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domingo, 5 de junio de 2016

De la urgente pertinencia y necesidad de apoyar a la guerrilla mediática de Venezuela que lucha por mostrar la verdad contra las corporaciones que quieren justificar nuestra destrucción

La guerrilla mediática es tan o más necesaria que un escuadrón de Sukhoi para la defensa de Venezuela. ¿Por que no dedicar tiempo y recursos para su apoyo y respaldo ya?




La frase “la batalla final será en Miraflores” es de ingrata recordación para los venezolanos que vivimos los días del golpe de Estado de 2002, fue el titular con el que el diario neonazi El Nacional llamaba a sus patotas el 11 de abril a acabar con los chavistas en la propia casa presidencial. Por aquél entonces mi apoyo a la revolución era parcial, sin mucho convencimiento, pero al ver el fascismo neonazi de la fuerza que se le oponía que en apenas 47 horas demostró su fiereza y desprecio por toda norma legal o ética, me hicieron ver al chavismo como una herramienta contra el fascismo, y luego las actuaciones de Chávez me fueron convenciendo del chavismo como un espacio desde el cual se puede construir un mejor nuevo mundo. Parece grandilocuente y ambicioso, pero es una realidad tan terrible como cierta que el mundo de hoy nos pone a elegir entre destruirnos o cambiarlo. Para mi no hay opción: debemos cambiar la forma en la que la Humanidad se está desarrollando en este planeta para evitar que lo destruya como consecuencia de su propio metabolismo capitalista o de su subproducto, la violencia imperialista. Es entonces una batalla por la vida, en el más absoluto de los sentidos. Desde aquel mismo día 11 de abril comencé mi activismo en la red, enviándole a mis conocidos en Venezuela y el mundo la noticia de que lo que estaba sucediendo en Venezuela no era otra cosa que un golpe de Estado, y notificando las movilizaciones del pueblo para contrarrestarlo.

Venezuela se convirtió en referente mundial porque es una batalla que se desarrolla en todo el mundo, es la discusión de los modelos, de quienes dicen que no hay alternativa al capitalismo, y de quienes decimos que si no la hay debemos crearla porque si no estamos perdidos. Es la misma discusión que hay dentro de cualquier país latinoamericano, o en España: por eso nos quieren escarmentar. Cuando digo que hay que construir la alternativa es literal: el chavismo, como dijo Fidel del socialismo, nadie nos dijo cómo se construye, es un edificio sin plano que construimos con los materiales que tenemos a mano, lo cual genera errores constantes y muchas frustraciones, que por desalentadoras que puedan parecer, no son más que la muestra de que avanzamos en nuestro empreño de crear una alternativa a la autodestrucción de la Humanidad. Es por tanto un trabajo constante, un trabajo sin final, porque los desafíos que amenazan a la humanidad son el equivalente a los virus que amenazan a un organismo, y tan pronto tienes la cura para uno, otro muta y ataca de una nueva forma, por lo que hay que encontrar constantemente nuevas soluciones.

En el caso de construir una nueva sociedad, tenemos un enemigo global que además de tener prácticamente el monopolio de las armas de destrucción masiva, ejércitos y herramientas de espionaje electrónico que hacen de “1984” de Orwell una comiquita de Disney, posee también la práctica totalidad de los medios de comunicación globales, de los que se vale para manipular las mentes de las personas. Como nosotros no podemos competir a nivel de armamento y milicia con el poder monstruoso de misiles nucleares y portentosas naves que van más allá de nuestra imaginación en cuanto a poder para matar, y como nuestra ideología es precisamente opuesta a la destrucción de la vida, debemos centrarnos en el campo de batalla en el cual tenemos armamento superior y al que las tecnologías de la información ahora nos dan alcance global: la mente de las personas.

Hasta ahora el la “corporatocracia global” ha tenido el monopolio de los medios de una manera aplastante, lo que les sirve para manipular a la gente como lo han hecho hasta ahora, que les parezca normal un mundo en carrera desbocada hacia el abismo de la destrucción por el calentamiento global generado por el capitalismo y/o por la violencia de las fuerzas desatadas por la codicia y el odio. Desde hace apenas unos años eso ya no es así, porque podemos actuar individual pero colectivamente en eso que llaman las “redes sociales” como una “guerrilla comunicacional” para “desnudar” al sistema y su evidente locura suicida que amenaza a los hijos de todos con robarles el futuro. De hecho, ya se ha comenzado, y muestra de la guerra que se desarrolla en ese campo es la prisión de Manning y la persecusión de Manning y Snowden, quienes han expuesto la brutal maquinaria de tortura y de espionaje que trabajan en conjunto por controlar a la Humanidad en lo que de no ser pavorosamente real parecería un argumento de una película de James Bond.

Por eso la guerra contra Venezuela es tan importante para ellos como para nosotros: debemos ser borrados, eliminados, no podemos convertirnos en ejemplo como no sea de escarmiento, como Allende o Kadafi. Su principal objetivo es que harta por la situación personal, la gente deje de pensar, y actúe por tropismos, por pulsiones, a la defensiva, abandonando la razón y las motivaciones éticas. Los virus de la desesperanza, la codicia y el odio han sido sembrados lamentablemente en la mente de muchos, si bien aún la mayoría de los venezolanos, de uno u otro bando, están reacios a sucumbir a la tentación de la violencia, sobre todo luego del lamentable saldo y ejemplo de las funestas “guarimbas”, que sólo dejaron muerte y empeoraron la situación general. El pueblo todo, tanto el chavista como el opositor, no apoyó la confrontación violenta, resistimos en nuestras casas e incluso nos encontramos con nuestros amigos y familiares de una u otra tendencia en situaciones sociales con relativa normalidad, pero el ataque contra nuestra más elemental tranquilidad evidencia que están haciendo todo lo posible para que esto deje de ser así y se desborde la violencia, de la que sólo saldrán ganadores los factores que adversan al chavismo y pretenden la destrucción de la Revolución. Nuestra victoria ha sido la resistencia, como ha sido la de Cuba.
Bien ha dicho el presidente Nicolás Maduro que “nuestra victoria es y será la paz”. Para el chavismo no puede haber “batallas finales”. El término exige la aniquilación de cualquier disidencia y el fin de todo conflicto, lo que sólo puede ser el resultado de una dominación totalitaria y despótica, condiciones absolutamente contrarias tanto al ideal que busca el chavismo como a su propia realidad actual: basta ver a tres chavistas reunidos para tener debate, basta escuchar la Radio Nacional, Aporrea e incluso VTV que está en su fase más autocrítica que nunca, en buena hora, para ver todo tipo de autocrítica.

Para quienes no vivíamos en la Cuba de Fidel sino en la Venezuela Saudita” de CAP o sus clones, la idea de un señor dando un discurso de horas nos era extraña, incomprensible, y por supuesto era ridiculizada por los medios y los enemigos de la Revolución. Éramos como personas que sólo hubieran conocido la escritura por los anuncios publicitarios, por lo que imaginarían los libros como una interminable colección de eslóganes y clichés. Muchos tuvimos que esperar a Chávez para darnos cuenta del error, y descubrir que cuando hay argumento, qué decir y el narrador es bueno, el discurso es tan apasionante como un buen libro y puede ser igualmente iluminador. Hoy no tenemos a esos dos grandes oradores, no tenemos a Fidel en su dimensión oral, aunque sigue escribiendo y emitiendo sus siempre luminosos comentarios, ni tenemos a Chávez en su dimensión presente aún cuando contemos con un nutrido archivo de sus discursos, pero nos tenemos a nosotros y las herramientas para hacernos escuchar como nunca antes las tuvimos. Hoy más que nunca al frase “Chávez somos todos” debe ser una realidad, debemos comprender que la ausencia de Chávez no puede ser causa de desmotivación. Al revés, como dijo su hermano Adán, debemos tomar su morral y continuar haciendo camino para ganar el futuro, la vida de nuestros hijos. La ausencia de Chávez no es para llorarla, sino para celebrar que su paso por la vida nos haya dado luces para crear un nuevo camino y que nuestra responsabilidad es no sólo impedir que esa luz sea extinguida, sino multiplicarla. El sistema acostumbraba a convertir a los héroes en bronces inofensivos, en tigres sin colmillos ni garras. Nosotros debemos mantener a Hugo Chávez no como una figura para ser extrañada o analizada, sino para mantenerla vigente en su cuestionamiento de todo, no sólo poniendo en tela de juicio el sistema vigente en el mundo, sino atreviéndonos a desafiarlo y a caminar vías alternas y retándonos a nosotros mismos. Debemos ser millones de Chávez cuestionando y poniendo a pensar al mundo para hacer posible la Revolución. Para ello necesitamos no que la gente se muera, o que nos odie, sino que viva y piense. Ni siquiera que piense como nosotros, sino que al menos comience a hacerse preguntas. Eso ya será ganancia.

Las “batallas finales” son el ideal de los fachas, los neonazis, que perciben “gloria” en la aniquilación del contrario, en su sometimiento por la fuerza, el miedo, la coacción. Nosotros no podemos pensar en la aniquilación de nuestros compatriotas, ni del mundo, eso es precisamente a lo que nos oponemos. Por supuesto que tampoco es una declaración de comeflorismo en la que estamos dispuestos a ser anquilados mansamente, no. Pero sería estúpido pensar en la alternativa de una guerra convencional contra las fuerzas que arrasaron Irak o Libia. El recurrido ejemplo de Vietnam como resistencia al imperialismo olvida no sólo el altísimo costo que significó esa guerra, sino el crucial papel que jugó la resistencia dentro de los EE. UU. a esa invasión. Hoy todo movimiento pacifista o disidente dentro de los EE. UU. y en eso que llaman “el mundo occidental” o “desarrollado” es prácticamente nulo, la última manifestación de voluntad rebelde del pueblo estadounidense fue el movimiento “Occupy” que fue rápidamente anulado, y hoy EE. UU. es una sociedad controlada y desmovilizada al mejor (o peor) estilo “1984”, por lo que no contamos con esa ventaja. Nicolás Maduro ya lo intuyó y como líder proveniente del campo sindical instruyó que en caso de que las fuerzas oligárquicas tomaran el poder, la respuesta debía ser una huelga general. La resistencia organizada es una fuerza efectiva contra la ocupación, aún cuando esta cuente con aliados locales, si el pueblo no mueve las ruedas del país por muy armada y poderosa que sea la fuerza ocupante será inútil. Así Gandhi sacó a un imperio de su patria.

Nunca como antes se ha librado una batalla como la que se libra hoy por Venezuela. Una batalla comunicacional, además. Mientras ayer la prensa global hacía que miraran a los iraquíes o libios invadidos y masacrados como si fuesen marcianos, seres no humanos para poder exterminarlos con impunidad, ahora se busca el efecto contrario aunque para el mismo fin: quieren que los ciudadanos de otros países se identifiquen con nosotros para que cuando nos acaben, sirvamos de ejemplo, como la cabeza frita de José Félix Ribas o los herejes quemados en las plazas públicas por la Inquisición en Autos de Fe. Chávez era el hereje, ahora lo somos todos, y quieren hacer de Venezuela un Auto de fe global. Ya el Estado venezolano y el chavismo que lo sustenta han tomado algunas acciones de autodefensa necesarias: la organización popular, las milicias, la producción local de alimentos e insumos básicos, la creación de medios alternativos, etc. Pero hay algo a lo que creo que se ha cometido el error de dar importancia marginal, si es que apenas alguna, y es a la “guerrilla comunicacional” en internet. Esta guerrilla es la única que puede contrarrestar un ataque informativo en tiempo real de manera efectiva, y al usar las propias plataformas de “redes sociales” del contrario las hace imposibles de desactivar. La Revolución ha entregado millones de dispositivos tecnológicos al pueblo y no hemos enseñado a nadie a usarlos para defender la Revolución, lo que equivale a repartir millones de fusiles sin instrucción ni técnica ni ideológica, ni control, mientras quienes combatimos por ella cada día en las redes tenemos que pagar y reparar nuestros propios “fusiles”, y en tiempos de crisis precisamente somos los menos ricos que defendemos a la Revolución quienes nos quedamos sin recursos para seguir batallando por ella porque no podemos comprar un teclado o reparar un PC o un teléfono, mientras del otro lado disponen de las más modernas armas para destruirla, incluidas claro las que la Revolución misma les ha facilitado. En este momento es básico corregir ese error, si bien por supuesto gran parte del poder de estas redes se basa en su espontaneidad y ubicuidad, debe establecerse al menos una plataforma de apoyo logístico, talleres de formación, soporte técnico y material, etc. Porque a diferencia del capitalismo hegemónico totalitario, nuestra herramienta es mucho más letal y peligrosa, es LA VERDAD: el virus para desactivar su dominación global, para dejarlos al desnudo, poner al descubierto su historia terrible de masacres y genocidios, de contaminación y destrucción de la vida y sus intenciones de control global, de espionaje y asesinar con drones asesinos, etc., que no les interesa la libertad ni de Venezuela ni de ningún pueblo, sino su dominación. Este frente guerrillero virtual debe ser la vacuna para impedir que los ciudadanos de otros países justifiquen que nos invadan o pretendan destruirnos, y asimismo para que nuestros compatriotas no permitan que lo hagan. Nuestro principal campo de batalla, si queremos alcanzar la anhelada victoria de la paz, debe ser la mente de las personas, y necesitamos las herramientas y la organización adecuadas para ello de la misma manera que un ejército irregular necesita armas, logística y organización. Necesitamos garantizar que el mensaje chavista, que nuestro punto de vista llegue a la gente al menos en igualdad de condiciones que el que impone su inmensa pared de medios. Telesur y similares son necesarias, pero es imposible que compitan y mucho menos que logren por sí mismas una victoria siquiera marginal en el campo comunicacional global contra la descomunal máquina de propaganda hegemónica. Pero esa es su debilidad: es una máquina, un obeso constructo que se apoya más en distraer a la gente con banalidades que en hacerlas pensar, y ahí tenemos nuestra oportunidad, despertarles, en hacerles pensar, en la espontaneidad, el persona a persona: de hecho tenemos que mostrarnos como personas, como pueblo con derecho a vivir, que no nos despersonalicen y nos caricaturicen para exterminarnos según el viejo manual nazi de propaganda. Tenemos que hacer que se identifiquen con nosotros, o al menos que nos vean como personas, diferentes, pero sin duda sus semejantes. El previo al exterminio siempre es la satanización y la alienación del “otro”. La Revolución debe iniciar pronto un programa para apoyar la “milicia virtual” que sirva para contrarrestar la masiva campaña que se libra contra Venezuela en medio de este esfuerzo multidimensional para evitar perder todo en las llamas de la violencia. El apoyo a la milicia virtual o red de defensa en internet o como lo quieran llamar es un esfuerzo necesario y urgente para garantizar la paz en Venezuela, y su costo sería muy bajo en comparación a lo que podemos perder.

¿Dudas que sea necesario apoyar a una red virtual por la verdad de Venezuela? ¿Nunca has intentado buscar una noticia positiva de Venezuela con un buscador tradicional como Google? ¡Intenta buscar las cifras de desempleo, pobreza o desnutrición para que veas lo primero que te encuentras no sólo no es la verdad sino que son el mismo tipo de mentiras que pretende usar el amigo del Pepe Mujica, Almagro el Onagro, para validar la intervención en Venezuela! ¡Tienes que pasar páginas para encontrar información ni siquiera positiva sino al menos verdadera! Las primeras páginas que ubicas en esos buscadores son repeticiones con apenas leves variaciones de los bulos de los medios de comunicación corporativos. Sólo gente preparada con las herramientas adecuadas puede contrarrestar una campaña viral de desinformación en tiempo real, y en este momento hay una contra Venezuela como no ha habido antes nunca otra en la historia de la humanidad contra país alguno. Recordemos que sobre la desinformación y la mentira se montó la destrucción de Irak o de Libia. Y lo hicieron con mucho enos de lo que están invirtiendo contra nuestro país. En este asunto tan nuevo como necesario serían útiles algunos saberes, herramientas y materiales como desarrollar nuevos buscadores alternativos, saber cómo lidiar con los existentes, disponer de servidores y capacidad de alojamiento de páginas e información, conectividad adecuada, saber manejar el software y hardware apropiados, desarrollar y disponer de software ad hoc, talleres de comunicación, de estrategias de manejo de redes, de seguridad personal, y claro, talleres para reparar nuestras “armas” (teléfonos, computadoras, tabletas, partes y piezas, etc) y reponerlas, pero posiblemente el hardware sea lo menos importante de esta ecuación, sino que podamos contar con gente capaz de actuar de manera coordinada para defender la verdad de Venezuela, que es a la vez la paz de Venezuela, que es también, modestamente, esperanza para el mundo. Una red efectiva para el ataque y contraataque mediático global capacitada, equipada, con independencia pero con apoyo, con capacidad de coordinar una respuesta de manera instantánea cuando sea necesario, similar a las guerrillas del mundo real, que son unidades que combaten con independencia pero tienen capacidad de coordinación. Al contrario de lo que sucede en las “pesadillas comunistas” de las mentes encalladas en la guerra fría de los antichavistas, Venezuela no tiene qué ocultar, sino qué mostrar: necesitamos burlar el aparato de censura global que sólo muestra lo negativo y los problemas de la Revolución, mientras invisibiliza sus logros. Necesitamos hacer lo opuesto: visibilizar nuestros logros y la amenaza del capitalismo totalitario globalizador que quiere acabar con la Revolución y tomar el control de Venezuela mientras encamina al mundo a una hecatombe, al tiempo que seamos capaces de reaccionar “en tiempo real” ante cualquier ataque informativo y contrarrestarlo. El primer interesado y beneficiario de la difusión de la verdad es el chavismo, sólo a la corporatocracia global le interesa la censura y la manipulación mediática, por eso tiene a sus gigantescas cadenas de medios. Necesitamos ayudar a la gente a burlar el cerco mediático y a ver lo que esos medios le ocultan de Venezuela y el mundo, así como hicieron Assange o Snowden.
Mientras tanto, yo junto a muchos otros seguiremos defendiendo la verdad de Venezuela e intentando como quijotes del teclado desfacer entuertos, enfrentando igualmente gigantes que quieren aparecer ante los demás como molinos de viento. Si bien a nivel moral es muy elogiable defender a tu país y lo que consideras la verdad motu proprio con tus limitados recursos y tiempo, creo que en este momento, con todo lo que hay en juego, sería bastante idiota y hasta suicida no contar con algo de ayuda, tanto para nosotros personalmente como para la Revolución Bolivariana en su conjunto. Considero necesario y urgente coordinar una red de batalla en internet que cuente con apoyo real, serio y verdaderamente útil de parte del Estado y a Revolución chavista como parte de sus medidas de autodefensa tan o más importantes y efectivas y seguramente mucho menos costosas aunque menos efectistas que un escuadrón de Sukhoi, con la notable ventaja de que si logramos el éxito de los primeros nunca tendremos que usar los segundos. Ese apoyo debe ser eso, apoyo, facilitar herramientas, facilitar el intercambio de conocimientos y opiniones, asesorar en materia de seguridad; no dirigir ni controlar porque se desvirtuaría el primer valor de los batalladores que es nuestra independencia.

Para terminar, les dejo este video donde el investigador Daniel Estulin, muy conocido por sus trabajos sobre el Club Bilderberg, los mecanismos de dominación global y guerra psicológica nos aconseja la batalla en internet, en las redes sociales como la mejor forma de contrarrestar y contraatacar en la batalla informativa global:




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