Como vemos en el cintillo de texto al pie de la imagen, se trata de relacionar sin más a Chávez con el terrorismo. Imagen captada el 13/12/11 |
A ver si nos ponemos pilas de una vez.
Como vemos en el cintillo de texto al pie de la imagen, se trata de relacionar sin más a Chávez con el terrorismo. Imagen captada el 13/12/11 |
“¡Culpa 'e Chávez”!, exclama un ama de casa furibunda o un irónico “¡Viva la revolución!” cuando se va la luz en su casa u oficina. Evidentemente, no le falta razón para su queja, ya que la ausencia del fluido eléctrico te lleva en segundos a la era de las cavernas y en estos tiempos de total dependencia tecnológica hasta el más simple y cotidiano de los actos es imposible o al menos incómodo sin este suministro energético.
Sin embargo, la satanización de la revolución Bolivariana por parte de la llamada clase media y por algunos elementos de las clases más pobres, aunque evidentemente no la mayoría,es digno de un análisis un poquito más profundo que la banal reacción de molestia ante un súbito apagón. Y digo “profundo” con toda intención, porque en mi punto de vista gran parte del problema de no saber de qué lado del pan está la mantequilla radica en la banalización como una manera de interpretar al mundo y nuestra relación con él. Cuando dejamos de preguntarnos cosas y nos conformamos con lo que nos manifiesta nuestro sistema límbico, cuando abandonamos la racionalidad entonces somos susceptibles de ser manipulados y conducidos de manera emocional, con lo que razones y principios quedan reducidos a consignas y queda el terreno abonado para fascismos y otras calamidades.
Recuerdo haber escuchado el cuento, no sé si real o ficticio, de una tribu que ignoraba la relación entre el coito y nacimiento de los bebés, siendo este acontecimiento entonces algo que simplemente “sucedía” sin otra causa que no fuese el deseo de dioses o demonios. Por supuesto, con otros acontecimientos cuya relación “causa-efecto”es aún menos evidente se acudía a las mismas “explicaciones”. Como dije antes, al carecer de un marco “causal” o natural y sujetarnos a otro donde la razón de las cosas, sus causas, obedecen a fuerzas sobrenaturales o mágicas, nuestro destino no es sino lo que caprichosos dioses dibujan en un lienzo inescrutable, no tenemos ningún dominio sobre él. Eventualmente aparecen los sacerdotes o chamanes, quienes si somos “buenos”, nos portamos de tal o cual manera o les “mojamos la mano” cambiaremos el humor de los dioses y nos irá mejor en la vida. Pare de sufrir, pues.
Luego de toda una vida de vivir siendo blanco del mercadeo de los llamados medios de comunicación cuya razón de existir era venderte sus baratijas, la capacidad de análisis y de pensamiento causa-efecto de generaciones quedó afectada. Si compras lo que dice la TV o la revista, serás “de pinga”, de “éxito”, tendrás pareja y serás feliz. El nuevo chamán te bendice con tu compra. Los chamanes del marketing mediático no te venden un carro, una loción, un frasco, sino lo que eso te “ convierte”, y eso o sabe cualquier vendedor novato, ni hablar de un publicista. No compramos un perfume, un aroma: compramos “status”, admiración, jeva buena, novio con carro, etc.: el favor de los dioses. Los predicadores evangélicos de la TV actual lo que han hecho es acortar el camino, te venden de una vez la bendición prescindiendo del amuleto o convirtiéndolo en algo espiritual; es decir, te cobran como si te vendieran un carro nuevo, te hacen sentir como si te compraras un carro nuevo, pero no te dan el carro.
Yo escuché a un defensor del “libre mercado” decir que se crió viendo TV, que buena parte del día estaba solo en su casa viendo la TV, como diciendo “y no me pasó nada”, mientras yo pensaba “eso lo explica todo” . Y eso pasó con millones de personas en el mundo, durante décadas. Los padres trabajando mientras el chamán mediático condicionaba al pichón para que adorara a los dioses correctos. Desaprender esto cuesta una vida, en el mejor de los casos. Cuando le quitas al creyente su chamán o sacerdote, reniega, se siente solo, desnudo. Decirle que hay otras explicaciones y maneras de trascender, que el que le vende cosas lo está estafando y que es simplemente un borrego al cual esquilan lo pondrá muy mal. Esto me recuerda la recontra citada y reinterpretada película – parábola de los hermanos Wachowski llamada “The Matrix”. En ella, como seguramente sabes por haberla visto, se muestra a una humanidad en un horrible futuro en que no es ni siquiera esclava de las máquinas, sino sus “Duracell”. Para que los humanos se mantengan vivos en un estado vegetal produciendo energía para las máquinas, éstas los dotan de unas vidas virtuales, donde se desarrollan, relacionan, crecen y mueren, mientras sus cuerpos realmente nunca abandonan una especie de capullo eléctrico. Esta realidad virtual es la llamada “Matrix”. Fuera de ella el planeta es un yermo sin luz, un Hades. Algunos logran salir de este estado semi vegetal y luchan contra las máquinas dentro y fuera de la “Matrix”, creando una especie de célula de resistencia. En una parte de la película, uno de estos “resistentes” harto del horrible mundo real, sus terribles limitaciones y condiciones semi infernales traiciona a sus compañeros a cambio de una vida de lujos y excesos en la Matriz. Una “vida” de mentira, puede ser, pero la única que a este personaje le parece que vale la pena. El paralelismo que intento establecer es obvio en muchos sentidos: una Revolución no es cambiar a un chamán por otro, ni a un Dios por otro, sino a la manera de entender al universo. El rechazo que vemos al proyecto Bolivariano es una suma del terror de los chamanes del mercado transferido a sus creyentes que ven que su modelo-escala de valores es cuestionado y por supuesto, de la negativa de los viejos dioses (mercados, corporaciones) a ser sustituidos por conceptos tan prosaicos como “bienestar colectivo”, “paz”, “equilibrio natural”, etc.
Cuando se culpa a Chávez por un apagón, pero no se lo “culpa” porque millones de personas abandonaron la pobreza, por ejemplo, se cae en esta manera de “ pensar”, que no es tal, sino reaccionar. No es un pensamiento, sino un tropismo, una reacción donde lo que menos interviene es la conciencia. Pero durante décadas se nos ha condicionado a no pensar, sino a reaccionar, a responder a condicionamientos, como el perro de Pavlov. Suena la música de Disney y me da nostalgia y quiero salir a comprar regalos navideños a un centro comercial. Cuando Chávez dice que “ser rico es malo” porque la riqueza obscena de pocos condena a inmensas mayorías a la exclusión, los condicionados actúan con odio contra Chávez, aún no siendo ricos, pero tienen en su mente ese hueso al final del palo que es la “ oportunidad” de serlo. Por eso es usual en los discursos de la derecha escuchar en vez de la palabra “derechos”, la palabra “ oportunidades”: no hablan de “igualdad de derechos”, sino de “ igualdad de oportunidades”. El capitalismo es un Kino donde sólo unos ganan y viven en una obscena opulencia mientras los demás están condenados a una vida que apenas merece ese nombre. Un mundo de derechos para todos es antagónico a él, pero también lo es un mundo con moral, ética. Las últimas manifestaciones de “indignados” y “ocupantes” en buena parte del mundo “desarrollado” son una reivindicación a Chávez: ser rico es malo. Los manifestantes dicen con orgullo “somos el 99%, somos los pobres, no tenemos ni medios de comunicación ni trabajo, son ustedes, el 1%, los ricos los responsables de este desastre”.
Decir a estas alturas, por ejemplo, que en Venezuela no se ha reducido de manera notable y constante la pobreza no es ni siquiera falta de análisis, de razonamiento, de información, sino negar una realidad que se palpa en la diferencia de la Venezuela del “Caracazo” y sus fosas comunes a la declarada “ libre de analfabetismo”, con la mayor tasa de matrícula en educación superior en el hemisferio después de Cuba y al país menos desigual de América Latina según la CEPAL. Igual de locos es decir que no hay libertad o que “está amenazada”, cuando el auge de todo tipo de medios es evidente, internet llega gratis a todos mediante un programa premiado por la UNESCO (Infocentros), hay más medios comunitarios que en toda la historia, etc. Quienes dicen lo contrario son quienes secuestran a la gente y la meten en campos de concentración sin ningún tipo de derechos a nombre de la libertad, o quienes detienen a centenares de personas luego de golpearlas por manifestarse en las calles contra el capitalismo sin que aparecieran en los medios corporativos durante meses.
¿Significa esto que como dice la oposición, “el chavismo quiere hacer ver que Venezuela es el país de las maravillas donde todo es perfecto”? En absoluto. Hay infinitos problemas y desafíos. Moverse, vencer la inercia, es una victoria, pero no La Victoria. Como dice Benicio del Toro como el “ Ché” en la película de Soderbergh cuando un miliciano lo felicita al caer Batista y le dice “¡Ganamos la Revolución!”, y el Che-Benicio contesta “No, lo que ganamos fue la guerra, ¡la Revolución comienza hoy!” O algo así, que mi memoria no es perfecta. Lo importante es el cambio de filosofía, de la religión de los chamanes del mercadeo, del tener y del comprar al de Existir con paz, justicia y bienestar para todos. No es poca cosa.
Una de las cosas que me desagrada de las religiones es ese poner en manos de uno o varios dioses la explicación y razón de todo. Eso permite la existencia de intérpretes de los misteriosos designios divinos. Por extraño que parezca, para mucha gente de la oposición en Venezuela Chávez es un Dios, o mejor dicho, un Demonio, cuyas acciones son incomprensibles sino en el marco de una maldad sobrenatural. A sus ojos,sus acciones son incomprensibles, arcanas, y sobre todo, aterradoras. Encarna todos sus temores (creo haber proporcionado una explicación a esto en los párrafos anteriores, seguramente una tan buena como cualquier otra pero explicación al fin). Como en cualquier tribu, necesitan y tienen sus chamanes que les dicen qué deben hacer para conjurar ese espíritu maligno y caprichoso que ejerce un inmenso poder sobre sus vidas: estos chamanes los mandaron a marchar vestidos de negro unas veces, con antorchas otras, colina arriba, colina abajo, a trancar calles, poner la bandera de Venezuela al revés, etc. Por supuesto, hay que tener fe y, sobre todo, pagar. En el caso de la oposición venezolana es particularmente notable cómo esta dependencia de sus chamanes les ha hecho oponerse a su propio bienestar, protegiendo a quienes les perjudican mediante la estafa o el robo vulgar de una manera patológica (protegen a quienes los estafaron con viviendas que se cobraron y nunca se construyeron, a quienes los condujeron al matadero de Puente Llaguno el 11 de abril de 2002 y dispararon contra ellos, a quienes dejaron sin gasolina al país para forzar un Golpe de Estado, a los accionistas de bancos que se llevaron sus dineros a Florida y un interminable y penoso etc.)
Pero en esta “Matrix” en que viven metidos, les vale madres que millones de compatriotas sepan leer ahora, o que ya no sean pobres, o que estén mejor alimentados, o vayan a las escuelas, o lo que sea: total seguro eso es una “ mentira del rrrégimenn”. “Yo lo que quiero es que no se vaya la luz nunca, pueda ir a “Mayami” todos los años a ver al ratón Mickey y la ballena en el Seaquarium, o ser CEO de Google en Sillicon Valley y no puedo por culpa'e Chávez” “No consigo mis Clarks importados, ¡culpa'e Chávez!” Y lo peor, aunque no hayan hecho nada de esto jamás en su vida, creen que es “culpa'e Chávez” que no lo puedan hacer. Cualquier consideración que pase por pensar en razones, por qués, bienestar colectivo, etc., les vale madres. Sólo les afecta Chávez negativamente, sin importar que la electricidad, gasolina, educación, alimentos, etc., sean subsidiados “culpa'e Chávez”, entre innumerables medidas del gobierno de Chávez que ha permitido el crecimieto sin precedentes de la clase media. Por supuesto que si se entera de eso, sólo servirá como “argumento” de la maldad de Hugo Chávez: “por culpa del subsidio de la gasolina es que estamos jodidos....”, o “claro, ahora estoy rodeado de chusma”, etc. Como decía Groucho cantando en una de sus películas, “sea lo que sea, estoy en contra”.
A diferencia del gusto o disgusto por un tipo de música, un carro, o una bebida, creo que cosas más profundas se juegan en la política. Cuando alguien me dice “no me gusta Chávez” le podría responder: “Bueno, yo no le he probado” ¿Qué quieren decir con “gustar”? ¿Es que se quieren casar con él? Porque yo no quiero eso, yo lo que quería era una propuesta que no beneficiara a los mismos de siempre, que redujera la pobreza y la desigualdad, que dejáramos de ser el patio trasero de USA, que pudiéramos tener acceso a buena educación, que se acabara la corrupción,que la justicia y las leyes fueran iguales para todos, y un sin fin de cosas menos o más utópicas. Algunas de estas metas están más cerca, otras tan lejos como siempre, pero hablando en sus términos de mercado, es la mejor oferta y la mejor oportunidad hasta ahora de llevar nuestra Patria por un camino cercano a lo que considero correcto, justo. Yo sospecho que cuando muchos dicen “no me gusta Chávez” en realidad están diciendo: “no es blanco, ni de Caracas, ni clase media, ni estudió en Harvard, ni siquiera en la UCV, y peor, es militar, del interior y ordinario”. Es decir, no habla la razón, sino los condicionamientos, los prejuicios. Y yo creo que en algo tan importante como la política, nuestro presente y el futuro de nuestros hijos, el futuro de la Patria y hasta del mundo si me aprietan mucho, creo que debemos ser un poco menos ligeros, un poco más concienzudos, cuidadosos, profundos. Hacernos preguntas: “es esto verdad? ¿esto es cierto?” Como los medios de comunicación son cada vez más parte del problema, hace ya algunos años que aprovecho las facilidades de Internet y busco datos de diferentes fuentes, por ejemplo de la CEPAL, la UNESCO, de organismos diferentes sobre nuestro país. Y, como era de esperar, el panorama es diametralmente opuesto al que pintan los medios. La reducción de la pobreza, el aumento del nivel de vida es algo que nadie puede negar hoy en Venezuela. El problema viene cuando a la gente no le interesa eso, sino “sacar al tirano”. Miren el holocausto (como les gusta usar esa palabra) que ocasionaron en Libia en nombre de la “libertad”.
Por supuesto que del otro lado ocurre otro tanto: Chávez es un Dios que jamás se equivoca y, si osas insinuarlo, tu herejía se castiga con los señalamientos de “ contrarrevolucionario”, “burgués” en el mejor de los casos, o “ apátrida” y “traidor”, si la cosa es mayor. También hay los chamanes que se suponen intermediarios entre el Dios y sus creyentes, y comercian con ello. Yo personalmente creo que Chávez ni promueve ni es responsable de esta situación, propia de la dicotomía maniquea en que se ha convertido la confrontación política dentro y fuera del país. Un indicio de que el chavista promedio no es un “fanático religioso” han sido los procesos electorales: cuando la población percibe que hay fallas en la gestión, que las cosas podrían estar mucho mejor, el respaldo electoral baja: la pérdida de la Reforma Constitucional y el casi emparejamiento de la oposición en la Asamblea Nacional son muestras evidentes de ello. Pero también son muestra del profundo condicionamiento de buena parte de los venezolanos que no le gusta Chávez o su proyecto, lo que no es nada objetable, pero se conducen y votan por proyectos y personas que cuando han tenido el poder han empobrecido y entregado al país a lo que los indignados llaman ahora “el 1%”, y cuyo objetivo evidente es hacerlo de nuevo si tienen la oportunidad, lo que sí encuentro muy objetable.
De igual manera que ignorar la relación entre el acto sexual y la preñez nos hace incapaces de planificar y nos hace creer en dioses que gobiernan nuestro destino como la tribu de mi ejemplo anterior, ignorar la relación entre el capitalismo y la obscena desigualdad, el liberalismo y el totalitarismo que ejercen gobiernos controlados por corporaciones, gobiernos que tienen ejércitos que invaden y matan y roban, y policías que persiguen y aplastan y leyes que favorecen enormes corporaciones mientras hombres mujeres y niños son sacados de sus casas hipotecadas y mueren por falta de medicamentos y alimentos en todas partes del mundo (incluyendo en los países que tienen esos gobiernos) nos hace vulnerables. Hay una Revolución en marcha porque la gente, poco a poco, se va dando cuenta de que el Capitalismo es una “Matrix”. Venezuela es parte de ese nuevo mundo que se puede vislumbrar fuera de la Matriz: por eso la intención de pintarlo horroroso, deformarlo: decir que en Venezuela “no hay libertad”, ni comida, que la gente se mata en las calles como moscas, etc. es una manera de aterrorizar, de decir “no hay otra vía”. Y si no pueden hacer que “se vea” así, créanme que lamentablemente intentarán que se “convierta” en un horror, como hicieron con Libia. Así que no nos engañemos, desafiamos al Monstruo. Y debemos estar preparados.
Christian van der Dys
Valencia 9 de noviembre de 2011
El negocio de ser de oposición en Venezuela
Ni siquiera el menos perspicaz o más obnubilado de los observadores de la pugna política que se vive en Venezuela desde la llegada del Presidente Chávez al poder podría negar que los grandes capitales y grupos influenciados por Washington han tomado el bando de la oposición al movimiento liderado por el comandante Bolivariano.
Esto ha sido evidente siempre, pero sobre todo durante el golpe de Estado de abril de 2002 y posteriormente durante las nacionalizaciones de grandes corporaciones que han incluido a la banca y también expropiaciones de tierras y medianas empresas. Al mismo tiempo y en combinación con estas acciones, se han desarrollado por parte del Estado venezolano una gran cantidad de regulaciones y leyes que restringen la acción empresarial con la intención de proteger al consumidor y usuario. Comprenden desde un control cambiario que regula el flujo de divisas y fija el precio de su intercambio, hasta leyes de tierras, leyes que penan la especulación, el acaparamiento o cualquier limitación de acceso a bienes y servicios; y la última que ha “gozado” del rechazo de la oposición venezolana, una que regula el mercado inmobiliario, pasando entretanto por un largo etcétera de leyes que controlan el comercio y los negocios en casi todos los ámbitos. Esta situación está en clara contraposición a lo que Washington y sus amigos consideran un “clima favorable para los negocios” y con ese sacrosanto principio que les es tan caro como el llamado “libre mercado”. Pero además, este ambiente contrasta con el predominante en el país hace apenas poco más de una década, cuando bajo el gobierno del presidente Rafael Caldera, predecesor de Chávez en el cargo, se llevaba a cabo una política de “ajustes” muy afín al FMI, dirigida entonces por el “izquierdista” Teodoro Petkoff, quien aún vive y es uno de los más mediáticos opositores de Chávez. Como todo “programa de ajustes” a los únicos que ajustan es a los trabajadores, y una de las medidas del entonces ministro Petkoff fue eliminar la retroactividad de las prestaciones sociales, desmejorando sus condiciones y abaratando el despido, ahorrándole millones de dólares a las corporaciones a expensas de los más pobres. No sé como ni él ni nadie puede sorprenderse de que haya llegado al poder un movimiento como el de Chávez, si hicieron todo lo posible por impulsarlo con medidas que acorralaban a la población trabajadora, que veía a la empresa como su enemigo. El caso es que las “sugerencias”del FMI eran tomadas como órdenes por el “gobierno” de Caldera - Petkoff, así como las demandas de FEDECAMARAS, la agrupación empresarial que aliada con la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), quienes hacían causa común en el programa de “ajustes por el bien de la población”. Por supuesto, hacía mucho tiempo que la dirigencia de la CTV estaba tomada por supuestos sindicatos que no eran sino mafias de tráfico de influencias y negocios, con lo que estaba la mesa servida para cualquier requerimiento del sector corporativo privado. La llegada de Chávez al poder supone un traumático cambio para estas estructuras, que se traduce simplemente en “ya no somos la Ley”. La pugna, como es conocido por todos, llegó al borde de la guerra civil, alcanzando su clímax durante el golpe de Estado de 2002 y el sabotaje a la industria petrolera y paro empresarial llevados a cabo ese año y principios del siguiente. Ante el fracaso de esas operaciones, la pelea, que continúa, se lleva por otros medios. Mejor dicho, sobre todo POR los medios.
Para intentar revertir, o debo decir más exactamente, subvertir el gobierno de Chávez, que goza aún de amplio apoyo popular, hace falta mucho dinero. Pero, ¡qué coincidencia! esto es precisamente lo que tienen en grandes cantidades sus adversarios, incluyendo al que tiene la maquinita de imprimir dólares, la Casa Blanca.
Así, han puesto en juego mucho, pero muchísimo dinero para sacar del juego a los bolivarianos. Parte de esta movida se conoce gracias al trabajo de hormiguita de la investigadora Eva Golinger, sobre todo en la parte que concierne al financiamiento del gobierno de los Estados Unidos a los factores opositores en Venezuela más o menos bajo cuerda. Pero hay un verdadero manantial de billete que corre de las empresas nacionales y foráneas que mantienen viva la esperanza de que vuelva el “clima favorable a los negocios”.
No es casual, por supuesto, que los dueños del canal opositor Globovisión sean a su vez dueños de bancos e innumerables empresas, y uno de ellos lleva un apellido vinculado por siglos a la clase dominante venezolana. (Por cierto, ¿cuántos canales de oposición hay en un país cuyas leyes privilegian las corporaciones y el “libre mercado”? No he sabido de ninguno). Pero a su vez este canal se beneficia de la publicidad que insertan en él otras empresas más interesadas en mantener un medio de manipulación de masas que publicitar sus productos. por ello vemos en este canal empresas cuyos accionistas y directivos están vinculados más o menos visiblemente al antichavismo más radical.
Otro eslabón en la cadena lo forman las empresas de publicidad, que a su vez viven del dinero que estas empresas aflojan, y que deben mercadear y publicitar más que productos, toda la “filosofía” del “libre mercado”, del culto a las marcas y al consumir como una manera de ser. En su beneficio debo decir que para ser un trabajo tan difícil como “vender” algo tan injusto e inhumano como el capitalismo, no lo han hecho nada mal, considerando el 40% de compatriotas venezolanos que votan contra Chávez en cada elección, así signifique apoyar una vuelta a un sistema de cosas que sin duda empeoraría la situación de la mayoría de ellos, ya que con cierta seguridad podemos suponer que el 40% de los venezolanos no son directivos de corporaciones o grandes accionistas, pero piensan como si lo fueran o estuvieran “a punto” de serlo si no fuera porque el “tirano Chávez” se los impide. El éxito del marketing opositor es tal que en días recientes los políticos vinculados a ella y agrupados en una organización llamada “Mesa de Unidad Democrática” (por aquél principio de Washington de asociar la palabra “democracia” a cualquier sistema donde domine el dólar) han lanzado una rifa para que los militontos, perdón, militantes opositores los “ayuden” a financiarse, a pesar de que no sólo como he mencionado en la oposición venezolana participan los más grandes capitales del país y de ñapa reciben financiamiento de Washington, sino que los propios candidatos están forrados en billete por pertenecer a familias “de dinero”, como María Corina Machado o Henrique Capriles Radonski. Así, al mejor estilo de la “ política de ajuste” el pobre tonto sale en “auxilio” de los más ricos.
Sería muy interesante que alguien se dedicara a desmontar el entramado del flujo de caja opositor, cómo se financian los medios de comunicación (prácticamente todos en la más radical y desvergonzada oposición política), las empresas de publicidad, etc.: el dinero que las corporaciones destinan a la publicidad en Venezuela es parte de lo que en Estados Unidos llamarían hacer lobby: una apuesta política, más que propiamente publicitaria. Por ese camino vemos lo que se llama en los medios “anclas” y locutoras que aterrorizan con voces crispadas a sus audiencias con que la llegada del comunismo les va a confiscar hasta las hormonas, pero en décimas de segundo cambian el tono y dicen “Ahora, un poco de publicidad. En el “Spa Culo Alto” podrás experimentar como se vive verdaderamente a cuerpo de Rey...” o cosas así, y si alguna vez porque te perdiste o por un compromiso incidental te cruzas con uno de estos seres, te darás cuenta de que probablemente lamentarían menos que llegue el “comunismo” a que llegue un gobierno neoliberal nuevamente al poder porque vender el terror es un tremendo negocio: son los bufones de la corte empresarial, y son sus parásitos, su principal “activo” es venderse como antichavistas: garantiza caña, chamba y a veces algunos extras. Los más especializados son los “onegistas”: fundas una ONG para oponerte a tal o cual cosa del “rrrégimennn chavista”, la registras, pones un par de escritorios, una secretaria y comienzas a “pasar raqueta” por las oficinas de Relaciones Públicas de las empresas, y eventualmente, esperas tu toque publicitario al ser invitado a un programa de entrevistas en calidad de “experto” y digas que Venezuela está “en camino” a la dictadura y es un peligro para el “mundo libre”. Mientras más macarthista y guerra fría suene, mejor. Es posible que ya eso te dé los galones para esperar tu financiamiento del Departamento de Estado de Estados Unidos a través de la USAID o una de esas agencias que “ayudan a las democracias allí donde están en peligro”, como la CIA. ¡Tan buenos los EEUU, y tan generosos! Evidentemente, lo peor que les puede pasar a estos individuos es que en efecto caiga Chávez. ¡Entonces probablemente tendrían que hasta trabajar!
Un poco en broma y bastante en serio, estoy convencido de que para bastantes “líderes” y organizaciones de oposición sería una tragedia que el gobierno de Chávez llegara a su fin, ya que se consiguen muchas “bequitas” y no poco estatus ser un reconocido opositor al “rrégimennn”.
Lo malo es que, muy lamentablemente, ellos no tienen el monopolio de los inmorales: otra tanta cantidad de “chavistas” lo son mientras eso les signifique prebendas y oportunidad de negocios y, de manera simétrica, las constantes amenazas de una oposición descentrada y trasnacionalizada les sirven de coartada perfecta para aparentar un “patriotismo” bajo el cual ocultar su verdadero amor: el billete, con lo que hacen causa común con los antichavistas profesionales. Dicho sea de paso, no dudo que existen quienes se oponen a Chávez de manera legítima, quiero decir, con algunos argumentos que puedan ser considerados válidos alejados de los clichés (“no hay libertad”, “esto es un comunismo”, etc.). Pero si son gente pobre o de clase media y se alían con quienes nunca les ha interesado su bienestar sino cuánto se les puede sacar y se han aprovechado toda la vida de ellos, no lo puedo entender. Comprendo las razones de una María Corina Machado o de un Zuloaga para adversar a Chávez, porque son intereses contrapuestos, aunque sus argumentos sean incomprensibles. Pero que un “Pedro González”, un hijo de vecino salga a rasgarse las vestiduras porque multan a un acaparador y exige al Estado que deje que un empresario inescrupuloso lo robe, excede mi capacidad de comprensión.
Por eso, al mismo tiempo que desenmascaramos la propaganda lavacerebros y sus mecanismos de financiamiento, debemos permitir que se establezca la evidente imposibilidad de que una sociedad ni el planeta puedan tolerar un sistema tan inmoral y depredador como el capitalismo, tenemos que descubrir también a los traficantes de negocios, a los “rojos de oficio” quienes en nombre del socialismo practican el más mafioso capitalismo. Para eso no hay otro camino que no sea que haya cada vez más poder para la gente, para las comunidades, y menos para macoyas, corporativas o políticas de cualquier signo.
Y, sobre todo, denunciar, escribir, argumentar. El campo de batalla ya no son los campos de plátano, o las fábricas; son las mentes. Tenemos que deconstruir por un lado la “filosofía” del “ciudadano - consumidor”, del “ individuo – marca”, del que cree que los intereses de Obama y los de Bill Gates son los suyos y consolidar la verdadera filosofía de la vida, la convivencia y el respeto que, como diría Fidel, llamamos socialismo, pero que podrías llamar cristianismo, bolvarianismo, etc., o como sea: una idea tan libre que no la puedes encerrar en jaulas de palabras. Como dicen que dice un proverbio chino, la más larga marcha comienza con sólo un paso. Pa'lante que el camino es culebrero.
Christian van der Dys
Valencia, 3 de noviembre de 2011