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miércoles, 1 de diciembre de 2010

La oposición y la nostalgia de la "Venezuela Saudita"

La oposición y la nostalgia de la Venezuela Saudita


Si bien hay una gran cantidad de venezolanos que usa Internet y cada vez hay mayor acceso a esta herramienta, sin duda sigue siendo usado mayormente por las clases sociales más acomodadas, que se cuadran mayormente contra la política socialista de Hugo Chávez.


Últimamente me ha llamado la atención el fenómeno que he advertido sobre todo a través de la red social “ Twitter” de una admiración manifestada hacia las monarquías feudales árabes, como la de Arabia Saudita o Qatar. Estos “ arabistas” manifiestan en sus “tuits” que Venezuela debería parecerse a alguno de estos Estados totalitarios.


Cuando les advierto del “detalle” de que en esos países no existe la democracia, ni elecciones, hay trabajadores esclavos, pobreza y enormes e injustificables desigualdades persistentes aún con los ingresos más elevados del mundo, noto dos cosas: la primera, que ignoraban ese “detalle” y segundo, que les importa un pepino.


Yo supongo que a estas personas les hicieron llegar una de esas rara vez valiosas cadenas por correo electrónico con una presentación en PP de la opulencia de la familia Real de alguno de estos reinos, estos sitios donde compran los millonarios del mundo, el Jet Set, que le llamaban en los 70s, y la única pregunta o idea que se les vino a la cabeza fue ¿por que no yo, por qué no aquí?.


La mayoría de ellos, con quienes he intercambiado alguna información cuando me lo han permitido, son jóvenes, que no recuerdan la “Venezuela Saudita” de CAP, que tienen Internet pero no leen, no usan el buscador, o se quedan en lo banal, el cliché superficial de una imagen de un super hotel sólo para multimillonarios al cual ellos muy probablemente jamás podrán ver como no sea en fotos o video.


Si bien las imágenes de estos sitios de super lujo en el oriente son en verdad impactantes, me preocupa el desconocimiento de parte de estos jóvenes tanto de la realidad mundial como, mucho más grave, de la de Venezuela, una ignorancia sin duda cultivada por la sociedad conservadora y sus medios de comunicación, que hacen que haya caído en el olvido que Venezuela fue durante la mitad del siglo pasado el principal exportador de crudo del mundo y terminamos la centuria con casi un 70% de pobreza, que la “Venezuela Saudita” de Carlos Andrés Pérez sólo sirvió para poblar nuestros cerros con los ranchos que hoy son derribados por las extraordinarias lluvias, muy probablemente producto del “cambio climático” provocado por el delirio consumista del “american way of life”.


Asimismo desconocen que las imágenes de opulencia que ven son producto de la tiranía de una minoría de privilegiados que reina literalmente de manera feudal tanto en Arabia Saudita como Qatar, que Internet libre no existe (no podrían publicar insultos al líder nacional como hacen aquí en Venezuela), la mujer es un ser de segunda categoría, no hay partidos políticos ni elecciones, etc., y aún tienen importantísimas brechas de pobreza (20% o más), lo que no le ha impedido a Arabia Saudita comprarle a EE.UU. 60 mil millones de dólares en el contrato de armas más grande de la historia. Para subrayar el cinismo de EE.UU. me permito recordarles que mientras vende este inmenso paquete a una monarquía absolutista, se niega a obedecer los términos de contratos contraídos con Venezuela para la venta de repuestos al armamento que esta República democrática adquirió en gobiernos previos al gobierno de Hugo Chávez. También es “curioso” que el “ malo” en el Oriente sea un país donde sí se realizan elecciones, que, por supuesto, son cuestionadas por EE.UU.: Irán. Para EE.UU. es peor una democracia con la que tienen diferencias que una monarquía absoluta que les es obsecuente. Cuestión de principios.


Pero aún peor que la ignorancia es no querer saber. Cuando estos jóvenes que han manifestado su deseo de que Venezuela se parezca a una monarquía árabe se informan que lo que ven en fotos fabulosas es una parte no representativa de un país, que además es producto del expolio de una clase social mínima sobre las mayorías, se pone de manifiesto que no les interesa saber, que lo único que son capaces es de repetir clichés sobre la “ libertad de empresa”, la “propiedad privada”, etc. Tampoco les interesa saber que en Venezuela han disminuido la pobreza y la desigualdad... porque creen que ese mundo irreal, de jeque árabe, puede ser suyo, la codicia ha anidado en su cerebro joven, el individualismo hormonal les dicta que ellos se salvarán pasando por encima de las cabezas de los demás. Y eso es mucho más grave. El tóxico de la ignorancia y el supremacismo los ha contaminado. No les interesa que en Venezuela se elimine la pobreza, que no exista una desigualdad inmoral, al contrario: se ven en la cima de un mundo atrozmente desigual, lo desean, quieren el lujo para ellos, aunque signifique la condenación del planeta y de sus semejantes y más patético aún: que por perseguir el cebo del lujo posible en sus vidas no sean más que el pescado en el anzuelo de quienes sí ostentan el poder de verdad. No hay sino que imaginarse a estos miles de jóvenes que respaldan proyectos supremacistas como Primero Justicia o AD, llenando de nuevo los Comités de Bachilleres sin Cupo, los ranchos de los cerros y los ataúdes de la represión si vivieran y murieran en la que hoy denominamos Cuarta República, cuando ese modelo supremacista imperaba sin contrapeso. Hoy publican mensajes en Internet desde sus hogares, o desde sus dispositivos móviles, luego de salir de clases de sus colegios y universidades, y en vez de querer compartir sus privilegios, trabajar para que muchos más gocen de su bienestar, se sienten desgraciados porque no viven como un jeque. Son patéticos. Cuando a alguien se le dan cosas que es incapaz de apreciar, los gringos lo llaman “dar margaritas a los cerdos”. Creo que es una excelente imagen.


Como decía el fallecido Arthur C. Clarke, “el futuro ya no es lo que solía ser”. Pensar en un futuro de dominados y dominadores, de uso de recursos naturales sin límite, de un “desarrollismo” eterno y de la ilimitada acumulación de bienes y capitales, ya hoy no es posible. No hay otra manera de que la Humanidad sobreviva que entender que ese modelo no es viable. Y la única manera de lograrlo es que nuestros jóvenes lo comprendan. Pero mientras sean bombardeados por la propaganda (y no me refiero sólo a la publicidad) que los convierte en ganado ávido de consumo e incapaz de percibir al mundo de otra forma que no sea comprando o teniendo mayor capacidad de consumir, estamos fritos.


Mientras queremos “hacer revolución”, educamos a nuestros jóvenes en la idolatría del consumo y del poder del dinero, del desprecio al prójimo, a la Tierra, en el mismo “ sálvese quien pueda” que inculcaron con más o menos éxito a nuestra generación.


La revolución de la educación, no de cambio de nombres, sino de valores, es imprescindible para la revolución de la sociedad. Y una revolución de la sociedad es imprescindible para salvar a la humanidad y al Planeta. Así que vamos a ver qué hacemos, si vamos a seguir “educando” a los chamos con los libros del Grupo Prisa y con los canales privados de Radio y TV y los diarios glorificando un modelo supremacista, clasista y neonazi que lo único que le interesa es que los jóvenes compren las porquerías que les venden, y que quienes no puedan hacerlo sean merecedores de desprecio.


Para terminar, por si acaso, me permito recalcarles que la tal “Venezuela Saudita” fue eso, un modelo fracasado, donde se enriquecieron grotescamente a unos pocos a costa de la miseria espantosa de millones de venezolanos. Y que lo bueno que puedan tener nuestros amigos saudíes es probable que se deba a que nunca tuvieron adecos.


Recomiendo leer, ver, visitar:





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