En Venezuela, como en casi todo el mundo, el grosero dominio de los medios de comunicación como referentes y modeladores de relaciones y comportamientos favorece la creación de mitologías o como se diría actualmente "leyendas urbanas": "hechos" que nadie comprueba pero que todo mundo comenta. Al que quiero referirme aquí es al mito de que la clase media y el chavismo son antagónicos.
Cuando digo "clase media" no me voy a referir a una definición marxista o economicista técnica del término, porque ni es mi intención ni mis conocimientos dan para tanto, sino para referirme a ese grupo de personas que siendo asalariados o trabajadores independientes viven en hogares con todos sus servicios, los integrantes de su grupo familiar estudian, pueden cubrir sus requerimientos nutricionales y de vestido y les sobra algo para el ocio. Pero es que aquí viene la primera pega: nuestra definición de "clase media" viene dada principalmente por los medios de comunicación, quienes definieron a la clase media según sus intereses, lo que quiere decir según el modelo publicitario de consumo. Es decir, más allá de un "genotipo" determinado técnicamente por algún nivel de ingresos y bienestar, a la clase media se la definió por un "fenotipo", por cómo se veía, cómo se comportaba: la clase media era aquélla que se parecía al "american dream", la que iba a centros comerciales, al cine a ver determinadas películas, escuchaba ciertas emisoras radiales, iba una vez cada dos o tres años a Miami, etc. Si tenías un nivel de vida "medio", es decir, no tenías carencias básicas y tu nivel de ingresos te permitía tener cierto grado de ocio pero no vives en una
urbanización sino en un
barrio, no eras clase media sino pobre, independientemente de que tu vivienda tuviera todos los servicios a pesar de estar en una comunidad predominantemente pobre. Porque además debías cumplir ciertos ritos: acudir a determinados centros comerciales, usar determinados artículos personales (zapatos, perfumes, ropas, etc.e incluso el carro como "artículo personal") lo que a su vez condiciona ciertos comportamientos orientados a que el "éxito" se definía por lo que podías tener, los viajes que hacías más que en términos de bienestar absoluto: si para viajar o tener determinadas cosas debías vivir endeudado a nivel de estrechez mo importaba, "tu lo vales" (eslogan de infinidad de pautas publicitarias). Es decir, yo creo que el modelo de clase media se definía por su orientación al consumo y su aceptación de éste como instrumento de estatus e incluso de sentido de trascendencia:
ser = tener. Y, dentro de ello, si me permiten, un factor adicional que en mi opinión es frecuentemente obviado por lo incómodo: el étnico o racial.
Ser blanco formaba parte escencial de esa visión modélica de ser
clase media "american way", y lo sigue siendo. Yo me he imaginado que para establecer científicamente esta relación entre el color de piel y la exclusión debiera crearse una escala según el tono de la piel (una especie de "pantone" dérmico) y establecer un "promedio" pigmentario entre determinadas comunidades. Pero por supuesto, en el caso de Venezuela si bien sería muy interesante, no es en absoluto necesario para determinar que ese factor existe, de tan obvio que es. Basta visitar en un mismo día una "urbanización" y un "barrio" o asentamiento rural. O una prisión. También es significativo ver los modelos publicitarios, los arquetipos que nos han vendido durante años. A mí me resulta muy ilustrativo ver una revista dominical de un diario venezolano llamado "El Universal", muy tradicionalmente de derechas, claro. La revista tiene décadas, y se llama "Estampas", pero sirve cualquier otra. Digo revista porque es más fácil que ver por ejemplo los comerciales para TV de décadas. Pero también puedes sencillamente prender la TV, ver quiénes son los personajes que ahora son llamados "anclas": los que narran las noticias o nos dicen en los comerciales qué artículos debemos comprar para ser como ellos. En CNN en español, que queda en Atlanta, USA, no tiene ni un solo "ancla" negro, que yo sepa, al menos en este momento. Más significativo aún es constatar que en Venezuela, así como en el resto de América Latina, la mayoría absoluta de los presidentes y líderes han sido blancos, aún cuando son evidente minoría étnica, lo que subraya la influencia de lo racial en nuestra imagen de poder-éxito. Hojear un ejemplar nuevo o viejo de la mentada revista dominical, la prensa en general o ver los comerciales y la programación del canal opositor neonazi venezolano "Globovisión" es adentrarse en el mundo del estereotipo y los arquetipos "american way" del venezolano "clase media" urbano promedio, toda una galería del cliché, la "cultura" mayamera y la homogeneidad, la exclusión de lo diferente, sobre todo lo mestizo o "impuro". No es casualidad que tanto en la pantalla de ese canal o en las páginas de la revista de marras predomine el mismo fenotipo de individuo
blanco bien vestidito bien hablado católico que quiere a su mamá, coincidiendo con la dirigencia de los partidos opositores a Chávez, que son lo menos parecido étnica o socialmente al venezolano promedio. Tampoco es coincidencia que muchos grupos de ultraderecha tanto en Venezuela como en el resto de América, especialmente en la del Sur, sientan afinidad con las ideas supremacistas de Adolf Hitler. En el lenguaje de la clase media antichavista destacan elementos típicos de los nazis: intolerancia racial, odio, rechazo a los comunistas o socialistas, a los homosexuales, mestizos y pobres. Esto se vio muy claramente durante el breve golpe de Estado de abril de 2002.
En mi modesto criterio esto obedece en primer término a la sujeción al arquetipo dominante "global" de la sociedad estadounidense regida por blancos y por la religión del consumo, y en segundo a la burguesía local predominatemente blanca también y muy "yankófila". Eso produjo, como rasgo que caracterizó ese comportamiento hasta convertirse en caricatura, los viajes a "Mayami" de una clase media cada vez menor y más ajena a los valores de su cultura original o nación. Si un buen musulmán debe ir a La Meca al menos una vez en su vida, un "clase media" venezolana "que se respete" debía llevar a su familia al menos una vez a "mayami" u otra ciudad de USA. El llamado
"viernes negro" de 1983 supone con la primera ruptura de ese "sueño de opio consumista" de la clase media venezolana. Hubo varios más, pero no me puedo pasar toda la tarde escribiendo porque debo hacer almuerzo y tu querrás tiempo para leer a escritores más importantes que este modesto bloguero en la red. Así que iré al grano (¡por fin!)
La llegada de Chávez al poder supone un brutal quiebre de ese modelo. Y es un quiebre cultural, porque llega al poder un tipo que ni es blanco, ni es de Caracas, ni maneja los códigos de consumo de la clase media. Es interesante desde este punto de vista constatar cómo a medida que Chávez cambia en lo personal e ideológico para ser más coherente, y va dejando algunos elementos que podrían servir de vínculo con esa "clase media" que he descrito antes; va cambiando su manera de vestir y significativamente se divorcia de su blanca y rubia mujer (quien significativamente también aunque de manera efímera pasa por las filas de la más enconada -¿"encoñada"?- oposición a Chávez), etc.; tanto más se radicaliza el odio de ese sector de "clase media" ni siquiera hacia su ideología o como Presidente o líder, sino directamente contra Hugo Chávez como persona, como se demostró lamentablemente durante los días posteriores al anuncio de Chávez que se le había diagnosticado cáncer, como manifestó ese aborrecible grupo de personas las peores pasiones de que es capaz el ser humano. Y al mismo tiempo y paradójicamente, al tiempo que las medidas "populistas" de Chávez surten efecto, el nivel de vida del venezolano mejora, incluyendo al de la propia clase media, con lo que ya no tiene el "sentido de urgencia" que tenía cuando Chávez llegó al poder y buena parte lo apoyó en las urnas. Entonces temía perder sus privilegios porque simplemente se iban a convertir en pobres, ahora temen perderlos porque cada vez hay menos pobres.Y es que la "amenaza" de Hugo Chávez les es insoportable, porque pone en peligro todos los principios sobre los que han constrruido su vida, les hace ver que han sido engañados para ser borregos consumistas y colaboradores en un mundo de injusticia que, además, no puyede sostenerse con el modelo actual en el que ellos creen. Quienes hayan visto
"Matrix" podrán fácilmente establecer un paralelismo, y lo digo sin dármelas de cómico: mucha gente de esa que llamamos sin exactitud "clase media" que odia a Chávez vive en un tipo de "matrix" donde el consumo es la manera de trascender y ser feliz, donde el egoísmo es una virtud y la vida una competencia en la que se gana destruyendo a los demás. Se sienten desnudos y aterrorizados de que el mundo esté en peligro por el consumo irresponsable de recursos, por las guerras por el dominio que incentiva sobre todo ese arquetipo que es USA con sus armas nucleares, su culto a la violencia y al armamentismo, etc., que lo que ellos han tomado como "valores" tengan que dejar de serlo para que podamos seguir teniendo mundo, que sólo será posible seguir teniendo mundo a través de la solidaridad, la planificación. la paz, y no a través del dominio del más fuerte, entre otras muchas cosas más. Chávez les recuerda que el mundo no fue ni será más esa fantasía pueril de reyes y castillos, que el mundo no es la tierra de la fantasía de Disney y que en verdad la riqueza y abundancia de unos es sostenida por el exterminio y la esclavitud de otros. No quieren saberlo, no quieren. Prefieren vivir la fantasía de que todos (entendiendo que "todos" son aquéllos que se me parecen, actúan y piensan como yo, claro) pueden ser millonarios, que la única limitante es la propia ambición y que el que es pobre es porque quiere. Prefieren vivir en esta reproducción de la supervivencia del más apto darwinista... siempre que se sientan más aptos, por lo que la igualdad los aterra. En un mundo donde la supremacía es factor de dominio y en última instancia de supervivencia, la igualdad no puede tener cabida. Y, por si fuera poco el malestar que la propia figura del Presidente Chávez les mestizo, zambo, campesino y militar para más inri, esa legión de negros estudiando, en el ejército, en PDVSA etc., no puede ser para nada bueno. Y si vemos los números de la CEPAL, tienen razón:
en el último anuario estadístico publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), órgano dependiente de las Naciones Unidas,
Venezuela avanza efectiva y rápidamente en la reducción de la desigualdad. Y esto es una realidad mensurable, como veremos en la imagen que he extraído del documento:
En detalle:
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No sólo la Revolución Bolivariana no es enemiga de ls "clase media", sino que es su principal generadora. Fuente: CEPAL; Anuario estadístico de América Latina y el Caribe, 2011 |
Lo que vemos en esta tabla no es otra cosa que decir que millones de venezolanos salieron de la pobreza. "Salir de la pobreza" es una frase que no dice nada, es como que una gente "desapareció". Pero evidentemente no es así, estos millones de venezolanos no se fueron a Florida, ni a Timbuctú, sino que son ahora venezolanos productivos, que estudian, que pueden cubrir sus necesidades básicas y que incluso les queda algo para el ocio. Es decir, técnicamente pasan a formar parte de la "clase media". Sólo que este fenómeno destaca también que el mismo arquetipo que sirvió antes para mostrar la alienación de la "clase media" venezolana es el que hace "invisibles" a estos millones de compatriotas "ex pobres". Muy probablemente muchos de ellos vivirán no en las "urbanizaciones" que tipificaron la clase media venezolana de la segunda mitad del siglo 20, pero tampoco tendrán sus paradigmas, ya que provienen "del otro lado del espejo". No pretendo idelizar a este grupo ni a nadie, es evidente que el modelo consumista nos ha permeado a todos y que vivimos aún atrapados en él, pero es evidente que está comenzando un cambio del paradigma de lo que significa ser "clase media". Uno de los mayoes programas sociales del Gobierno Bolivariano, llamado Gran Misión Vivienda Venezuela va a ser uno de los grandes transformadores de ese paradigma, al crear viviendas dignas para todos los venezolanos y no sólo para un reducido grupo en un urbanismo citadino. Pero es evidente que la verdadera transformación vendrá cuando el modelo de país que vive de la renta petrolera explotada para beneficio de unos pocos, cuyo más patético exponente fue el venezolano "mayamero" de "'ta barato dame dos" (porque como el bolívar era una "moneda fuerte" el dólar "era barato" y entonces las chucherías de las tiendas de USA le parecían baratas y compraba dos de cada una); en un país agrícola e industrialmente productivo, con valores centrados en el trabajo creador de bienestar y en un ocio menos consumista y más creador y social. Parte de ese cambio se comienza a ver, primero en el hecho del cuestionamiento a todos los arquetipos, que constituye un logro y a la vez motor de este cambio social que intentamos en Venezuela, causa de que titulara así a este blog, porque ahora todo lo ponemos en tela de juicio, ahora nos preguntamos como niños los
por qués de todo. Sin ese cuestionamiento de arquetipos, esta nueva clase media vendría a repetir los mismos de la clase media del siglo pasado, y se haría egoísta, pro yanqui, consumista, narcicista, viviendo en un mundo de fantasía mayamera ajeno a su propio bienestar social, como lo fue y sigue siendo buena parte de ese grupo de personas que quiere que vivir bien no sea un derecho de todos, sino un privilegio. De allí que considero vital que el movimiento chavista comprenda que quienes los adversan hasta el odio y viven en urbanizaciones NO SON MÁS QUIENES CARACTERIZAN A LA CLASE MEDIA VENEZOLANA o están dejando de serlo, ya que la "clase media", como todo el país, está en plena transformación, que esos millones de personas que crecen y florecen en el terreno abonado gracias a la redistribución de ingresos y bienestar impulsado por la Revolución Bolivariana no la ven como enemigo ni como algo extraño, pero que ahora necesitan que se reoriente la atención de diversos sectores de la Revolución para que esta nueva clase media se siga encontrando identificada con el proceso bolivariano y no con el proceso supremacista que caracteriza a la oposición venezolana. En una frase, el proceso bolivariano debe brindar a esta nueva clase media mecanismos de trascendencia que sustituyan a los del consumismo y el supremacismo, o este grupo caerá también en la trampa de la codicia y del marketing de la derecha, y, en un país en el que cada vez hay menos pobres, sería un error basar la permanencia en el poder únicamente en el apoyo de éstos. Es decir, la Revolución Bolivariana podría ser víctima de su propio éxito si no lo asume, si no se da cuenta de que, efectivamente, cada vez hay menos pobres, y ahora ese cúmulo de gente no tiene las mismas necesidades, pero tiene otras que igualmente reclaman atención. Es decir, la erradicación de la pobreza es UNA de las metas. LA meta es una sociedad justa, feliz, productiva, sustentable, soberana. Si desde el propio chavismo se sigue cultivando el cliché de que la "clase media" es sólo aquélla parte de la sociedad que los adversa, y que sólo los pobres pueden apoyar y comprender totalmente al proceso revolucionario, estaría cometiendo un error muy grave en un país donde las masas gozan cada vez de mayor bienestar y capacidad económica y están a merced del bombardeo constante del marketing del "american way", y donde, como este año y todos los años, las elecciones más democráticas y transparentes del mundo deciden el futuro de un proceso tan importante y ambicioso, tan trascendente como el Proceso Bolivariano de Venezuela. Los clichés son calles de doble vía: recuerdo que estudiando en una escuela pública los otros niños me decían "burguesito", por ser blanco y vivir en La Candelaria, una
urbanización caraqueña típicamente
clase media, aunque muchos de ellos que no eran calificados como tales tenían más bienes y mejores juguetes que yo, pero vivían en el
barrio y eran
morenos. Por supuesto, hablo de muchos años
antes de Chávez, cuando era inimaginable una revolución o siquiera soñar la posibilidad de reconstruir la sociedad de una manera diferente, menos injusta. Por ello cuando alguien dice que "antes vivíamos felices y unidos" y que "Chávez dividió al país" sólo puedo pensar en que o son muy ignorantes o muy manipuladores quienes lanzan semejantes afirmaciones, o ambas cosas.
Cuando en el párrafo anterior mencioné que la Revolución Bolivariana puede ser víctima de su propio éxito no es que quise hacer un juego de palabras o dármelas de ingenioso: hace falta recordar que el extraordinario crecimiento de la demanada eléctrica producto de que estos millones de venezolanos ahora podían comprarse las cosas que la publicidad (con una no pequeña ayuda del Gobierno "revolucionario" también, hay que decir) le decía que forman parte del bienestar escencial ocasionó gigantescos apagones a nivel nacional durante los años 2010 y 2011 e inflaron la votación de la derecha para la Asamblea Nacional, ya que a "alguien" se le olvidó prever que, si las políticas contra la pobreza tenían éxito, como en efecto sucedió, esta nueva legión de consumidores va a necesitar energía, servicios sanitarios, ropa, carros, vías de comunicación, computadoras, imternet y un infinito etc. de las cosas que con razón o sin ella constituyen lo que se llama "bienes y servicio escenciales". Algo parecido ha pasado en China, con la diferencia de que ellos no tienen una oposición vendepatria como la nuestra y pueden ejercer mucho más control (y lo hacen) sobre la sociedad. Nosotros, al tiempo que damos bienestar, tenemos que dar sustento moral, educación que contenga la ambición y la codicia y que sea la ética de solidaridad y de sensatez y no la coacción o el racionamiento el que mantenga la viabilidad de la Revolución Bolivariana como propuesta para un "nuevo mundo posible y necesario", como les ha dado en decir. Yo no creo en eso del "hombre nuevo", a mi me suena a facha, suena como si hubiese un "super hombre", una nueva "raza" y eso me parece algo peligrosamente cerca del nazismo. Yo crecí conociendo más de los capítulos de "Los Picapìedra" que de la historia de Venezuela, porque era lo que había, lo que se nos mostraba, la TV con publicidad grotesca y enlatados era la "pollarina" con que se nos cebaba. Sólo los libros me salvaron del naufragio total de las ideologías de los 80's. Para mí, no hay nada de eso de un "hombre nuevo": somos los mismos, necesitamos información, dignidad, educación, pertenencia. Es lo mismo que ha pasado en otras batallas de la Revolución, en las que creen que se ganan al ocupar nuevos espacios, reales o virtuales, cuando lo que hay que hacer es llenarlos de contenido coherente, de altura, ético. De nada sirve un yermo conquistado. Lo que necesitamos es una nueva moral, una nueva ética basada en la sensatez, en el conocimiento claro de que sólo a través de la cooperación y la planificación la Humanidad sobrevivirá ante los grandes desafíos a los que su propio éxito como especie la ha enfrentado. De igual manera, a esta clase media emergente, creciente, debemos dotarla de contenido para que siga prosperando y para que la Revolución pueda continuar.
Si consideramos que nosotros somos los "hombres nuevos" o nuestros hijos, y que deben luchar contra los "hombres viejos", estamos fritos. Aquí me gustaría leerles:
"Una revolución al fin y al cabo se hace con lo que se tiene a mano. Hombres viejos para construir jóvenes sociedades. Si tienen algo mejor que nosotros, avisen."
Jesús Ibáñez , citado en
"Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX [1998]" por Paco Ignacio Taibo II.
Yo creo que nuestra batalla es, principalmente una batalla del pensamiento. Y que nosotros, como en esa interesantísima
película de Christopher Nolan llamada "Inception", debemos sembrar en la mente de todos quienes aún no comparten la convicción de que el modelo consumista capitalista liberal va a acabar con el mundo no sin antes esclavizar a una buena parte de la humanidad, como ya lo comienzan a entender muchos congéneres que habitan en los países "desarrollados", ahora unidos en el movimiento de "indignados" mientras sus Gobiernos en complicidad con las corporaciones los privan de sus casas, trabajos y bienestar. Esa idea debe germinar sola a la luz de la verdad y crecer abonada por una ética sustentable en las mentes de nuestros semejantes, pero si los tratamos de "enemigos" u "hombres viejos" o como si fueran de otro planeta, no lo vamos a lograr. Tenemos maravillosas herramientas actualmente para alcanzar las mentes de todos, que son el verdadero campo de batalla. Sólo mediante una comprensión colectiva de la naturaleza de las amenazas a la Humanidad y de la necesidad de responder a ellas mediante la ética y la moral tanto como con tecnología y ciencia adecuadas podrán nuestros hijos y los suyos vivir en este planeta. Vale la pena el intento.