Varias cosas me molestan de la nefasta propuesta de "cerrar la frontera unilateral e indefinidamente" con Colombia que lamentablemente ha surgido dentro del propio chavismo y anda rodando por las llamadas "redes sociales" (aunque usualmente muy antisociales, por cierto) ante la desesperación por el recrudecimiento de la guerra económica. El "razonamiento" de cerrar la frontera se me parece al que pretende detener la hemorragia en un dedo cortándose la extremidad completa. Efectismo sin efectividad cuando lo que se necesita es exactamente lo opuesto. Esta propuesta convierte a todos en sospechosos, a los sospechosos en culpables y es en sí misma la aplicación de una condena.
La primera razón para oponerme es lo inútil: ¿cómo pretenden "cerrar" una frontera de más de 2100 km? ¿Seguiremos la doctrina de Donald Trump, construiremos un muro como el infame de Gaza y se lo cobraremos a los colombianos? Es estúpido pensar que si no logramos controlar el contrabando que se hace delante de nuestras narices logremos cerrar una frontera de dos mil kilómetros de tierra agreste y además tan activa y poblada como la colombo-venezolana. ¿Se imaginan lo que significaría aislar o separar a comunidades mediante soldados o un muro?
Los venezolanos estamos acostumbrados a que cualquier problema político o social se pretenda resolver mágicamente con nuevas leyes: criminalidad común, evasión fiscal, financiamiento ilegal, etc. La realidad nos muestra que lamentablemente eso no es así: lo que se necesita es una sociedad dispuesta a cumplir y hacer cumplir las leyes existentes con honestidad, de manera oportuna e inflexible. No hay salidas instantáneas ni mágicas. Me pregunto por cierto si alguna vez se aplicó esa Ley con la que esperábamos terminar con el financiamiento del Departamento de Estado de EE. UU. a políticos y supuestas ONG's venezolanas.
La segunda es que no obedece a la razón sino a la emoción. Es, en el fondo, una renuncia, una entrega, la claudicación ante la incesante y aplastante guerra psicológica a la que estamos sometidos los venezolanos. Es declararnos incapaces de derrotar al contrabando, al bachaqueo y a los ataques de grupos ilegales mediante la aplicación inflexible de nuestras leyes existentes y la organización social. Mientras Colombia sea el régimen neoliberal que es y nosotros el socialista que pretendemos, tendremos problemas y conflictos, y la manera de resolverlos no es la malcriada de pretender aislar al otro y rechazarlo, al revés: requerirá más inteligencia, más paciencia, más persistencia, la tenacidad de quienes se saben apoyados por la moral y la razón, no por la fuerza y las armas. Toda "solución final" esconde un tufo facha a carne quemada, como nos recuerda la historia. Y más aún entre dos siameses como Venezuela y Colombia. Esta propuesta de cierre fronterizo obedece a la misma reacción que pretende justificar la pena de muerte: no importa que demuestres hasta la saciedad que las sociedades que aplican la pena de muerte no son más seguras ni más morales; es una respuesta populista que satisface el deseo de venganza y obedece a la reacción y no a la razón. Y viene lo tercero:
¡Es una propuesta tan facha! Veamos, ¿quienes cierran fronteras de manera indefinida? Por ejemplo, nada más y nada menos que quienes consideramos nuestras antípodas políticas: Israel y EE. UU. ¿Tomaremos los chavistas entonces el ejemplo de Washington y Tel Aviv para lidiar con nuestros problemas? ¡Dios nos coja confesados! La idea de resolver el problema del contrabando y la entrada de pobres de Colombia mediante el cierre de la frontera es el triunfo de la derecha: nos equipara, nos hace iguales a ellos. A quienes más perjudicaría esta medida es a los de siempre, los pobres de ambos lados, a los que huyen de la violencia, y los expondría a más abusos de funcionarios y a la multiplicación de mafias. Chávez fue recibido con amor las veces que le tocó viajar a Colombia, aún cuando había grandes tensiones entre él y el gobierno oligárquico de esa nación. ¿Destrozaremos el legado de Chávez y haremos que el pueblo pobre colombiano considere que la Revolución Bolivariana lo desprecia?
Me parece que en el fondo esa propuesta nefasta está basada en el miedo, el odio al pobre y la xenofobia, proteger "nuestros privilegios" de "esos pobres invasores" (lo que queda es rematar la frase con "caliches"): no hay razonamientos, o al menos yo no he escuchado una argumentación sensata que explique por un lado cómo se efectuaría, en qué consistiría ese supuesto "cierre indefinido" de fronteras y por otro, cómo nos beneficiaría esa acción.
Por añadidura, la propuesta olvida que de los más de 5 millones de colombianos que residen en Venezuela, muchos, no sé si la mayoría pero muchísimos, apoyan a la Revolución Bolivariana y son tan o más chavistas que cualquiera de nosotros, así como muchos del lado colombiano, y esta medida podría perjudicarlos o someterlos a peligros, mafias y vejaciones aún peores que las que puedan padecer ahora, sobre todo quienes viven en zonas fronterizas. ¿Los concentraremos en "zonas especiales", como hicieron lso estadounidenses con los japoneses durante la Segunda Guerra? Ni me imagino cómo este tipo de propuesta podrá y será seguramente explotada (y con toda razón) para crear malestar en la comunidad colombiana de aquí y de allá, dirigiéndose sobre todo a quienes apoyan la Revolución. A lo de "irracional" e "inútil" habría que agregarle entonces "estúpidamente contraproducente".
No recuerdo una frontera cerrada que no atropelle a la gente: desde la antigua de Berlín a las modernas de Gaza, Río Grande o Melilla, con sus muros y alambres hediondos a apartheid, donde el pobre no padezca. Porque para los ricos y sus capitales, las drogas y las armas no hay frontera cerrada que valga, ¿o si? Díganme si me equivoco en cualquiera de las anteriores.
El control del contrabando de extracción, el bachaqueo, la entrada de drogas y grupos criminales ilegales a Venezuela pasa por usar la inteligencia más que la fuerza: la inteligencia tanto en sentido militar y policial como en sentido político y social. Seguir la pista a los capitales ilegítimos, rastrearlos a través del SENIAT y el sistema bancario, controlar electrónicamente el flujo de inventarios y el desplazamiento de bienes (GPS, códigos de barras, software apropiado), contar con un sistema judicial que funcione correctamente, con fiscales, jueces, policías y comunidad organizada trabajando en común contra toda forma de delito, incluyendo por supuesto el contrabando, el paramilitarismo y la corrupción. Necesitamos mucha inteligencia y política, interna y externa. Necesitamos además seguir contando con la unión sudamericana, la cooperación con Colombia, que nos ha entregado recientemente a los maleantes que le requerimos, con dilación notable en un caso, cierto, pero al final lo enviaron. Sería muy contradictorio que Venezuela precisamente, heredera de la tradición unionista de Bolívar y Chávez tomara una medida tan opuesta a ella como cerrar una frontera unilateral e indefinidamente. No hay atajos para lo que debemos lograr con dedicación, educación y conciencia, como nos enseñó Chávez. No se puede suplir la honestidad, el trabajo y la conciencia con leyes represivas. Pretenderlo es reaccionario y populista, por eso rechazo esa propuesta, al menos hasta que alguien me convenza, con razones y muy detenidamente, de su conveniencia.
La razón de la Revolución Bolivariana es el respeto al ser humano, al pobre, al perseguido, al agraviado de siempre, la observancia integral de los derechos humanos, la búsqueda de la justicia, de la felicidad común y la unión americana. Dudo que una propuesta como la de "cerrar la frontera" de manera indefinida pueda tener sino un efecto opuesto a todos esos enunciados.
Pretender lograr nuestro bienestar pasando por la injusticia y la fuerza en vez de la inteligencia, la convicción, el trabajo tenaz y la conciencia sería el fracaso de la Revolución y el triunfo del fascismo convirtiéndonos en ellos. Espero que no suceda.
La primera razón para oponerme es lo inútil: ¿cómo pretenden "cerrar" una frontera de más de 2100 km? ¿Seguiremos la doctrina de Donald Trump, construiremos un muro como el infame de Gaza y se lo cobraremos a los colombianos? Es estúpido pensar que si no logramos controlar el contrabando que se hace delante de nuestras narices logremos cerrar una frontera de dos mil kilómetros de tierra agreste y además tan activa y poblada como la colombo-venezolana. ¿Se imaginan lo que significaría aislar o separar a comunidades mediante soldados o un muro?
Los venezolanos estamos acostumbrados a que cualquier problema político o social se pretenda resolver mágicamente con nuevas leyes: criminalidad común, evasión fiscal, financiamiento ilegal, etc. La realidad nos muestra que lamentablemente eso no es así: lo que se necesita es una sociedad dispuesta a cumplir y hacer cumplir las leyes existentes con honestidad, de manera oportuna e inflexible. No hay salidas instantáneas ni mágicas. Me pregunto por cierto si alguna vez se aplicó esa Ley con la que esperábamos terminar con el financiamiento del Departamento de Estado de EE. UU. a políticos y supuestas ONG's venezolanas.
La segunda es que no obedece a la razón sino a la emoción. Es, en el fondo, una renuncia, una entrega, la claudicación ante la incesante y aplastante guerra psicológica a la que estamos sometidos los venezolanos. Es declararnos incapaces de derrotar al contrabando, al bachaqueo y a los ataques de grupos ilegales mediante la aplicación inflexible de nuestras leyes existentes y la organización social. Mientras Colombia sea el régimen neoliberal que es y nosotros el socialista que pretendemos, tendremos problemas y conflictos, y la manera de resolverlos no es la malcriada de pretender aislar al otro y rechazarlo, al revés: requerirá más inteligencia, más paciencia, más persistencia, la tenacidad de quienes se saben apoyados por la moral y la razón, no por la fuerza y las armas. Toda "solución final" esconde un tufo facha a carne quemada, como nos recuerda la historia. Y más aún entre dos siameses como Venezuela y Colombia. Esta propuesta de cierre fronterizo obedece a la misma reacción que pretende justificar la pena de muerte: no importa que demuestres hasta la saciedad que las sociedades que aplican la pena de muerte no son más seguras ni más morales; es una respuesta populista que satisface el deseo de venganza y obedece a la reacción y no a la razón. Y viene lo tercero:
¡Es una propuesta tan facha! Veamos, ¿quienes cierran fronteras de manera indefinida? Por ejemplo, nada más y nada menos que quienes consideramos nuestras antípodas políticas: Israel y EE. UU. ¿Tomaremos los chavistas entonces el ejemplo de Washington y Tel Aviv para lidiar con nuestros problemas? ¡Dios nos coja confesados! La idea de resolver el problema del contrabando y la entrada de pobres de Colombia mediante el cierre de la frontera es el triunfo de la derecha: nos equipara, nos hace iguales a ellos. A quienes más perjudicaría esta medida es a los de siempre, los pobres de ambos lados, a los que huyen de la violencia, y los expondría a más abusos de funcionarios y a la multiplicación de mafias. Chávez fue recibido con amor las veces que le tocó viajar a Colombia, aún cuando había grandes tensiones entre él y el gobierno oligárquico de esa nación. ¿Destrozaremos el legado de Chávez y haremos que el pueblo pobre colombiano considere que la Revolución Bolivariana lo desprecia?
Me parece que en el fondo esa propuesta nefasta está basada en el miedo, el odio al pobre y la xenofobia, proteger "nuestros privilegios" de "esos pobres invasores" (lo que queda es rematar la frase con "caliches"): no hay razonamientos, o al menos yo no he escuchado una argumentación sensata que explique por un lado cómo se efectuaría, en qué consistiría ese supuesto "cierre indefinido" de fronteras y por otro, cómo nos beneficiaría esa acción.
Por añadidura, la propuesta olvida que de los más de 5 millones de colombianos que residen en Venezuela, muchos, no sé si la mayoría pero muchísimos, apoyan a la Revolución Bolivariana y son tan o más chavistas que cualquiera de nosotros, así como muchos del lado colombiano, y esta medida podría perjudicarlos o someterlos a peligros, mafias y vejaciones aún peores que las que puedan padecer ahora, sobre todo quienes viven en zonas fronterizas. ¿Los concentraremos en "zonas especiales", como hicieron lso estadounidenses con los japoneses durante la Segunda Guerra? Ni me imagino cómo este tipo de propuesta podrá y será seguramente explotada (y con toda razón) para crear malestar en la comunidad colombiana de aquí y de allá, dirigiéndose sobre todo a quienes apoyan la Revolución. A lo de "irracional" e "inútil" habría que agregarle entonces "estúpidamente contraproducente".
No recuerdo una frontera cerrada que no atropelle a la gente: desde la antigua de Berlín a las modernas de Gaza, Río Grande o Melilla, con sus muros y alambres hediondos a apartheid, donde el pobre no padezca. Porque para los ricos y sus capitales, las drogas y las armas no hay frontera cerrada que valga, ¿o si? Díganme si me equivoco en cualquiera de las anteriores.
El control del contrabando de extracción, el bachaqueo, la entrada de drogas y grupos criminales ilegales a Venezuela pasa por usar la inteligencia más que la fuerza: la inteligencia tanto en sentido militar y policial como en sentido político y social. Seguir la pista a los capitales ilegítimos, rastrearlos a través del SENIAT y el sistema bancario, controlar electrónicamente el flujo de inventarios y el desplazamiento de bienes (GPS, códigos de barras, software apropiado), contar con un sistema judicial que funcione correctamente, con fiscales, jueces, policías y comunidad organizada trabajando en común contra toda forma de delito, incluyendo por supuesto el contrabando, el paramilitarismo y la corrupción. Necesitamos mucha inteligencia y política, interna y externa. Necesitamos además seguir contando con la unión sudamericana, la cooperación con Colombia, que nos ha entregado recientemente a los maleantes que le requerimos, con dilación notable en un caso, cierto, pero al final lo enviaron. Sería muy contradictorio que Venezuela precisamente, heredera de la tradición unionista de Bolívar y Chávez tomara una medida tan opuesta a ella como cerrar una frontera unilateral e indefinidamente. No hay atajos para lo que debemos lograr con dedicación, educación y conciencia, como nos enseñó Chávez. No se puede suplir la honestidad, el trabajo y la conciencia con leyes represivas. Pretenderlo es reaccionario y populista, por eso rechazo esa propuesta, al menos hasta que alguien me convenza, con razones y muy detenidamente, de su conveniencia.
La razón de la Revolución Bolivariana es el respeto al ser humano, al pobre, al perseguido, al agraviado de siempre, la observancia integral de los derechos humanos, la búsqueda de la justicia, de la felicidad común y la unión americana. Dudo que una propuesta como la de "cerrar la frontera" de manera indefinida pueda tener sino un efecto opuesto a todos esos enunciados.
Pretender lograr nuestro bienestar pasando por la injusticia y la fuerza en vez de la inteligencia, la convicción, el trabajo tenaz y la conciencia sería el fracaso de la Revolución y el triunfo del fascismo convirtiéndonos en ellos. Espero que no suceda.
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