Desde hace años la militancia con Chávez nos enseñó que no hay nada de inocente ni imparcial en el manejo de la noticia por parte de los medios, y menos aún si está en juego el dominio imperial al cual sirven. Chávez también nos enseñó la importancia de los nombres y del uso adecuado de la palabra. Cuando borraron la calificación de "Bolivariana" de nuestra Nación en 2002, tirios y troyanos nos dimos cuenta de la importancia de un "simple adjetivo".
El "caso Snowden" es, como el golpe mediático de 2002 en Venezuela, un ejemplo "de librito" de ello.
No sólo han logrado desviar el debate de lo que reveló Snowden, que es lo verdaderamente relevante: la gigantesca, inmoral e ilegal operación de espionaje que lleva a cabo EE.UU. contra los ciudadanos del mundo, sino que ahora lo convierten en el "malo de la película".
En su segunda acepción de la palabra "topo", la Real Academia nos dice: "Persona que, infiltrada en una organización, actúa al servicio de otros."
También popularmente, sobre todo entre los lectores de novela negra y de espionaje y especialmente quienes leímos alguna vez los libros de John Le Carré o vimos la muy buena adaptación cinematográfica de su novela "El Topo", entendemos, como dice el diccionario, que así se califica a un infiltrado.
Hasta donde se sabe, Snowden no actuó bajo otra influencia que la de su propia conciencia al contarle al mundo que su gobierno, presidido por el Premio Nobel de la Paz Barack Obama, estaba espiando ilegalmente a buena parte de los ciudadanos del planeta a través de su acceso ilimitado e indiscriminado a los servidores de las grandes empresas de Internet, como Google, Microsoft y otras. La primera víctima de esta violación colectiva a la intimidad fue el propio pueblo estadounidense, y si Snowden, como militar, funcionario y ciudadano también de los EE.UU. juró servir a su país, a su pueblo y a su Constitución, puede alegar una legítima objeción de conciencia porque el espionaje masivo viola los derechos de los ciudadanos de su propio país establecidos en su Constitución y en tratados internacionales, según ha declarado en una carta que se la atribuye dirigida al gobierno de Nicargua, quien la hizo pública.
Es evidente que esta monumental violación de la privacidad individual se traduce en una paranoia y autocensura de unas proporciones mucho peores a las imaginadas por Orwell en su novela "1984" (de la cual nace el cliché de "Gran Hermano") al ser la tecnología de hoy mucho más refinada y omnipresente. A partir de hoy cualquier ciudadano de EE.UU. y de Europa sobre todo se abstendrá de criticar a su gobierno incluso de manera privada, ya que la misma privacidad ha dejado de existir. Hay varios casos ya de jóvenes, casi niños que han sido en EE.UU. condenados por formular lo que ese Estado Totalitario y policial llama "amenazas contra su Gobierno o Jefe de Estado", "amenazas" que cualquier joven opositor en el "rrrégimennn dictatorial" de Venezuela hace libre y públicamente contra su Gobierno cada día varias veces a través de las redes sociales, de viva voz en las calles o por cualquier medio a su alcance sin que tenga nada que temer. Incluso los Estados Totalitarios de Norteamérica llegan a aplicar penas de manera extraterritorial al negar la entrada a esa prisión (los EE.UU. de norteamérica) a quienes osan "hablar mal" de ella en otros países.
Al calificar a Snowden como "topo" se le da la razón a EE.UU. en su persecución, ya que la afirmar que era un infiltrado la siguiente y obvia pregunta es "¿Infiltrado por quién?", con lo que la potencia imperial pretende justificar los abusos que se cometen en su cacería humana, incluyendo el reciente vejamen y piratería contra el Presidente boliviano Evo Morales en Europa por los gobiernos pertenecientes a esa mafia llamada OTAN.
Con la fuerza que tienen los medios de comunicación modelando nuestro lenguaje y conducta, veo sin mucha sorpresa pero con decepción que portales muy "revolucionarios" como Rebelión repiten esta matriz imperial en virtud del copy - paste vía Página 12:
Mucho más "normal" es ver este calificativo en los medios que sirven al neocolonialismo imperial:
Desde el punto de vista del país que le podría dar asilo, admitir que Snowden es un "topo" equivale a admitir que se protege a alguien que actuaba contra EE.UU. por influencia de otra potencia, lo que no son conchas de ajo. El asilo humanitario a Snowden está ampliamente justificado sobre la base de su objeción de conciencia ante la monstruosidad que significa el espionaje y violación a nuestra intimidad de manera global por parte de EE.UU., que le permite saber, por ejemplo, lo que escribo en este Blog antes incluso de que lo publique, así como analizar nuestros correos más privados o fotos, etc. La calificación de "topo" que desde los medios etiqueta al joven Snowden y lo marca como blanco, es parte de una estrategia de propaganda, una campaña orientada a minimizar u obviar las violaciones a los Derechos Humanos globales que hace el gobierno totalitario de los EE.UU. en primer término, y en segundo permitiría justificar cualquier acción que se lleve a cabo para su eliminación o captura, así como considerar potencia extranjera agresora a EE.UU. o como su cómplice a quien por darle asilo o protección obstaculice esas acciones. No seamos cómplices "inocentes" de esa monstruosidad.
El "caso Snowden" es, como el golpe mediático de 2002 en Venezuela, un ejemplo "de librito" de ello.
No sólo han logrado desviar el debate de lo que reveló Snowden, que es lo verdaderamente relevante: la gigantesca, inmoral e ilegal operación de espionaje que lleva a cabo EE.UU. contra los ciudadanos del mundo, sino que ahora lo convierten en el "malo de la película".
En su segunda acepción de la palabra "topo", la Real Academia nos dice: "Persona que, infiltrada en una organización, actúa al servicio de otros."
También popularmente, sobre todo entre los lectores de novela negra y de espionaje y especialmente quienes leímos alguna vez los libros de John Le Carré o vimos la muy buena adaptación cinematográfica de su novela "El Topo", entendemos, como dice el diccionario, que así se califica a un infiltrado.
Hasta donde se sabe, Snowden no actuó bajo otra influencia que la de su propia conciencia al contarle al mundo que su gobierno, presidido por el Premio Nobel de la Paz Barack Obama, estaba espiando ilegalmente a buena parte de los ciudadanos del planeta a través de su acceso ilimitado e indiscriminado a los servidores de las grandes empresas de Internet, como Google, Microsoft y otras. La primera víctima de esta violación colectiva a la intimidad fue el propio pueblo estadounidense, y si Snowden, como militar, funcionario y ciudadano también de los EE.UU. juró servir a su país, a su pueblo y a su Constitución, puede alegar una legítima objeción de conciencia porque el espionaje masivo viola los derechos de los ciudadanos de su propio país establecidos en su Constitución y en tratados internacionales, según ha declarado en una carta que se la atribuye dirigida al gobierno de Nicargua, quien la hizo pública.
Es evidente que esta monumental violación de la privacidad individual se traduce en una paranoia y autocensura de unas proporciones mucho peores a las imaginadas por Orwell en su novela "1984" (de la cual nace el cliché de "Gran Hermano") al ser la tecnología de hoy mucho más refinada y omnipresente. A partir de hoy cualquier ciudadano de EE.UU. y de Europa sobre todo se abstendrá de criticar a su gobierno incluso de manera privada, ya que la misma privacidad ha dejado de existir. Hay varios casos ya de jóvenes, casi niños que han sido en EE.UU. condenados por formular lo que ese Estado Totalitario y policial llama "amenazas contra su Gobierno o Jefe de Estado", "amenazas" que cualquier joven opositor en el "rrrégimennn dictatorial" de Venezuela hace libre y públicamente contra su Gobierno cada día varias veces a través de las redes sociales, de viva voz en las calles o por cualquier medio a su alcance sin que tenga nada que temer. Incluso los Estados Totalitarios de Norteamérica llegan a aplicar penas de manera extraterritorial al negar la entrada a esa prisión (los EE.UU. de norteamérica) a quienes osan "hablar mal" de ella en otros países.
Al calificar a Snowden como "topo" se le da la razón a EE.UU. en su persecución, ya que la afirmar que era un infiltrado la siguiente y obvia pregunta es "¿Infiltrado por quién?", con lo que la potencia imperial pretende justificar los abusos que se cometen en su cacería humana, incluyendo el reciente vejamen y piratería contra el Presidente boliviano Evo Morales en Europa por los gobiernos pertenecientes a esa mafia llamada OTAN.
Con la fuerza que tienen los medios de comunicación modelando nuestro lenguaje y conducta, veo sin mucha sorpresa pero con decepción que portales muy "revolucionarios" como Rebelión repiten esta matriz imperial en virtud del copy - paste vía Página 12:
Mucho más "normal" es ver este calificativo en los medios que sirven al neocolonialismo imperial:
Desde el punto de vista del país que le podría dar asilo, admitir que Snowden es un "topo" equivale a admitir que se protege a alguien que actuaba contra EE.UU. por influencia de otra potencia, lo que no son conchas de ajo. El asilo humanitario a Snowden está ampliamente justificado sobre la base de su objeción de conciencia ante la monstruosidad que significa el espionaje y violación a nuestra intimidad de manera global por parte de EE.UU., que le permite saber, por ejemplo, lo que escribo en este Blog antes incluso de que lo publique, así como analizar nuestros correos más privados o fotos, etc. La calificación de "topo" que desde los medios etiqueta al joven Snowden y lo marca como blanco, es parte de una estrategia de propaganda, una campaña orientada a minimizar u obviar las violaciones a los Derechos Humanos globales que hace el gobierno totalitario de los EE.UU. en primer término, y en segundo permitiría justificar cualquier acción que se lleve a cabo para su eliminación o captura, así como considerar potencia extranjera agresora a EE.UU. o como su cómplice a quien por darle asilo o protección obstaculice esas acciones. No seamos cómplices "inocentes" de esa monstruosidad.
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