíferos, seres diminutos parecidos a las modernas musarañas, la que terminó venciendo a los gigantescos, lentos y menos adaptables dinosaurios.
Regresamos de Carnaval y nos encontramos con una devaluación (para no usar el eufemístico “ ajuste cambiario” que es un insulto a nuestra inteligencia) cercano al 50% sin anestesia, sin preoperatorio, y hasta ahora, sin postoperatorio.
Una buena parte del país, de hecho más de la mitad salió de sus casas estas vacaciones para ir a la playa, a la montaña, a montarse en un avión, un autobús, un por puesto, en bicicleta, lo que sea para divertirse o descansar. Lo más probable es que buena parte de esas personas, incluyéndome, precisamente por descansar no hayamos estado pegados a los medios de comunicación, por lo cual aparte de los chismes terroríficos, la infección que ponen a correr las ratas, no sabemos nada de la medida devaluatoria.
Hoy en la mañana, mientras en los medios privados se aterrorizaba como es usual a la población ante cada nuevo escenario, el consabido SNMP (el Sistema Nacional.. ya saben) “miraba para otro lado” en su mayoría. De hecho, en una de las ondas de Radio Nacional estaban pasando un programa sobre astrología, esa invención de los periódicos gringos para vender más y embrutecer a sus lectores. Es que dfinitivamente, como los pobres, sólo heredamos las taras. Uno podría preguntarse angustiado si es que estamos en manos de gente que para tomar la decisión de devaluar se esperó “a que Venus saliera del retrógrado” o algo así. Es absolutamente incomprensible esta falta de respuesta (ya que ni siquiera es lentitud en darla) a una población que está siendo bombardeada con el terror ante una palabra que invoca los peores demonios: “devaluación”. Y en febrero.
Es comprensible que una medida de esta naturaleza no pueda ser anunciada con antelación: se beneficiarían entonces los mismos que lo hicieron en 1983 al tener esta información “filtrada” y se hicieron más millonarios. Pero que yo sepa nada impide que después de tomada se explique, de manera sencilla, calmada, pero completa, detallada y reiterada a la población las razones y expectativas de esta medida. “En Confianza”, como decía nuestro muy oportuno Ministro de Comunicacación Ernesto Villegas. Es como decirle a un paciente que lo van a dormir para hacerle un examen y se despierta con una cicatriz, y solo. O peor, no solo, sino con una tía y una prima chismosas diciéndole “¿Viste? Yo te dije que esos médicos te iban a matar, no saben lo que hacen, no te lo han dicho, pero en verdad te sacaron el hígado para un trasplante, seguro, al novio de la nieta de un primo de un amigo le pasó lo mismo...” etc. Y no aparece ningún médico que contrarreste esta información.
Es importante recalcar que si bien estamos acostumbrados a la campaña de terror de la derecha, esta vez concurren varios factores: hablan de un proceso que aunque no es el caso actual, está asociado a tragedias y dificultades en la mente de los venezolanos, la “devaluación”: Luis Herrera en el 83 el “Viernes Negro del 18 de Febrero, o la liberación del dólar y la catástrofe del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez que devino en el Caracazo. Estos fantasmas fueron invocados por la oposición (a pesar de que como sabemos quienes la dirigen son los responsables de esas pesadillas) ante las terribles pruebas del Golpe del 2002 o el sabotaje y paro patronal de 2002-03. Pero esta vez Chávez lleva dos meses ausente, lo que crea un punto de incertidumbre en el pueblo chavista que no es conveniente subestimar.
En cualquier caso nada costaba contestar a algunas sencillas interrogantes:
¿Por qué era necesaria la devaluación?
¿Qué podemos esperar de ella?
¿Cómo influirá en mi vida diaria y en mis planes para futuro?
¿Como me van a garantizar que los alimentos, los electrodomésticos, los carros, los repuestos, el colegio, los útiles escolares, las medicinas, etc. etc. etc. no terminen de escaparse de mi alcance?
¿Por qué no ponen presos a los especuladores cambiarios?
¿Por qué no ponen presos a los especuladores y acaparadores de todo tipo? Ya hay varios productos que no se consiguen o que se consiguen con sobreprecios criminales en los buhoneros o páginas web, por lo que la preocupación es real.
Repetimos como loros para criticar a Globovisión con razón, por ejemplo, que la Constitución de nuestra nación dice que la información debe ser “veraz”. ¿Se nos olvida que también dice “oportuna”? Pareciera que es mucho después de que la gente se procupa, cuando las ratas han hecho su trabajo, que los responsables de esta medida y su implementación van a tratar de tranquilizar a los compatriotas. A juzgar por muchas reacciones donde la gente se expresa rápida y libremente, en páginas como Aporrea o las redes sociales, no es tanto que las ratas han hecho su trabajo, sino que el dinosaurio llamado SNMP es incapaz de hacer el suyo. Pero también los responsables de la medida (Giordani, Merentes, Maduro, etc.) debían hacer un esfuerzo mayor en informar: foros, micros, ruedas de prensa, encartes, etc., a través de la gran batería de medios a su disposición de una manera más eficiente y activa, no esperando que vinieran a decirles la gran “novedad” de que los medios privados aprovechan la ocasión para aterrorizar a la gente.
Para los socialistas venezolanos, la unidad alrededor de Chávez es un bien supremo basado en la confianza. Me parece que esta confianza no está siendo valorada y cuidada adecuadamente. A veces parece que dan demasiadas cosas por sentado, lo que es un error que no nos podemos permitir. Podemos devaluar la moneda, pero no la confianza. Así se perdió la Reforma en 2007. No esperemos a perder también la Revolución.
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