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miércoles, 26 de junio de 2013

Venezuela amenazada por fanáticos fundamentalistas que rechazan la ciencia porque contraría sus creencias

¿A quién le va creer usted, a mí o a sus propios ojos?”
Groucho MARX

No, no me refiero a los llamados “evangélicos”. Tampoco a la supuesta “invasión islámica” que según medios mayameros estaría sucediendo en el país. Me refiero a la oposición de derecha.

Durante la última mitad del siglo XX, el Pacto de Punto Fijo significó que no importaba qué votaran los venezolanos en las urnas, el resultado iba a ser el mismo, pues salvo ligeros matices no había diferencia alguna entre los candidatos y sus facciones. Diferentes caras que representaban los mismos intereses. Si me permiten la expresión coloquial, la misma mierda en diferentes frascos.

Para crear la sensación de que eran diferentes productos y que valía la pena “ir a comprarlos” en cada “elección”, la campaña mediática de mercadeo fue la misma que se sigue aplicando hoy a productos igual de inútiles e incluso dañinos: olvídate del producto, céntrate en al empaque. Así se vació la “democracia” de contenido. La gente votaba por el candidato que “más le gustaba”, sin que esto tuviera nada que ver, o muy poco, con contenidos políticos. La “política” se convirtió en clichés y colores, al mejor “estilo americano”. El “debate político” se limitó a lo circustancial, a lo que se podía modificar sin cambiar nada que pusiera ni siquiera en tela de juicio el modelo de dominio absoluto de “los mismos de siempre”, como sabemos, por lo que se nos vendió el eslogan de la “democracia más sólida de América Latina”, la “Venezuela Saudita”, el mayamerismo del “'ta barato dame dos”, etc. El “Caracazo” de 1989 supuso el brutal fin de ese espejismo.

Este quiebre supuso igualmente la entrada a escena política de Hugo Chávez, primero con la irrupción del 4F, y luego y más importante, con su candidatura presidencial que supuso la entrada de un “marketing político” diferente, con fondo, ideología e historia. Innumerables citas históricas, sobre todo del héroe nacional Simón Bolívar llenaron los espacios. Para muchos venezolanos, la mayoría como quedó demostrado en breve, era claro que el país estaba enfermo y quien ofrecía la cura más adecuada era Hugo Chávez. Además de que ante la pérdida de credibilidad de los políticos del establishment y sus organizaciones, muchos optaron por él como una posibilidad de salvación ante la certeza de la condenación de las alternativas de siempre.

Este escenario es clave para formularse la siguiente pregunta: Si tú o un familiar cae con algún padecimiento de cierta gravedad ¿irías al médico más bonito o que te es más simpático o al que creas que tiene la posibilidad y los medios reales de sanar al paciente? Si no dudamos en acudir a un médico aunque nos parezca feo, o incluso que nos “caiga mal” para conseguir sanación, ¿por qué algunos se dejan dominar por las consideraciones más banales a la hora de decidir quién debe “curar” a un país? Y un poco más a fondo: ¿cómo sabemos si un país se está “curando”?

Como en medicina, también existen herramientas científicas para identificar los males que pueden padecer los pueblos. En vez de fiebre, malestar o incapacidad se identifican elementos que sirven de índices colectivos de bienestar o su carencia: pobreza, expectativa de vida, educación, salud, etc. De igual manera que en la ciencia médica, los encargados de monitorear los índices de bienestar de un país se sirven de la ciencia para poder establecer puntos de referencia sobre los cuales hacer diagnósticos con la mayor precisión y las metas que permitan el establecimiento de políticas públicas que conduzcan al máximo bienestar posible de la población estudiada. Para establecer cierto grado de independencia y fiabilidad de estos indicadores tan importantes, se han creado organizaciones en las que colaboran científicos y académicos de varias nacionalidades, como las que actúan a través de ls diferentes oficinas de las Naciones Unidas: CEPAL, PNUD, FAO, UNESCO, UNICEF, etc. Ignorar tanto los métodos científicos como las propias organizaciones que sirven de base para el establecimiento de políticas públicas nacionales y regionales es tan absurdo como pretender diagnosticar a un paciente basándonos únicamente en nuestros prejuicios e intuiciones. Si es irresponsable hacerlo con un individuo, pretender actuar así con un colectivo es el extremo del fanatismo irresponsable.

Pues eso es lo que propone la oposición venezolana: como lo que dice la ciencia se opone a sus axiomas, no es que ellos estén equivocados, no, sino que la ciencia “está comprada”. Es decir, todas las oficinas de Naciones Unidas están compradas por el “castrocomunismadurismo del rrrégimennnnn” venezolano, según. Veamos:

El reciente reconocimiento de la FAO a Venezuela ocasionó una reacción insólita por parte de la oposición venezolana, que llegó a acusar a Brasil y la propia FAO de cohonestar un informe “comprado”. Tan temeraria y grotesca acusación se lanza a los medios sin ningún estudio ni al parecer la menor intención de presentar alguna prueba que lo respalde. Es decir, ni siquiera han tenido la intención de aportar pruebas de lo que dicen: simplemente que como lo que dice la FAO no está de acuerdo con su postulado axiomático supremo que es “todo lo que hace el chavismo es malo”, lo descalifican. Semejante proceder recuerda mucho al de la Inquisición que amenazó con quemar a Galileo por atreverse a insinuar que la tierra se mueve alrededor del Sol, o a los Nazis que postulaban la superioridad de la raza aria y la “manifiesta” inferioridad de judíos, negros, gitanos y comunistas. Este adoctrinamiento acientífico y apriorístico es característico de los extremismos que hoy la prensa suele asociar a los “talibanes musulmanes”, cristianos fundamentalistas, judíos ortodoxos, etc., pero como vemos, está aquí, en la muy occidental, citadina y actual Venezuela el rechazo a todo postulado científico que se oponga a la visión irracional de la derecha venezolana. Lo más insólito es que vemos entonces a "tecnócratas" que rechazan la ciencia, e incluso muchos opositores académicos y egresados de reputadas universidades con diplomados científicos toman esta actitud medieval, dogmática e inquisitorial.

En la misma onda irracional y acientífica rechazaron los resultados ajustados pero claros de la última elección presidencial del 14 de abril, una de los tantísimos eventos electorales realizados en Venezuela en los últimos tres lustros (que creo contabilizan casi 20) y que, “casualmente” han sido rechazados por la oposición “democrática” todos los que ha perdido y, por supuesto, ninguno de los que ha ganado.
Llegaron al extremo del ridículo cuando su abanderado para la presidencia dijo que había sido víctima de un fraude electoral y, por increíble que parezca, intentó poner como prueba de ello una mesa electoral donde ganaba su opción. Cualquier intento de tomar como de buena fe las acusaciones de Capriles contra el Consejo Nacional Electoral venezolano muere ante tamaña irresponsabilidad y desfachatez de su parte, pero por supuesto, semejante disparate no ddesalentó a sus fanáticos y encegecidos seguidores que siguen hoy, sin prueba alguna, clamando que hubo “fraude” y que son víctimas de una conspiración internacional (como decían los nazis de los judíos y comunistas, “casualmente” también, claro). Es evidente que no hay, como en tantas ocasiones anteriores, ninguna base real para pretender desconocer el resultado electoral, al igual que tampoco tiene la oposición venezolana ninguna razón para contradecir y menos desautorizar los muchos elogios que las diferentes oficinas internacionales han realizado al Gobierno bolivariano venezolano por sus avances en materia política y social.

En otros terrenos es también conspicuo el desconocimiento de la evidencia científica por parte de la derecha siempre inspirada en divinidades o “respaldada” por Dios, como el Caudillo español. Mientras la evidencia de que hay un calentamiento global de origen antropogénico es cada vez más apabullante, los que se incomodan por la posibilidad de que en vez de suicidarnos horneados por nuestro propio fuego consumista se impongan restricciones mundiales a la producción de gases de efecto invernadero y se regule la industria, se manifiestan desconociéndola porque contraviene sus dogmas. El ex presidente español Aznar, “casualmente” socio de la derecha venezolana y particularmente del partido Primero Justicia del “académico” Julio Borges y del ex candidato Capriles es uno de los más notorios, o al menos mejor pagados de los lobbistas negacionistas del calentamiento global. Si la teoría de la evolución contraviniera su doctrina del capitalismo infinito, también la adversarían abiertamente, porque no les importa la razón sino el dinero y el poder.

La ciencia, aplicada en las estadísticas que nos indican la situación de una población en cuanto a su bienestar o la matemática precisa que nos dice cuál es la decisión de una mayoría en elecciones verdederamente democráticas, al igual que la que nos indica cómo sanar a un paciente o ahondar el conocimiento de nuestro fascinante universo, es imprescindible para orientar y medir el camino a nuestro desarrollo integral, sostenible y armónico. Que se nos proponga prescindir de ella es una señal más del acientifismo e irracionalidad fanática de la oposición venezolana muy emparentada con el neonazismo. Que la oposición rechace sin argumentos los testimonios exhaustivamente fundamentados de las diferentes oficinas y agencias de las Naciones Unidas que certifican el avance social venezolano es toda una declaración de intenciones. Quien renuncia a la razón sólo puede acudir a la fuerza y la locura, al fanatismo y a la propaganda de terror anticomunista tan macartista, y nazi como peligrosa para tratar de movilizar a las masas hacia la violencia, como lo han logrado ya varias veces, la última luego de su fracaso electoral con el resultado fatal de 11 muertes, todas de chavistas o sus familiares (incluyendo dos niños).

La terrible disyuntiva entre dogma y ciencia es expuesta de manera muy bella y a la vez cruda por el profesor Jacob Bronowski en uno de sus memorables episodios de “El Ascenso del Hombre”, serie de la BBC de los años 70 sobre un texto suyo, cuando nos recuerda, caminando entre el cieno formado por las cenizas de 4 millones de seres humanos en una charca en Auschwitz, cuál el es el resultado de pensar que se tiene un conocimiento absoluto sin ningún contraste con la realidad. Allí dice: “Hay dos partes que intervienen en el dilema humano. Una es la creencia de que el fin justifica los medios. Esta filosofía arrolladora, deliberadamente sorda al sufrimiento, se ha convertido en el monstruo de la maquinaria bélica. La otra es la traición al espíritu humano: la afirmación del dogma que cierra la mente y convierte a una nación, a una civilización, en una legión de fantasmas: fantasmas obedientes o fantasmas torturados.Se ha dicho que la ciencia deshumanizará a la gente y la convertirá en números. Esto es falso,trágicamente falso. Compruébelo usted mismo. Este es el campo de concentración y el crematorio de Auschwitz. Fue aquí donde la gente se convirtió en números. En este estanque fueron esparcidas las cenizas de cuatro millones de personas. Y esto no fue obra del gas. Fue obra de la arrogancia. Fue obra del dogma. Fue obra de la ignorancia. Cuando la gente se cree poseedora del conocimiento absoluto, sin pruebas de la realidad, tal es su comportamiento. Todo ello ocurre cuando los hombres aspiran al conocimiento de los dioses. La ciencia constituye una forma de conocimiento eminentemente humana. Nos hallamos siempre al borde de lo conocido, tratamos de adelantarnos siempre a la esperado. Todo juicio científico se sitúa al margen del error y es personal. La ciencia es un tributo a lo que podemos saber, pese a que somos falibles. Las palabras de Oliver Cromwell encierran una gran verdad determinante: 'Yo te suplico, por las entrañas de Cristo, que pienses en la posibilidad de estar equivocado' .Como científico, estoy en deuda con mi amigo Leo Szilard; como ser humano, estoy en deuda con los muchos miembros de mi familia sacrificados en Auschwitz, merced a los cuales me encuentro ante esta cuenca como sobreviviente y testigo. Debemos curarnos del ansia de conocimiento absoluto y de poder. Debemos acortar la distancia entre la motivación de los impulsos y el acto humano. Debemos acercarnos más a nuestros semejantes.”

El Dilema Humano: Dogma e Ignorancia - Jacob Bronowski (Subtitulado CC) - YouTube

Ver también:
CEPAL - Tenemos que aprender de las políticas redistributivas de Venezuela - YouTube

Venezuela es reconocida en Roma por la FAO por cumplir las metas para eliminación del hambre - YouTube

Representante del PNUD: Venezuela se ubica entre los países con mayor índice de desarrollo humano - YouTube

Venezuela es el segundo país que más creció en Índice de Desarrollo Humano - Noticia en ANTV

Rebelion. El ocultado rostro del presidente Chávez

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